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miércoles, 9 de diciembre de 2009

ANTROPOLOGIA ECONOMICA: CAPÍTULO III


ORIENTACIONES TEÓRICAS EN ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA

En este capítulo abordamos una exposición sistemática de las principales orientaciones teóricas existentes en el campo de la antropología económica y que fueron enunciadas en el primer capítulo. Las corrientes que examinaremos son el debate formalista-sustantivista, la ecología cultural y el materialismo cultural, el neomarxismo francés y las propuestas de síntesis de Gudeman. Al final del capítulo incluimos un apartado que pasa revista a las cuestiones relacionadas con el “Desarrollo”. Otras corrientes más recientes, autodenominadas “Ecología política” o “Antropología de los Desastres” no serán analizadas aquí.

EL DEBATE FORMALISTAS-SUSTANTIVISTAS

El debate formalistas-sustantivistas en antropología económica se ha desarrollado en dos etapas: en los años cuarenta con las discusiones de Herskovits y Firth frente a Thurnwald y Malinowski, y en los años 60 con Leclair, Scheneider y Burling frente a Polanyi, Dalton y Sahlins. Los formalistas se declaran partidarios de la aplicabilidad de la teoría económica a todas las sociedades. Herskovits, Firth, Leclair, Scheneider y Burling se cuentan entre ellos, con diferentes énfasis, sin embargo. En cambio, para los sustantivistas, las instituciones económicas tienen que ser estudiadas en cada caso; la teoría económica no es de aplicación general, sino particular, sustantiva, es decir, propia únicamente de la sociedad Occidental.

Un precedente de este debate lo podemos encontrar, como vimos en el capítulo anterior, en Weber donde distingue los dos enfoques del hecho económico. Los trabajos de Weber influyeron en Thurnwald (Bánaro Society, 1916) y éste en Malinowski y Mauss.

Kaplan (1974) valora acertadamente en nuestra opinión que en el fondo del debate se halla en realidad una discrepancia acerca de la visión de la ciencia: una deductiva y formal (formalismo) y otra empírica e inductiva (sustantivismo).

ARGUMENTOS FORMALISTAS

Los argumentos formalistas son bien conocidos: no existen medios ni fines específicamente económicos sino que sólo es económico el proceso de asignación de recursos escasos a fines alternativos. Todas las sociedades se enfrentan con el reto de conseguir los recursos necesarios para satisfacer las necesidades, esto es, un sistema económico.

Veamos un fragmento tomado del libro de Herskovits, Economic Anthropology. A Study in Comparative Economics (1952:13):
Los elementos de escasez y de opción, los dos factores más señalados en la experiencia humana que da su razón de ser a la ciencia económica, descansan sobre una base psicológica firme. Es una verdad obvia la de que las necesidades son susceptibles de un grado de expansión cuyo límite no ha sido alcanzado todavía en ninguna sociedad conocida. Las necesidades, para decirlo de otro modo, manifiestan claramente una cierta cualidad dinámica que parece derivarse de la capacidad de inventiva y de asimilación del hombre y que deben atribuirse, en última instancia, a la aturaleza acumulativa de la misma cultura humana. Cada generación acepta como bueno el nivel cultural de la sociedad en la que ha nacido. Y cada una de ellas, añade su propia contribución a la cultura global del grupo en que se halla encuadrada.

El formalismo de Herskovits introduce un intento de compromiso entre sociedad e individuo: la sociedad es más que una suma de Robinsones Crusoes. La antropología económica debe dar cuenta en sus explicaciones de la organización social global sin olvidar, sin embargo, las necesidades y conductas individuales. La conducta económica se da en todas las sociedades. Lo que ocurre es que en las sociedades primitivas la escasez es tal que las posibilidades de elección se hallan extremadamente limitadas.
No es que no tengan una conducta económica, sino que se hallan en un extremo de un continuum que llega hasta nuestra sociedad. Pero, la necesidad de opción existe, en mayor o menor medida, en todos los casos.

La conducta racional de nuestra sociedad, continúa, consiste en diferir la satisfacción de las necesidades y acumular los recursos para producir más bienes y multiplicar los servicios. Sin embargo, existen muchas culturas, por no decir que son la mayoría, en que esa actitud de diferir la satisfacción de las necesidades se considera desventajosa, donde es el buen juicio el que indica que los recursos deben gastarse y donde no existe la tradición de incrementar la producción y multiplicar los servicios.

Raymond Firth, al que ha menudo se tilda de “formalista”sin más, detenta una posición muy matizada. Es formalista en tanto en cuanto comparte la idea de que la “ciencia económica” debe aplicarse de forma universal y que es necesario explorar los procesos de formación del ahorro, el capital y el crédito, así como de tener en cuenta las opciones individuales en la explicación Pero nada más. Firth (y Herskovits) reconocen y aplican el relativismo cultural con todas su consecuencias. Firth, en especial, describe de forma magistral el papel de las instituciones, la magia, la religión, el parentesco, la estructura política en la economía, ya sea entre los tikopia o entre pescadores malayos (1966). Fredrik Barth (1967) y Sutti Ortiz (1973) exploran también las opciones individuales para el ahorro y la inversión, pero completamente contextualizadas en el marco social y cultural. Al igual que Firth, son “formalistas” por los mismos conceptos, pero están muy alejados de Burling (1974), Leclair (1974) o Plattner (1985, 1989), los cuales intentan establecer modelos predictivos en los temas que tocan. .

ARGUMENTOS SUSTANTIVISTAS

Los sustantivista, con Polayi al frente, defienden que la postulación de un principio formal universal abstracto deja, en realidad, indeterminados los comportamientos que se quieren explicar. La escasez no es una condición existencial del hombre sino sólo una condición de la economía capitalista de mercado.


Hablar de sustantivismo es hablar de Karl Polanyi. Éste nace en Budapest en 1886, trasladándose en 1964 a Canadá. En 1930 emigra a Inglaterra.
Entre 1947 y 1953 imparte clases en la Universidad de Columbia (EUA).
La formulación clásica del sustantivismo la encontramos en el capítulo IV de su libro The Great Transformation (1944) en el cual se formulan los principios de integración económica (reciprocidad, redistribución e intercambio). En 1957 Polanyi, Arensberg y Neale publican Trade and Market in the Early Empires una colección de estudios de caso sobre instituciones económicas. En 1975, post-mortem, se publica The livelihood of Man.

La propuesta de Polanyi es la siguiente:

1. La economía, tal como nosotros la percibimos es una construcción social históricamente determinada.
2. En la sociedad primitiva y en los imperios antiguos la economía no forma una esfera separada de actividad sino que está incrustada en el resto de instituciones sociales.
3. La pregunta no es por qué comercio, moneda y mercado han estado históricamente separados sino por qué se han unido en nuestra sociedad.

Veamos cada una de ellas.

La economía occidental como hecho histórico. El concepto de economía, tal como nosotros lo entendemos surgió con los fisiócratas franceses al constatar la existencia de interdependencias entre las fluctuaciones de precios de trigo, la tierra, bienes, etc: el mercado. En La Gran Transformación (1944)
Polanyi intenta demostrar que la existencia de una economía de mercado, esto es, de un sistema de mercados autoregulados, es un proceso relativamente reciente en la historia. Este proceso de hacer de la ganancia el núcleo central de la vida y del sistema económico, de mercantilizar las personas y las cosas, no ha progresado ininterrumpidamente sino que ha tenido resistencias con mayor o menor éxito. Por ejemplo, en 1795 en Speenhamland, Inglaterra, los jueces decretaron un salario mínimo de los pobres, independiente de su nivel de renta y en relación con el precio del pan; esto es, intentaron limitar el mercado libre de mano de obra. El resultado, como puede preverse fácilmente, fue devastador: baja productividad y salarios por debajo del nivel de subsistencia. El intento de creación de un orden capitalista, continúa Polanyi, sin un mercado de mano de obra, había fracasado.

La economía como esfera autónoma. Según el autor, el trabajo de Malinowski “The primitive economics of the tobriand islanders” (1921) demostró la producción y la distribución de bienes estaba incrustada en relaciones sociales no económicas, como la magia y el parentesco. No existía una esfera económica separada. Se debe buscar en la intervención del estado, el mercantilismo, la deus ex machina de la aparición de los sistemas de mercados autorregulados, al constituir mercados "nacionales" y romper las barreras de los mercados locales (Cf. 1944:73). Sin embargo, ni en la sociedad feudal ni en el mercantilismo existió un sistema económico separado de la sociedad. La institucionalización de tal separación ocurrió solamente en el siglo XIX, momento en que la tierra y el trabajo, la naturaleza y las personas también se convierten, aunque de manera ficticia, pues no han sido producidas para la venta, en mercancías en una sociedad de mercado.

Moneda, mercado, comercio. ¿Cómo se explica que en la Babilonia de Hammurabi la plata fuese patrón de valor, la cebada medio de pago y el aceite, la madera y los alimentos básicos medio de intercambio? La respuesta está en que la moneda ha tenido históricamente cuatro usos que sólo se unen en nuestra sociedad (medio de cambio, de atesoramiento, de pago y de patrón de valor). En los imperios antiguos, redistributivos, el intercambio y el comercio son posibles por la legislación divina de equivalencias (el código de Hammurabi contiene tablas de equivalencias).

El comercio y los mercados han funcionado históricamente fuera de la sociedad en lugar de dentro de ella, es decir, como sistemas accesorios del modelo global cultural. El comercio a larga distancia es previo al comercio interior, a mercados segmentados y con fuertes restricciones rituales para garantizar tanto la paz del mercado como para evitar su extensión indiscriminada. Así tenemos, por ejemplo, sociedades con comercio pero sin comerciantes. Polanyi documenta diferentes actores de comercio: Tamkarum (Mesopotamia, valle del Nilo, de clase alta, terratenientes, status elevado, comerciantes, diplomáticos, banqueros pero sin beneficio directo del intercambio); Metic (Atenas, Helenismo, artesanos de clase baja, con beneficio de sus transacciones pero con un status bajo) y pueblos comerciantes como los vikingos, los fenicios o los tuareg. Las formas de comercio son muy variadas, pasando por los socios comerciales al comercio silencioso entre desconocidos. Igualmente, ha que distinguir entre mercado y lugar de mercado, esto es, el hecho de que existan mercados no implica que exista una sociedad de mercado.

Finalmente, Polanyi apunta los siguiente:

El gran descubrimiento de la reciente investigación histórica y antropológica es que la economía humana está sumergida por regla general en las relaciones sociales de los hombres. El hombre no actúa para salvaguardar sus intereses individuales en la posesión de bienes materiales, sino para salvaguardar su posición social, sus derechos sociales, sus activos sociales. El hombre evalúa los bienes materiales sólo en la medida en que sirvan a este fin. (...) Estos intereses serán muy diferentes en una pequeña comunidad de cazadores o pescadores en relación con los existentes en una vasta sociedad despótica, pero en ambos casos se administrará el sistema económico por motivaciones no económicas. (op. cit, pág. 56).

Este énfasis en el prestigio, más que en la ganancia individual, también es señalado por Firth (1935:13) y Weber, como vimos en el capítulo anterior.
Pero, a diferencia de Polanyi, estas motivaciones son simultáneas a las motivaciones “económicas” (léase: riqueza), no alternativas, e igualmente racionales.

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