LA SEPTUPLE PAZ.
"La paz sea con vosotros", dijo el de más edad en bienvenida a los demás hermanos, quienes se habían reunido para las enseñanzas.
"La paz sea contigo", respondieron y caminaron juntos a lo largo del río, porque así fueron sus costumbres cuando el más anciano enseñó a sus hermanos; para que pudieran compartir las enseñanzas con los ángeles de la Madre Tierra del Aire, del Sol, del Agua, de la Tierra, de la Vida y del Regocijo.
Y el más anciano dijo a los hermanos: Yo les hablaré de paz, porque de todos los ángeles del Padre Celestial, paz es lo que el mundo más anhela, así como un bebé fatigado ansía colocar su cabeza sobre el pecho de su madre. Es la falta de paz lo que congoja a los reinos, incluso cuando no estén en guerra. Porque la violencia y la guerra pueden reinar, aún cuando los sonidos de las espadas colisionadas no sean escuchados, aún cuando los ejércitos no marchen unos contra otros; no hay paz cuando los Hijos de los Hombres no caminan con los ángeles de Dios.
Les digo en verdad, muchos son aquellos que no conocen la paz; porque aquellos están en guerra en sus propios cuerpos, están en guerra con sus pensamientos, no tienen paz con sus padres, sus madres, sus hijos, no tienen paz con amigos y vecinos; ellos no conocen la belleza de los libros sagrados, no trabajan a través del día en el reino de la Madre Tierra, ni duermen en la noche en los brazos de su Padre Celestial. La paz no reina dentro de ellos, porque siempre anhelan lo que al final les trae solo miseria y dolor, aún aquellos adornos de riqueza y fama los cuales utiliza satán para tentar a los Hijos de los Hombres y ellos viven en ignorancia de la Ley, aún de aquella Ley Sagrada por la cual nosotros vivimos: "El sendero de los ángeles de la Madre Tierra y del Padre Celestial".
¿Cómo, entonces, Maestro podemos llevarles paz a nuestros hermanos? Preguntó alguno de los más ancianos, porque nosotros quisieramos que todos los Hijos de los Hombres participaran de las bendiciones del Angel de la Paz.
Y El respondió: Verdaderamente, sólo aquel que esté en paz con todos los ángeles puede difundir la luz de la paz sobre otros. Por lo tanto, primero estén en paz con todos los ángeles de la Madre Tierra y del Padre Celestial. Porque los vientos de una tormenta agitan y revuelven las aguas del río y sólo la quietud que sigue puede calmarlos una vez más.
Ten cuidado cuando tu hermano te pida pan, para que no le des piedras. Vive primero en paz con todos los ángeles, pues entonces tu paz será como una fuente que se abastecerá a si misma con la donación y cuanto más des, tanto más te será dado, porque así es la Ley.
Tres son las moradas del Hijo de Hombre y quien no conozca al Angel de la Paz en cada una de las tres, no podrá llegar ante el rostro de Dios. Estos son su cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos. Cuando el Angel de la Sabiduría guíe sus pensamientos, cuando el Angel del Amor purifique sus sentimientos y cuando las acciones del cuerpo reflejen a la vez Amor y Sabiduría, entonces el Angel de la Paz lo guiará indefectiblemente al trono de su Padre Celestial. Y debe orar sin cesar para que el poder de satán con todos sus enfermedades e impurezas pueda ser arrojado de todas sus tres moradas; para que el poder, la sabiduría y el amor puedan reinar en su cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos.
Primero el Hijo del Hombre buscará la paz con su propio cuerpo; es como una laguna de montaña que refleja el sol cuando está tranquila y clara, pero cuando está llena de lodo y piedras, no refleja nada. Primero satán debe ser arrojado del cuerpo, para que los ángeles de Dios puedan entrar de nuevo y morar allí dentro. Verdaderamente, la paz no puede reinar en el cuerpo, a no ser que éste sea como un templo de la Ley Sagrada.
Por consiguiente, cuando quien sufra con dolores y plagas dolorosas, te pida ayuda, dile que se renueve a si mismo con ayuno y oración, dile que invoque el Angel del Sol, el Angel del Agua y el Angel del Aire, para que ellos puedan entrar en su cuerpo y arrojar de éste el poder de satán.
Enseñadle el bautismo de adentro y el bautismo de afuera. Dile que siempre que coma de la mesa de nuestra Madre Tierra, preparada con sus dones: las frutas de los árboles, los pastos de los campos, la leche de los animales buena para la alimentación y la miel de abejas, no invoque el poder de satán comiendo la carne de los animales, porque aquel que mata, mata a su hermano y quien quiera que se coma la carne de los animales muertos, se come el cuerpo de la muerte. Dile que prepare su comida con el fuego de la vida, no con el fuego de la muerte, porque los ángeles vivientes del Dios viviente sirven sólo a los hombres vivientes.
Y aunque él no los vea, no los escuche y no los toque, está en todo momento rodeado con el poder de los ángeles de Dios. Mientras sus ojos y oidos están cerrados por la ignorancia de la Ley y anhelantes por los placeres de Satán, él no los verá, ni los escuchará, ni los tocará; pero cuando él ayune y le pida al Dios viviente arrojar todas las enfermedades e impurezas de Satán, entonces sus ojos y oidos serán abiertos y encontrará la Paz.
Porque no solamente sufre aquel que alberga las enfermedades de satán dentro de él, sino también su madre, su padre, su esposa, sus hijos, sus compañeros, también sufren, porque ningún hombre es una isla en si mismo y los poderes que fluyen a través de él, sea de los ángeles o de satán, verdaderamente estos poderes actúan sobre otros para bien o para mal.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu Angel de Paz y envíale a nuestro cuerpo el Angel de la Vida para que more allí dentro por siempre.
Entonces el Hijo del Hombre buscará paz con sus propios pensamientos, para que el Angel de la Sabiduría pueda guiarlo; porque les digo en verdad, no hay poder más grande en el cielo y en la tierra que los pensamientos del Hijo del Hombre; aunque inadvertido para los ojos del cuerpo, sinembargo cada pensamiento tiene fuerza poderosa tal, que incluso puede estremecer los cielos.
Porque a ninguna criatura en el reino de la Madre Tierra, le es dado el poder del pensamiento, porque todos los animales que se arrastran y las aves que vuelan, no viven de su propio pensamiento sino de la única Ley que gobierna todo. Sólo a los Hijos de los Hombres les es dado el poder del pensamiento, incluso aquel pensamiento que puede romper los lazos de la muerte.
No piensen que éste no puede ser visto, este pensamiento no tiene poder. Les digo verdaderamente, el rayo que parte el roble fuerte o el temblor que abre las grietas en la tierra, son como juegos de niños comparados con el poder del pensamiento. Verdaderamente cada pensamiento oscuro, sea este de malicia, furia o venganza, descarga destrucción como aquel fuego arrollador a través de la leña menuda seca bajo un cielo calmado. ¡Pero el hombre no ve la matanza, ni escucha el lastimoso llanto de sus víctimas porque está cegado al mundo del espíritu!
Pero cuando este poder es guiado por la Sabiduría Sagrada, entonces los pensamientos del Hijo del Hombre lo guían a los reinos celestiales y así el paraiso es construido en la Tierra; es por esto que vuestros pensamientos elevan las almas de los hombres, como las aguas frías de un torrente acelerado reaniman vuestro cuerpo en el caluroso verano.
Cuando un ave inexperta trata de volar por primera vez, sus alas no la pueden sostener y cae una y otra vez a la tierra; pero trata de nuevo y un día vuela muy alto, dejando la tierra y su nido muy atrás. Así es con los pensamientos de los Hijos de los Hombres; entre más tiempo él camine con los ángeles y cumpla sus Leyes, con más fuerza sus pensamientos se convertirán en Sabiduría Sagrada.
Y les digo en verdad, llegará el día en que sus pensamientos dominarán incluso el reino de la muerte y se remontarán a la Vida Eterna en los reinos celestes; porque con sus pensamientos guiados por la Sabiduría Sagrada, los Hijos de los Hombres construyen un puente de Luz para llegar a Dios. (N.E.: El Puente del "Arco Iris" o Antakarana del que se habla en el apéndice E.)
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu Angel de Paz y envía a nuestros pensamientos el Angel del Poder, para que podamos romper los lazos de la muerte.
Entonces el Hijo del Hombre buscará la Paz con sus propios sentimientos, para que su familia pueda deleitarse en su amorosa bondad, incluso su padre, madre, su esposa, sus hijos y los hijos de los hijos. Porque el Padre Celestial es un ciento de veces más grande que todos lo padres por simiente y por sangre y la Madre Tierra es un ciento de veces más grande que todas las madres por cuerpo y vuestros verdaderos hermanos son todos aquellos que hacen la voluntad de vuestro Padre Celestial y de vuestra Madre Tierra y no vuestros hermanos por sangre. No obstante verán al Padre Celestial en vuestro padre por la simiente y vuestra Madre Tierra en vuestra madre por el cuerpo. Porque ¿acaso estos no son también hijos del Padre Celestial y de la Madre Tierra?
No obstante, amarán a vuestros hermanos por sangre así como aman a todos vuestros hermanos verdaderos quienes caminan con los ángeles. Porque ¿acaso no son éstos también hijos del Padre Celestial y de la Madre Tierra?
Les digo en verdad, es más fácil amar a aquellos recién conocidos, que aquellos de nuestra propia casa, que han conocido nuestras debilidades, escuchado nuestras palabras de cólera y nos han visto en nuestra desnudez; porque ellos nos conocen así como nos conocemos a nosotros mismos y nosotros estamos avergonzados; entonces acudiremos al Angel del Amor para que entre en nuestros sentimientos y éstos sean purificados. Y todo lo que antes fue impaciencia y discordia, se tornará en armonía y paz, así como la tierra reseca absorve la lluvia apacible y se convierte en verde, suave y tierna con vida nueva.
Muchos y dolorosos son los sufrimientos de los Hijos de los Hombres cuando no se unen al Angel del Amor. Verdaderamente un hombre sin amor lanza una sombra oscura sobre todos con quienes se encuentra y sobre la mayoría de aquellos con quienes él vive; sus palabras ásperas y coléricas caen sobre sus hermanos como el aire fétido levantado de un charco estancado. Y él sufre más al pronunciarlas porque la oscuridad que lo encierra atrae a satán y a sus demonios.
Pero cuando él acude al Angel del Amor, la oscuridad es dispersada y la luz del sol fluye de él y los colores del arco iris giran alrededor de su cabeza y la lluvia apacible cae desde sus dedos y él les trae paz y fuerza a todos aquellos que se le acerquen.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al mediodía: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres, Tu Angel de Paz y envía a aquellos de nuestra simiente y de nuestra sangre el Angel del Amor, para que la Paz y Armonía puedan morar en nuestra casa por siempre.
Entonces el Hijo del Hombre buscará paz con los otros Hijos de los Hombres, incluso con los fariseos y sacerdotes, con limosneros y desamparados y hasta con reyes y gobernadores. Porque todos son Hijos de los Hombres, cualquiera que sean sus condiciones, cualquiera que sean sus profesiones, sea que sus ojos hayan sido abiertos para ver los reinos celestiales o que aún caminen en oscuridad e ignorancia.
Porque la justicia de los hombres puede recompensar al indigno y castigar al inocente, mas la Ley Sagrada es la misma para todos, sea limosnero o rey, sea pastor o sacerdote (N.E.: la referencia de Jesús cuando se abusa de un menor es severa; no hay posibilidad de escudarse bajo las "leyes del derecho canónigo" hechas por la especulación teológica, cuya "mente no está en Cristo").
Busca la paz con todos los Hijos de los Hombres y déjala ser conocida de los Hermanos de la Luz; porque nosotros hemos vivido de acuerdo con la Ley Sagrada desde el tiempo de Enoch, desde antaño y desde antes. Porque no somos ricos ni pobres y compartimos todas las cosas, incluso nuestras ropas y los instrumentos que utilizamos para cultivar la tierra y juntos trabajamos en los campos con todos los ángeles, haciendo producir los dones de la Madre Tierra para que todos coman.
Porque el más fuerte de los ángeles del Padre Celestial, el Angel del Trabajo, bendice cada hombre que trabaje de la mejor manera para él y por eso él no conocerá ni necesidad ni exceso. Verdaderamente, en los reinos de la Madre Tierra y del Padre Celestial hay abundancia para todos los hombres cuando cada hombre trabaja en su labor; porque cuando un hombre evade su labor, entonces otro debe tomar posesión, porque estamos dando todas las cosas en los reinos del cielo y la tierra, al precio del trabajo.
Los Hermanos de la Luz siempre han vivido en donde se regocijan los ángeles de la Madre Tierra; cerca a los ríos, a los árboles, a las flores, cerca a la música de las aves; donde el sol y la lluvia pueden abrazar el cuerpo, el cual es el templo del espíritu.
No debemos entendernos con los edictos de los gobernantes, ni en apoyarlos, ya que nuestra Ley es la Ley del Padre Celestial y la Madre Tierra, ni oponernos a ellos (N.E.: Para los casos de abusos económicos y sexuales que hacen del sacerdote caer en el marco de las leyes humanas), porque nadie gobierna si no es por la voluntad de Dios. Si nosotros más bién hacemos lo posible por vivir de acuerdo con la Ley Sagrada y fortificamos siempre aquello que es bueno en todas las cosas, entonces el reino de las tinieblas será cambiado por el Reino de la Luz. Porque donde hay Luz, ¿cómo puede permanecer entonces la oscuridad?
De este modo por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los hombres Tu Angel de la Paz y envíale a toda la humanidad el Angel del Trabajo, porque teniendo una labor sagrada, no debemos pedir ninguna otra bendición.
Entonces el Hijo del Hombre buscará la paz con la sabiduría de los años ante él; porque les digo en verdad, en los libros sagrados (N.E.: especialmente cuando estos libros no han sido alterados por la pluma mentirosa de escribas) está un tesoro un ciento de veces más grande que cualquiera de las joyas y del oro de los reinos más ricos y más preciosos, porque seguramente ellos contienen toda la sabiduría revelada por Dios a los Hijos de la Luz, incluso aquellas tradiciones que vinieron a nosotros a través de Enoch desde antaño y antes de él sobre un sendero infinito en el pasado, las enseñanzas de los Grandes.
Y éstas son nuestras herencias, así como el hijo hereda todas las posesiones de su padre cuando demuestra ser digno de la bendición de éste. Verdaderamente estudiando las enseñanzas de la sabiduría perenne, llegamos a conocer a Dios; porque les digo verdaderamente, los Grandes vieron a Dios cara a cara; no obstante, cuando leemos los libros sagrados, nosotros tocamos los pies de Dios.
Y una vez hayamos visto con los ojos de la sabiduría y escuchado con los oídos del entendimiento las perennes verdades de los Libros Sagrados, entonces deberemos ir entre los Hijos de los Hombres y enseñarles, porque si ocultamos celosamente el conocimiento Sagrado, pretendiendo que éste pertenece sólamente a nosotros, entonces somos como aquel que encuentra un manantial alto en las montañas y antes de dejar que fluya en el valle para apagar la sed del hombre y del animal, lo sepulta bajo las rocas y el polvo, robándose a si mismo el agua también.
Id entre los Hijos de los Hombres y habladles de la Ley Sagrada, para que de este modo ellos puedan salvarse y entrar en los reinos celestiales. Pero habládles con palabras que puedan entender, en parábolas de naturaleza que hablen al corazón, porque los actos deben existir primero como un deseo en el corazón despierto.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al mediodía: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres, Tu Angel de la Paz y envía a nuestro conocimiento el Angel de la Sabiduría, para que podamos caminar en los senderos de los Grandes, quienes han visto a Dios.
Entonces el Hijo del Hombre buscará paz con el reino de su Madre Tierra, porque nadie puede vivir mucho, ni ser felíz, excepto aquel que honre a su Madre Tierra y siga sus leyes.
Porque vuestro aliento es su aliento, vuestra sangre su sangre, vuestros huesos sus huesos, vuestra carne su carne, vuestras entrañas sus entrañas, vuestros ojos y vuestros oídos son sus ojos y oídos.
Les digo en verdad, ustedes son uno con la Madre Tierra; ella está en vosotros y vosotros en ella; de ella nacieron y en ella viven y a ella regresarán de nuevo. Es la sangre de vuestra Madre Tierra la que cae desde las nubes y fluye en los ríos; es el aliento de nuestra Madre Tierra el que susurra en las hojas del bosque y sopla con viento poderoso desde las montañas; dulce y firme es la carne de nuestra Madre Tierra en las frutas de los árboles; fuertes y firmes son los huesos de nuestra Madre Tierra en las rocas y piedras gigantes, las cuales se mantienen como centinelas de tiempos perdidos; verdaderamente somos uno con la Madre Tierra y aquel que se una a las leyes de su Madre, a él también se unirá su Madre.
Pero llegará un día cuando el Hijo del Hombre volteará su cara de su Madre Tierra y la traicionará, incluso negando a su Madre y a su primogenitura. Entonces la venderá a la esclavitud y su carne será destruida, su sangre profanada y su alimento ahogado; él llevará el fuego de la muerte a todas partes del Reino de Ella y su hambre devorará todos sus dones y dejará en su lugar sólo un desierto.
Todas estas cosas él las hará por ignorancia de la Ley y como un hombre agonizando lentamente no puede oler su propio hedor, así el Hijo del Hombre será cegado a la verdad.
Porque así como él despojó, arruinó y destruyó su Madre Tierra, así él se despojará, se arruinará y se destruirá a si mismo. Porque él nació de su Madre Tierra y él es uno con Ella y todo lo que él hace a su Madre, se lo hace a sí mismo.
Hace muho tiempo, antes del gran diluvio, los Grandes caminaron la Tierra y los árboles gigantes –aún aquellos que ahora no son más que leyenda, fueron su casa y reino. Ellos vivieron muchas generaciones, porque comieron de la mesa de la Madre Tierra y durmieron en los brazos del Padre Celestial y no conocieron enfermedades, la vejez o la muerte.
A los Hijos de los Hombres les legaron toda la gloria de sus reinos, incluso el conocimiento oculto del Arbol de la Vida, el cual está en medio del Mar Eterno.
Pero los ojos de los Hijos de los Hombres fueron cegados por las visiones de satán y por promesas de poder, incluso el poder que se conquista por fuerza y sangre y entonces el Hijo del Hombre rompió los hilos dorados que lo sujetaban a su Madre Tierra y a su Padre Celestial; caminó desde el Torrente Sagrado de Vida donde su cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos estaban unidos con la Ley y empezaron a utilizar sólo sus propios pensamientos, sus propios sentimientos y sus propios hechos, haciendo cientos de leyes, donde solo había una.
Y así los Hijos de los Hombres se desterraron a sus casas y desde entonces se han amontonado detrás de sus muros de piedra, no escuchando el susurro del viento en los árboles altos de los bosques más allá de sus pueblos.
Les digo en verdad, el libro de lanaturaleza es un Libro Sagrado y si desean que los Hijos de los Hombres se salven a si mismos y hallen la Vida Eterna, enséñenles una vez más,cómo leer las páginas vivientes de la Madre Tierra; porque en toda cosa que esté con vida está escrita la Ley; está escrita en el pasto, en los árboles, en los ríos, en las montañas, en las aves del cielo y en los peces del mar y la mayor parte está dentro del Hijo del Hombre. Sólo cuando él regrese al seno de su Madre Tierra encontrará la Vida Eterna y el Torrente de Vida lo guiará hacia su Padre Celestial; sólo de este modo puede evitarse la visión tenebrosa del futuro.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu Angel de la Paz y envía al Reino de nuestra Madre Tierra el Angel del Regocijo, para que nuestros corazones puedan estar llenos de canto y regocijo y así nos abriguemos en los brazos de nuestra Madre.
Al fín, el Hijo del Hombre buscará paz con el Reino de su Padre Celestial, porque verdaderamente, el Hijo del Hombre es nacido de su padre por simiente y de madre por cuerpo, para que pueda encontrar su verdadera herencia y conocer que es el Hijo del Rey.
El Padre Celestial es la única Ley, Quien hizo las estrellas, el sol, la luz y la oscuridad y la Ley Sagrada de nuestras almas. En todas partes El está y no hay lugar donde El no se encuentre.
Todo en nuestro entendimiento y todo lo que conocemos, todo es gobernado por la Ley; la caída de las hojas, la corriente de los ríos, la música de los insectos en la noche, todo ésto es regido por la Ley.
En el Reino de nuestro Padre Celestial hay muchas mansiones y muchas son las cosas ocultas que aún no pueden conocer.
Les digo en verdad, el Reino de nuestro Padre Celestial es vasto, tan vasto que ningún hombre puede conocer sus límites, porque allí no los hay.
Sinembargo, todo Su Reino puede ser encontrado en la gota más pequeña del rocío sobre una flor silvestre, o en el aroma del pasto recién cortado en los campos bajo el sol de verano.
¡Verdaderamente no hay palabras para describir el Reino del Padre Celestial!
Gloriosa, de veras, es la herencia del Hijo del Hombre, porque solamente a él le está dada, para entrar al Torrente de Vida, el cual lo guiará al reino de su Padre Celestial. Pero primero debe buscar y encontrar la paz con su cuerpo, con sus pensamientos, con sus sentimientos, con los Hijos de los Hombres, con el conocimiento Sagrado y con el Reino de su Madre Tierra.
Porque les digo en verdad, este es el barco que llevará al Hijo del Hombre sobre el Torrente de Vida hacia su Padre Celestial.
El, debe tener la paz que es séptuple antes de que pueda conocer la única Paz que supera el entendimiento, incluso de su Padre Celestial.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el Cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu Angel de la Paz y envía Tu Reino, Padre Nuestro Celestial, Tu Angel de la Vida Eterna, para que podamos elevarnos más allá de las estrellas y vivir por siempre.
Y entonces el más anciano se quedó callado y un gran silencio se escabulló sobre los hermanos y nadie deseó hablar. Las sombras de la tarde se reflejaron sobre el río tranquilo y plateado como un cristal y en el cielo que se estaba oscureciendo escasamente, se podía ver la filigrana creciente de la luna de paz.
Y la gran Paz del Padre Celestial los envolvió en todo Su Amor inmortal.
"La paz sea contigo", respondieron y caminaron juntos a lo largo del río, porque así fueron sus costumbres cuando el más anciano enseñó a sus hermanos; para que pudieran compartir las enseñanzas con los ángeles de la Madre Tierra del Aire, del Sol, del Agua, de la Tierra, de la Vida y del Regocijo.
Y el más anciano dijo a los hermanos: Yo les hablaré de paz, porque de todos los ángeles del Padre Celestial, paz es lo que el mundo más anhela, así como un bebé fatigado ansía colocar su cabeza sobre el pecho de su madre. Es la falta de paz lo que congoja a los reinos, incluso cuando no estén en guerra. Porque la violencia y la guerra pueden reinar, aún cuando los sonidos de las espadas colisionadas no sean escuchados, aún cuando los ejércitos no marchen unos contra otros; no hay paz cuando los Hijos de los Hombres no caminan con los ángeles de Dios.
Les digo en verdad, muchos son aquellos que no conocen la paz; porque aquellos están en guerra en sus propios cuerpos, están en guerra con sus pensamientos, no tienen paz con sus padres, sus madres, sus hijos, no tienen paz con amigos y vecinos; ellos no conocen la belleza de los libros sagrados, no trabajan a través del día en el reino de la Madre Tierra, ni duermen en la noche en los brazos de su Padre Celestial. La paz no reina dentro de ellos, porque siempre anhelan lo que al final les trae solo miseria y dolor, aún aquellos adornos de riqueza y fama los cuales utiliza satán para tentar a los Hijos de los Hombres y ellos viven en ignorancia de la Ley, aún de aquella Ley Sagrada por la cual nosotros vivimos: "El sendero de los ángeles de la Madre Tierra y del Padre Celestial".
¿Cómo, entonces, Maestro podemos llevarles paz a nuestros hermanos? Preguntó alguno de los más ancianos, porque nosotros quisieramos que todos los Hijos de los Hombres participaran de las bendiciones del Angel de la Paz.
Y El respondió: Verdaderamente, sólo aquel que esté en paz con todos los ángeles puede difundir la luz de la paz sobre otros. Por lo tanto, primero estén en paz con todos los ángeles de la Madre Tierra y del Padre Celestial. Porque los vientos de una tormenta agitan y revuelven las aguas del río y sólo la quietud que sigue puede calmarlos una vez más.
Ten cuidado cuando tu hermano te pida pan, para que no le des piedras. Vive primero en paz con todos los ángeles, pues entonces tu paz será como una fuente que se abastecerá a si misma con la donación y cuanto más des, tanto más te será dado, porque así es la Ley.
Tres son las moradas del Hijo de Hombre y quien no conozca al Angel de la Paz en cada una de las tres, no podrá llegar ante el rostro de Dios. Estos son su cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos. Cuando el Angel de la Sabiduría guíe sus pensamientos, cuando el Angel del Amor purifique sus sentimientos y cuando las acciones del cuerpo reflejen a la vez Amor y Sabiduría, entonces el Angel de la Paz lo guiará indefectiblemente al trono de su Padre Celestial. Y debe orar sin cesar para que el poder de satán con todos sus enfermedades e impurezas pueda ser arrojado de todas sus tres moradas; para que el poder, la sabiduría y el amor puedan reinar en su cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos.
Primero el Hijo del Hombre buscará la paz con su propio cuerpo; es como una laguna de montaña que refleja el sol cuando está tranquila y clara, pero cuando está llena de lodo y piedras, no refleja nada. Primero satán debe ser arrojado del cuerpo, para que los ángeles de Dios puedan entrar de nuevo y morar allí dentro. Verdaderamente, la paz no puede reinar en el cuerpo, a no ser que éste sea como un templo de la Ley Sagrada.
Por consiguiente, cuando quien sufra con dolores y plagas dolorosas, te pida ayuda, dile que se renueve a si mismo con ayuno y oración, dile que invoque el Angel del Sol, el Angel del Agua y el Angel del Aire, para que ellos puedan entrar en su cuerpo y arrojar de éste el poder de satán.
Enseñadle el bautismo de adentro y el bautismo de afuera. Dile que siempre que coma de la mesa de nuestra Madre Tierra, preparada con sus dones: las frutas de los árboles, los pastos de los campos, la leche de los animales buena para la alimentación y la miel de abejas, no invoque el poder de satán comiendo la carne de los animales, porque aquel que mata, mata a su hermano y quien quiera que se coma la carne de los animales muertos, se come el cuerpo de la muerte. Dile que prepare su comida con el fuego de la vida, no con el fuego de la muerte, porque los ángeles vivientes del Dios viviente sirven sólo a los hombres vivientes.
Y aunque él no los vea, no los escuche y no los toque, está en todo momento rodeado con el poder de los ángeles de Dios. Mientras sus ojos y oidos están cerrados por la ignorancia de la Ley y anhelantes por los placeres de Satán, él no los verá, ni los escuchará, ni los tocará; pero cuando él ayune y le pida al Dios viviente arrojar todas las enfermedades e impurezas de Satán, entonces sus ojos y oidos serán abiertos y encontrará la Paz.
Porque no solamente sufre aquel que alberga las enfermedades de satán dentro de él, sino también su madre, su padre, su esposa, sus hijos, sus compañeros, también sufren, porque ningún hombre es una isla en si mismo y los poderes que fluyen a través de él, sea de los ángeles o de satán, verdaderamente estos poderes actúan sobre otros para bien o para mal.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu Angel de Paz y envíale a nuestro cuerpo el Angel de la Vida para que more allí dentro por siempre.
Entonces el Hijo del Hombre buscará paz con sus propios pensamientos, para que el Angel de la Sabiduría pueda guiarlo; porque les digo en verdad, no hay poder más grande en el cielo y en la tierra que los pensamientos del Hijo del Hombre; aunque inadvertido para los ojos del cuerpo, sinembargo cada pensamiento tiene fuerza poderosa tal, que incluso puede estremecer los cielos.
Porque a ninguna criatura en el reino de la Madre Tierra, le es dado el poder del pensamiento, porque todos los animales que se arrastran y las aves que vuelan, no viven de su propio pensamiento sino de la única Ley que gobierna todo. Sólo a los Hijos de los Hombres les es dado el poder del pensamiento, incluso aquel pensamiento que puede romper los lazos de la muerte.
No piensen que éste no puede ser visto, este pensamiento no tiene poder. Les digo verdaderamente, el rayo que parte el roble fuerte o el temblor que abre las grietas en la tierra, son como juegos de niños comparados con el poder del pensamiento. Verdaderamente cada pensamiento oscuro, sea este de malicia, furia o venganza, descarga destrucción como aquel fuego arrollador a través de la leña menuda seca bajo un cielo calmado. ¡Pero el hombre no ve la matanza, ni escucha el lastimoso llanto de sus víctimas porque está cegado al mundo del espíritu!
Pero cuando este poder es guiado por la Sabiduría Sagrada, entonces los pensamientos del Hijo del Hombre lo guían a los reinos celestiales y así el paraiso es construido en la Tierra; es por esto que vuestros pensamientos elevan las almas de los hombres, como las aguas frías de un torrente acelerado reaniman vuestro cuerpo en el caluroso verano.
Cuando un ave inexperta trata de volar por primera vez, sus alas no la pueden sostener y cae una y otra vez a la tierra; pero trata de nuevo y un día vuela muy alto, dejando la tierra y su nido muy atrás. Así es con los pensamientos de los Hijos de los Hombres; entre más tiempo él camine con los ángeles y cumpla sus Leyes, con más fuerza sus pensamientos se convertirán en Sabiduría Sagrada.
Y les digo en verdad, llegará el día en que sus pensamientos dominarán incluso el reino de la muerte y se remontarán a la Vida Eterna en los reinos celestes; porque con sus pensamientos guiados por la Sabiduría Sagrada, los Hijos de los Hombres construyen un puente de Luz para llegar a Dios. (N.E.: El Puente del "Arco Iris" o Antakarana del que se habla en el apéndice E.)
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu Angel de Paz y envía a nuestros pensamientos el Angel del Poder, para que podamos romper los lazos de la muerte.
Entonces el Hijo del Hombre buscará la Paz con sus propios sentimientos, para que su familia pueda deleitarse en su amorosa bondad, incluso su padre, madre, su esposa, sus hijos y los hijos de los hijos. Porque el Padre Celestial es un ciento de veces más grande que todos lo padres por simiente y por sangre y la Madre Tierra es un ciento de veces más grande que todas las madres por cuerpo y vuestros verdaderos hermanos son todos aquellos que hacen la voluntad de vuestro Padre Celestial y de vuestra Madre Tierra y no vuestros hermanos por sangre. No obstante verán al Padre Celestial en vuestro padre por la simiente y vuestra Madre Tierra en vuestra madre por el cuerpo. Porque ¿acaso estos no son también hijos del Padre Celestial y de la Madre Tierra?
No obstante, amarán a vuestros hermanos por sangre así como aman a todos vuestros hermanos verdaderos quienes caminan con los ángeles. Porque ¿acaso no son éstos también hijos del Padre Celestial y de la Madre Tierra?
Les digo en verdad, es más fácil amar a aquellos recién conocidos, que aquellos de nuestra propia casa, que han conocido nuestras debilidades, escuchado nuestras palabras de cólera y nos han visto en nuestra desnudez; porque ellos nos conocen así como nos conocemos a nosotros mismos y nosotros estamos avergonzados; entonces acudiremos al Angel del Amor para que entre en nuestros sentimientos y éstos sean purificados. Y todo lo que antes fue impaciencia y discordia, se tornará en armonía y paz, así como la tierra reseca absorve la lluvia apacible y se convierte en verde, suave y tierna con vida nueva.
Muchos y dolorosos son los sufrimientos de los Hijos de los Hombres cuando no se unen al Angel del Amor. Verdaderamente un hombre sin amor lanza una sombra oscura sobre todos con quienes se encuentra y sobre la mayoría de aquellos con quienes él vive; sus palabras ásperas y coléricas caen sobre sus hermanos como el aire fétido levantado de un charco estancado. Y él sufre más al pronunciarlas porque la oscuridad que lo encierra atrae a satán y a sus demonios.
Pero cuando él acude al Angel del Amor, la oscuridad es dispersada y la luz del sol fluye de él y los colores del arco iris giran alrededor de su cabeza y la lluvia apacible cae desde sus dedos y él les trae paz y fuerza a todos aquellos que se le acerquen.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al mediodía: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres, Tu Angel de Paz y envía a aquellos de nuestra simiente y de nuestra sangre el Angel del Amor, para que la Paz y Armonía puedan morar en nuestra casa por siempre.
Entonces el Hijo del Hombre buscará paz con los otros Hijos de los Hombres, incluso con los fariseos y sacerdotes, con limosneros y desamparados y hasta con reyes y gobernadores. Porque todos son Hijos de los Hombres, cualquiera que sean sus condiciones, cualquiera que sean sus profesiones, sea que sus ojos hayan sido abiertos para ver los reinos celestiales o que aún caminen en oscuridad e ignorancia.
Porque la justicia de los hombres puede recompensar al indigno y castigar al inocente, mas la Ley Sagrada es la misma para todos, sea limosnero o rey, sea pastor o sacerdote (N.E.: la referencia de Jesús cuando se abusa de un menor es severa; no hay posibilidad de escudarse bajo las "leyes del derecho canónigo" hechas por la especulación teológica, cuya "mente no está en Cristo").
Busca la paz con todos los Hijos de los Hombres y déjala ser conocida de los Hermanos de la Luz; porque nosotros hemos vivido de acuerdo con la Ley Sagrada desde el tiempo de Enoch, desde antaño y desde antes. Porque no somos ricos ni pobres y compartimos todas las cosas, incluso nuestras ropas y los instrumentos que utilizamos para cultivar la tierra y juntos trabajamos en los campos con todos los ángeles, haciendo producir los dones de la Madre Tierra para que todos coman.
Porque el más fuerte de los ángeles del Padre Celestial, el Angel del Trabajo, bendice cada hombre que trabaje de la mejor manera para él y por eso él no conocerá ni necesidad ni exceso. Verdaderamente, en los reinos de la Madre Tierra y del Padre Celestial hay abundancia para todos los hombres cuando cada hombre trabaja en su labor; porque cuando un hombre evade su labor, entonces otro debe tomar posesión, porque estamos dando todas las cosas en los reinos del cielo y la tierra, al precio del trabajo.
Los Hermanos de la Luz siempre han vivido en donde se regocijan los ángeles de la Madre Tierra; cerca a los ríos, a los árboles, a las flores, cerca a la música de las aves; donde el sol y la lluvia pueden abrazar el cuerpo, el cual es el templo del espíritu.
No debemos entendernos con los edictos de los gobernantes, ni en apoyarlos, ya que nuestra Ley es la Ley del Padre Celestial y la Madre Tierra, ni oponernos a ellos (N.E.: Para los casos de abusos económicos y sexuales que hacen del sacerdote caer en el marco de las leyes humanas), porque nadie gobierna si no es por la voluntad de Dios. Si nosotros más bién hacemos lo posible por vivir de acuerdo con la Ley Sagrada y fortificamos siempre aquello que es bueno en todas las cosas, entonces el reino de las tinieblas será cambiado por el Reino de la Luz. Porque donde hay Luz, ¿cómo puede permanecer entonces la oscuridad?
De este modo por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los hombres Tu Angel de la Paz y envíale a toda la humanidad el Angel del Trabajo, porque teniendo una labor sagrada, no debemos pedir ninguna otra bendición.
Entonces el Hijo del Hombre buscará la paz con la sabiduría de los años ante él; porque les digo en verdad, en los libros sagrados (N.E.: especialmente cuando estos libros no han sido alterados por la pluma mentirosa de escribas) está un tesoro un ciento de veces más grande que cualquiera de las joyas y del oro de los reinos más ricos y más preciosos, porque seguramente ellos contienen toda la sabiduría revelada por Dios a los Hijos de la Luz, incluso aquellas tradiciones que vinieron a nosotros a través de Enoch desde antaño y antes de él sobre un sendero infinito en el pasado, las enseñanzas de los Grandes.
Y éstas son nuestras herencias, así como el hijo hereda todas las posesiones de su padre cuando demuestra ser digno de la bendición de éste. Verdaderamente estudiando las enseñanzas de la sabiduría perenne, llegamos a conocer a Dios; porque les digo verdaderamente, los Grandes vieron a Dios cara a cara; no obstante, cuando leemos los libros sagrados, nosotros tocamos los pies de Dios.
Y una vez hayamos visto con los ojos de la sabiduría y escuchado con los oídos del entendimiento las perennes verdades de los Libros Sagrados, entonces deberemos ir entre los Hijos de los Hombres y enseñarles, porque si ocultamos celosamente el conocimiento Sagrado, pretendiendo que éste pertenece sólamente a nosotros, entonces somos como aquel que encuentra un manantial alto en las montañas y antes de dejar que fluya en el valle para apagar la sed del hombre y del animal, lo sepulta bajo las rocas y el polvo, robándose a si mismo el agua también.
Id entre los Hijos de los Hombres y habladles de la Ley Sagrada, para que de este modo ellos puedan salvarse y entrar en los reinos celestiales. Pero habládles con palabras que puedan entender, en parábolas de naturaleza que hablen al corazón, porque los actos deben existir primero como un deseo en el corazón despierto.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al mediodía: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres, Tu Angel de la Paz y envía a nuestro conocimiento el Angel de la Sabiduría, para que podamos caminar en los senderos de los Grandes, quienes han visto a Dios.
Entonces el Hijo del Hombre buscará paz con el reino de su Madre Tierra, porque nadie puede vivir mucho, ni ser felíz, excepto aquel que honre a su Madre Tierra y siga sus leyes.
Porque vuestro aliento es su aliento, vuestra sangre su sangre, vuestros huesos sus huesos, vuestra carne su carne, vuestras entrañas sus entrañas, vuestros ojos y vuestros oídos son sus ojos y oídos.
Les digo en verdad, ustedes son uno con la Madre Tierra; ella está en vosotros y vosotros en ella; de ella nacieron y en ella viven y a ella regresarán de nuevo. Es la sangre de vuestra Madre Tierra la que cae desde las nubes y fluye en los ríos; es el aliento de nuestra Madre Tierra el que susurra en las hojas del bosque y sopla con viento poderoso desde las montañas; dulce y firme es la carne de nuestra Madre Tierra en las frutas de los árboles; fuertes y firmes son los huesos de nuestra Madre Tierra en las rocas y piedras gigantes, las cuales se mantienen como centinelas de tiempos perdidos; verdaderamente somos uno con la Madre Tierra y aquel que se una a las leyes de su Madre, a él también se unirá su Madre.
Pero llegará un día cuando el Hijo del Hombre volteará su cara de su Madre Tierra y la traicionará, incluso negando a su Madre y a su primogenitura. Entonces la venderá a la esclavitud y su carne será destruida, su sangre profanada y su alimento ahogado; él llevará el fuego de la muerte a todas partes del Reino de Ella y su hambre devorará todos sus dones y dejará en su lugar sólo un desierto.
Todas estas cosas él las hará por ignorancia de la Ley y como un hombre agonizando lentamente no puede oler su propio hedor, así el Hijo del Hombre será cegado a la verdad.
Porque así como él despojó, arruinó y destruyó su Madre Tierra, así él se despojará, se arruinará y se destruirá a si mismo. Porque él nació de su Madre Tierra y él es uno con Ella y todo lo que él hace a su Madre, se lo hace a sí mismo.
Hace muho tiempo, antes del gran diluvio, los Grandes caminaron la Tierra y los árboles gigantes –aún aquellos que ahora no son más que leyenda, fueron su casa y reino. Ellos vivieron muchas generaciones, porque comieron de la mesa de la Madre Tierra y durmieron en los brazos del Padre Celestial y no conocieron enfermedades, la vejez o la muerte.
A los Hijos de los Hombres les legaron toda la gloria de sus reinos, incluso el conocimiento oculto del Arbol de la Vida, el cual está en medio del Mar Eterno.
Pero los ojos de los Hijos de los Hombres fueron cegados por las visiones de satán y por promesas de poder, incluso el poder que se conquista por fuerza y sangre y entonces el Hijo del Hombre rompió los hilos dorados que lo sujetaban a su Madre Tierra y a su Padre Celestial; caminó desde el Torrente Sagrado de Vida donde su cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos estaban unidos con la Ley y empezaron a utilizar sólo sus propios pensamientos, sus propios sentimientos y sus propios hechos, haciendo cientos de leyes, donde solo había una.
Y así los Hijos de los Hombres se desterraron a sus casas y desde entonces se han amontonado detrás de sus muros de piedra, no escuchando el susurro del viento en los árboles altos de los bosques más allá de sus pueblos.
Les digo en verdad, el libro de lanaturaleza es un Libro Sagrado y si desean que los Hijos de los Hombres se salven a si mismos y hallen la Vida Eterna, enséñenles una vez más,cómo leer las páginas vivientes de la Madre Tierra; porque en toda cosa que esté con vida está escrita la Ley; está escrita en el pasto, en los árboles, en los ríos, en las montañas, en las aves del cielo y en los peces del mar y la mayor parte está dentro del Hijo del Hombre. Sólo cuando él regrese al seno de su Madre Tierra encontrará la Vida Eterna y el Torrente de Vida lo guiará hacia su Padre Celestial; sólo de este modo puede evitarse la visión tenebrosa del futuro.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu Angel de la Paz y envía al Reino de nuestra Madre Tierra el Angel del Regocijo, para que nuestros corazones puedan estar llenos de canto y regocijo y así nos abriguemos en los brazos de nuestra Madre.
Al fín, el Hijo del Hombre buscará paz con el Reino de su Padre Celestial, porque verdaderamente, el Hijo del Hombre es nacido de su padre por simiente y de madre por cuerpo, para que pueda encontrar su verdadera herencia y conocer que es el Hijo del Rey.
El Padre Celestial es la única Ley, Quien hizo las estrellas, el sol, la luz y la oscuridad y la Ley Sagrada de nuestras almas. En todas partes El está y no hay lugar donde El no se encuentre.
Todo en nuestro entendimiento y todo lo que conocemos, todo es gobernado por la Ley; la caída de las hojas, la corriente de los ríos, la música de los insectos en la noche, todo ésto es regido por la Ley.
En el Reino de nuestro Padre Celestial hay muchas mansiones y muchas son las cosas ocultas que aún no pueden conocer.
Les digo en verdad, el Reino de nuestro Padre Celestial es vasto, tan vasto que ningún hombre puede conocer sus límites, porque allí no los hay.
Sinembargo, todo Su Reino puede ser encontrado en la gota más pequeña del rocío sobre una flor silvestre, o en el aroma del pasto recién cortado en los campos bajo el sol de verano.
¡Verdaderamente no hay palabras para describir el Reino del Padre Celestial!
Gloriosa, de veras, es la herencia del Hijo del Hombre, porque solamente a él le está dada, para entrar al Torrente de Vida, el cual lo guiará al reino de su Padre Celestial. Pero primero debe buscar y encontrar la paz con su cuerpo, con sus pensamientos, con sus sentimientos, con los Hijos de los Hombres, con el conocimiento Sagrado y con el Reino de su Madre Tierra.
Porque les digo en verdad, este es el barco que llevará al Hijo del Hombre sobre el Torrente de Vida hacia su Padre Celestial.
El, debe tener la paz que es séptuple antes de que pueda conocer la única Paz que supera el entendimiento, incluso de su Padre Celestial.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el Cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu Angel de la Paz y envía Tu Reino, Padre Nuestro Celestial, Tu Angel de la Vida Eterna, para que podamos elevarnos más allá de las estrellas y vivir por siempre.
Y entonces el más anciano se quedó callado y un gran silencio se escabulló sobre los hermanos y nadie deseó hablar. Las sombras de la tarde se reflejaron sobre el río tranquilo y plateado como un cristal y en el cielo que se estaba oscureciendo escasamente, se podía ver la filigrana creciente de la luna de paz.
Y la gran Paz del Padre Celestial los envolvió en todo Su Amor inmortal.

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