ANTROPOLOGIA Y ECOLOGÍA
La explicación de la diversidad humana, esto es, de las culturas, entendidas como modos de vida, tiene una larga tradición (Cf. Harris, 1968). Una corriente de explicaciones propone el medio ambiente (la geografía y el clima) como una de las fuentes principales de la diversidad cultural. Contra este determinismo también existe un larga tradición que enfatiza la cultura como causa de la cultura (Kroeber) y que, en todo caso, reconoce en el medio la existencia de elementos limitadores. La ecología cultural representa un enfoque diferente, al no distinguir medio y cultura como entes separados sino como mutuamente dependientes. En esta concepción, el elemento clave es el establecimiento de los mecanismos de “adaptación”. Estos mecanismos (elementos culturales con funciones adaptativas) permiten controlar el flujo de energía utilizado por las poblaciones humanas y mantener el equilibrio del sistema, ya sea restaurando el nivel original o alcanzando un nuevo equilibrio. Con la ecología cultural el énfasis pasa de las áreas culturales a las poblaciones humanas en tanto que forman parte de comunidades bióticas. En el extremo de esta tendencia encontramos la ecología humana.
En este apartado trataremos la polémica determinista, las teorías de la evolución cultural basadas en el control de la energía y el medio y la ecología cultural en su variedad de enfoques.
DETERMINISMO AMBIENTAL VERSUS POSIBILISMO
En la tradición griega, el mundo, incluidos los seres vivos, estaba formado por diferentes proporciones de cuatro principios o elementos fundamentales: el agua, el fuego, el aire y la tierra. Estos elementos son eternos e indestructibles (Cf. Ferrater Mora, 1994). Combinaciones no armónicas de los cuatro elementos llevaban a la enfermedad y a la muerte. Empédocles (c. 483-430 a. C.) señalaba, además, la presencia de dos fuerzas, el Amor y el Odio que actuaban en sentidos opuestos. A la aparición del Odio corresponde la diversificación de los seres individuales, pero la actuación constante del Amor tiende a la perfección y fundirá la diversidad en una sola cosa: la esfera perfecta. Esta teoría fue desarrollada por Hipócrates (c. 460-377 a. C.) el cual distinguió cuatro cualidades, presentes en todas las cosas y cuatro humores: frío, calor, sequedad, humedad y sangre, flema, bilis amarilla, bilis negra respectivamente. De nuevo, las combinaciones adecuadas de los diferentes humores, esta vez influidas por al alimentación, la actividad física y el clima, explicaban la salud y la enfermedad. Además, Hipócrates explicaba las diferencias étnicas entre Europa y Asia en base a las diversidades climáticas (Cf. Moran, 1990:29). Esta noción fue adoptada por Aristóteles y los filósofos romanos que justificaban la superioridad de su civilización en base a la situación geográfica privilegiada del Mediterráneo.
Los pensadores “árabes”, especialmente los geógrafos Ibn Isdrisi (c. 10991166) e Ibn Jaldún (1332-1406) tomaron de los griegos esta fuente explicativa de las diferencias culturales y las aplicaron en sus trabajos. Ya en la Ilustración, Jean Bodin (1530-1596) desarrolla su teoría de los estados en concordancia con los “climas” que les son propios, incluida la monarquía francesa. Pero el determinismo geográfico más elaborado corresponde a Montesquieu (1689-1755), el cual en El espíritu de las leyes (1748) relaciona el temperamento de los pueblos en función de la latitud y la poliginia, por ejemplo, como propia de los climas tropicales (Cf. Harris, 1968:37). También Turgot (1727-1781) en su Historia universal (1750) explica la organización en bandas nómadas en función de la caza y el desarrollo de estados con la abundancia de recursos naturales. Igualmente, el difusionismo del XVIII, con el escocés William Robertson (1721-1793) y su Historia de América (1777), explicaba las similitudes culturales bien por la invención independiente, fruto de condiciones ambientales similares, bien por la difusión (Cf. Morán, op. cit, pág. 35). Estas ideas tuvieron sus críticos, especialmente en Helvecio (1715-1771).
No obstante, todas estas explicaciones ambientales eran complementarias de otros intereses intelectuales, ya sean políticos o históricos y no constituían una sistema explicativo. La primera formulación causal de una teoría determinista ambiental fue formulada por Friedrich Ratzel (18441904) según la cual el ambiente es la causa principal de la diversidad y la distribución de las culturas y la explicación básica de la organización política. Un medio ambiente uniforme conduciría a unidades políticas mientras que un medio ambiente irregular conduciría a divisiones constantes. Ratzel incluía las migraciones y la difusión en su esquema para explicar la variabilidad de la causación introducida. Influido por Darwin y Ritter, el determinismo ambiental expresado en su Anthropogéographie (1882) no es en modo alguno dogmático y reserva un papel a la acción de los “pueblos” o “razas”, a pesar de la importancia de la continentalidad, la insularidad y del espacio geográfico en general en su destino (Cf. Claval, 1974:53).
En geografía, el posibilismo de Vidal de La Blanche (1845-1918) se opone al determinismo ambiental, subrayando el papel del hombre en el medio. En antropología, Franz Boas rechaza los esquemas evolucionistas de Spencer y Morgan y propone, en The Mind of Primitive Man (1911), que el medio proporciona la materia prima para la cultura pero no está determinada por él. Pueblos de esquimales con culturas y medios de vida diferentes vivían en un ambiente similar. En su esquema particularista, la evolución cultural era imprevisible.
Esta idea de que el medio limita las posibilidades de desarrollo cultural pero no las explica, fue desarrollada por Kroeber a partir de los trabajos de Clark Wissler y de otros etnólogos norteamericanos en su formulación de las “áreas culturales” (Cultural and Natural Areas of Native North América, 1939). Kroeber superpuso dos series de mapas, una en base a rasgos culturales y otra puramente geográfica. La correlación entre rasgos culturales y biomas era patente. Kroeber intentó explicar la distribución de estos rasgos a partir de “centros” de cada área cultural, desde los cuales se difundirían. Este concepto permitía conocer también la antigüedad de los diferentes rasgos en función de su proximidad al “clímax cultural”. Aunque la noción de área cultural pronto mostró sus deficiencias, esta formulación influyó en la formulación de la ecología cultural de Steward, alumno de Kroeber y Lowie, expuesta en el siguiente apartado.
ANTROPOLOGIA ECONOMICA: EVOLUCIÓN CULTURAL Y ADAPTACIÓN
A partir de la II Guerra Mundial se recupera la explicación causal de la evolución cultural. La tecnología, entendida como interrelación o adaptación al medio ecológico, se convierte en el factor fundamental para entender la existencia y evolución de los rasgos culturales. La obra de Whyte, The Science of Culture (1949) es importante por cuanto llama la atención sobre el creciente control de la energía disponible por parte de las formas culturales más evolucionadas. A pesar de la polémica con su colega Julian Steward, ambos plantean esquemas evolucionistas similares. Steward distinguió entre el evolucionismo “unilineal” (Spencer, Morgan y Tylor), “universal” (White y Childe) y el “multilineal” (su propuesta). Toda la experiencia humana, razonaba Steward, no podía reducirse a unas cuantas etapas distintas de desarrollo cultural. De ahí su insistencia en describir las regularidades de cambio cultural más que de etapas universales del desarrollo. El concepto de evolución multilineal se organiza en torno a modelos paralelos de desarrollo, que se consideran "tipos culturales":
Los alumnos de Whyte y Steward, Marshall Sahlins y Elman Service, intentaron conciliar sus diferencias en Evolution and Culture (1960), obra en la se proponen dos niveles de evolución, el general, que genera progreso de una forma tendencial, y el particular, que genera diversidad.
La preocupación de Steward por encontrar factores que explicasen procesos de evolución paralelos le llevó a la formulación de su teoría de la ecología cultural. El trabajo de Steward siguió los pasos de Kroeber en lo que a áreas culturales se refiere. En 1936 publicó The Economic and Social Basis of Primitive Bands, una formulación coherente de la interacción entre ecología y cultura. En 1938 publica Basin-Plateau Aboriginal Sociopolitical Groups y en 1946 su Handbook of South American Indians. Además, intentó, aplicar con sus alumnos sus principios de ecología cultural en Puerto Rico.
Su propuesta es la siguiente: el medio afecta sobre todo a un núcleo básico de todo sistema sociocultural. Este núcleo está constituido por la división del trabajo, el tamaño y la estabilidad de los grupos locales, su distribución en el espacio y las reglas de residencia. En base a ese núcleo es posible constituir tipos culturales que permiten la comparación. Los tipos culturales se componen de elementos culturales seleccionados más que de culturas como totalidades; estos elementos culturales deben seleccionarse en relación a un problema y a un marco de referencia. Los elementos culturales que se han seleccionado deben tener las mismas relaciones funcionales en cada cultura.
La uniformidad de los tipos culturales es explicada por la existencia de un proceso de adaptación ecológica similar aunque esta relación no es un a priori sino que debe siempre demostrada empíricamente.
Metodológicamente, Steward propone realizar en primer lugar una descripción de la cultura material relacionada con la subsistencia (armas, vivienda, herramientas, ...) y del medio ambiente; a continuación un análisis de los aspectos de la organización social relativos al uso de tecnología para la subsistencia y, por fin, un análisis de la interacción de estos factores con el resto de la cultura.
La propuesta de Steward ha sido contestada por diferentes autores entre los que cabe destacar a Geertz (1963). Sin embargo su influencia ha sido determinante por su énfasis en la ecología y las artes de subsistencias así como por su formulación implícita de la retroalimentación entre medio y cultura.
La explicación de la diversidad humana, esto es, de las culturas, entendidas como modos de vida, tiene una larga tradición (Cf. Harris, 1968). Una corriente de explicaciones propone el medio ambiente (la geografía y el clima) como una de las fuentes principales de la diversidad cultural. Contra este determinismo también existe un larga tradición que enfatiza la cultura como causa de la cultura (Kroeber) y que, en todo caso, reconoce en el medio la existencia de elementos limitadores. La ecología cultural representa un enfoque diferente, al no distinguir medio y cultura como entes separados sino como mutuamente dependientes. En esta concepción, el elemento clave es el establecimiento de los mecanismos de “adaptación”. Estos mecanismos (elementos culturales con funciones adaptativas) permiten controlar el flujo de energía utilizado por las poblaciones humanas y mantener el equilibrio del sistema, ya sea restaurando el nivel original o alcanzando un nuevo equilibrio. Con la ecología cultural el énfasis pasa de las áreas culturales a las poblaciones humanas en tanto que forman parte de comunidades bióticas. En el extremo de esta tendencia encontramos la ecología humana.
En este apartado trataremos la polémica determinista, las teorías de la evolución cultural basadas en el control de la energía y el medio y la ecología cultural en su variedad de enfoques.
DETERMINISMO AMBIENTAL VERSUS POSIBILISMO
En la tradición griega, el mundo, incluidos los seres vivos, estaba formado por diferentes proporciones de cuatro principios o elementos fundamentales: el agua, el fuego, el aire y la tierra. Estos elementos son eternos e indestructibles (Cf. Ferrater Mora, 1994). Combinaciones no armónicas de los cuatro elementos llevaban a la enfermedad y a la muerte. Empédocles (c. 483-430 a. C.) señalaba, además, la presencia de dos fuerzas, el Amor y el Odio que actuaban en sentidos opuestos. A la aparición del Odio corresponde la diversificación de los seres individuales, pero la actuación constante del Amor tiende a la perfección y fundirá la diversidad en una sola cosa: la esfera perfecta. Esta teoría fue desarrollada por Hipócrates (c. 460-377 a. C.) el cual distinguió cuatro cualidades, presentes en todas las cosas y cuatro humores: frío, calor, sequedad, humedad y sangre, flema, bilis amarilla, bilis negra respectivamente. De nuevo, las combinaciones adecuadas de los diferentes humores, esta vez influidas por al alimentación, la actividad física y el clima, explicaban la salud y la enfermedad. Además, Hipócrates explicaba las diferencias étnicas entre Europa y Asia en base a las diversidades climáticas (Cf. Moran, 1990:29). Esta noción fue adoptada por Aristóteles y los filósofos romanos que justificaban la superioridad de su civilización en base a la situación geográfica privilegiada del Mediterráneo.
Los pensadores “árabes”, especialmente los geógrafos Ibn Isdrisi (c. 10991166) e Ibn Jaldún (1332-1406) tomaron de los griegos esta fuente explicativa de las diferencias culturales y las aplicaron en sus trabajos. Ya en la Ilustración, Jean Bodin (1530-1596) desarrolla su teoría de los estados en concordancia con los “climas” que les son propios, incluida la monarquía francesa. Pero el determinismo geográfico más elaborado corresponde a Montesquieu (1689-1755), el cual en El espíritu de las leyes (1748) relaciona el temperamento de los pueblos en función de la latitud y la poliginia, por ejemplo, como propia de los climas tropicales (Cf. Harris, 1968:37). También Turgot (1727-1781) en su Historia universal (1750) explica la organización en bandas nómadas en función de la caza y el desarrollo de estados con la abundancia de recursos naturales. Igualmente, el difusionismo del XVIII, con el escocés William Robertson (1721-1793) y su Historia de América (1777), explicaba las similitudes culturales bien por la invención independiente, fruto de condiciones ambientales similares, bien por la difusión (Cf. Morán, op. cit, pág. 35). Estas ideas tuvieron sus críticos, especialmente en Helvecio (1715-1771).
No obstante, todas estas explicaciones ambientales eran complementarias de otros intereses intelectuales, ya sean políticos o históricos y no constituían una sistema explicativo. La primera formulación causal de una teoría determinista ambiental fue formulada por Friedrich Ratzel (18441904) según la cual el ambiente es la causa principal de la diversidad y la distribución de las culturas y la explicación básica de la organización política. Un medio ambiente uniforme conduciría a unidades políticas mientras que un medio ambiente irregular conduciría a divisiones constantes. Ratzel incluía las migraciones y la difusión en su esquema para explicar la variabilidad de la causación introducida. Influido por Darwin y Ritter, el determinismo ambiental expresado en su Anthropogéographie (1882) no es en modo alguno dogmático y reserva un papel a la acción de los “pueblos” o “razas”, a pesar de la importancia de la continentalidad, la insularidad y del espacio geográfico en general en su destino (Cf. Claval, 1974:53).
En geografía, el posibilismo de Vidal de La Blanche (1845-1918) se opone al determinismo ambiental, subrayando el papel del hombre en el medio. En antropología, Franz Boas rechaza los esquemas evolucionistas de Spencer y Morgan y propone, en The Mind of Primitive Man (1911), que el medio proporciona la materia prima para la cultura pero no está determinada por él. Pueblos de esquimales con culturas y medios de vida diferentes vivían en un ambiente similar. En su esquema particularista, la evolución cultural era imprevisible.
Esta idea de que el medio limita las posibilidades de desarrollo cultural pero no las explica, fue desarrollada por Kroeber a partir de los trabajos de Clark Wissler y de otros etnólogos norteamericanos en su formulación de las “áreas culturales” (Cultural and Natural Areas of Native North América, 1939). Kroeber superpuso dos series de mapas, una en base a rasgos culturales y otra puramente geográfica. La correlación entre rasgos culturales y biomas era patente. Kroeber intentó explicar la distribución de estos rasgos a partir de “centros” de cada área cultural, desde los cuales se difundirían. Este concepto permitía conocer también la antigüedad de los diferentes rasgos en función de su proximidad al “clímax cultural”. Aunque la noción de área cultural pronto mostró sus deficiencias, esta formulación influyó en la formulación de la ecología cultural de Steward, alumno de Kroeber y Lowie, expuesta en el siguiente apartado.
ANTROPOLOGIA ECONOMICA: EVOLUCIÓN CULTURAL Y ADAPTACIÓN
A partir de la II Guerra Mundial se recupera la explicación causal de la evolución cultural. La tecnología, entendida como interrelación o adaptación al medio ecológico, se convierte en el factor fundamental para entender la existencia y evolución de los rasgos culturales. La obra de Whyte, The Science of Culture (1949) es importante por cuanto llama la atención sobre el creciente control de la energía disponible por parte de las formas culturales más evolucionadas. A pesar de la polémica con su colega Julian Steward, ambos plantean esquemas evolucionistas similares. Steward distinguió entre el evolucionismo “unilineal” (Spencer, Morgan y Tylor), “universal” (White y Childe) y el “multilineal” (su propuesta). Toda la experiencia humana, razonaba Steward, no podía reducirse a unas cuantas etapas distintas de desarrollo cultural. De ahí su insistencia en describir las regularidades de cambio cultural más que de etapas universales del desarrollo. El concepto de evolución multilineal se organiza en torno a modelos paralelos de desarrollo, que se consideran "tipos culturales":
Los alumnos de Whyte y Steward, Marshall Sahlins y Elman Service, intentaron conciliar sus diferencias en Evolution and Culture (1960), obra en la se proponen dos niveles de evolución, el general, que genera progreso de una forma tendencial, y el particular, que genera diversidad.
La preocupación de Steward por encontrar factores que explicasen procesos de evolución paralelos le llevó a la formulación de su teoría de la ecología cultural. El trabajo de Steward siguió los pasos de Kroeber en lo que a áreas culturales se refiere. En 1936 publicó The Economic and Social Basis of Primitive Bands, una formulación coherente de la interacción entre ecología y cultura. En 1938 publica Basin-Plateau Aboriginal Sociopolitical Groups y en 1946 su Handbook of South American Indians. Además, intentó, aplicar con sus alumnos sus principios de ecología cultural en Puerto Rico.
Su propuesta es la siguiente: el medio afecta sobre todo a un núcleo básico de todo sistema sociocultural. Este núcleo está constituido por la división del trabajo, el tamaño y la estabilidad de los grupos locales, su distribución en el espacio y las reglas de residencia. En base a ese núcleo es posible constituir tipos culturales que permiten la comparación. Los tipos culturales se componen de elementos culturales seleccionados más que de culturas como totalidades; estos elementos culturales deben seleccionarse en relación a un problema y a un marco de referencia. Los elementos culturales que se han seleccionado deben tener las mismas relaciones funcionales en cada cultura.
La uniformidad de los tipos culturales es explicada por la existencia de un proceso de adaptación ecológica similar aunque esta relación no es un a priori sino que debe siempre demostrada empíricamente.
Metodológicamente, Steward propone realizar en primer lugar una descripción de la cultura material relacionada con la subsistencia (armas, vivienda, herramientas, ...) y del medio ambiente; a continuación un análisis de los aspectos de la organización social relativos al uso de tecnología para la subsistencia y, por fin, un análisis de la interacción de estos factores con el resto de la cultura.
La propuesta de Steward ha sido contestada por diferentes autores entre los que cabe destacar a Geertz (1963). Sin embargo su influencia ha sido determinante por su énfasis en la ecología y las artes de subsistencias así como por su formulación implícita de la retroalimentación entre medio y cultura.
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