En 1952 Herskovits publica su Economic Anthropology. A Study in Comparative Economics, ampliación de su libro anterior The Economic Life of Primitive Peoples (1940). En esta obra, un amplísimo compendio de hechos “económicos”, se intenta fundar una antropología económica que aplique los principios de la ciencia económica al estudio de las sociedades “primitivas”. Hasta ese momento, se disponían de un puñado de obras sobre el tema. En 1921 Malinowski publica su artículo “The Primitive Economics of the Tobriand Islanders” donde muestra que no se podía hablar del “salvaje” individualista, sino más bien del “comunista” y dónde presenta una sociedad diligente y altamente organizada. En 1929 Firth publica Primitive Economics of the New Zealand Maori, tesis doctoral realizada bajo la influencia de Malinowski. En 1932 Thurnwald publica una influyente obra.
Economics in Primitive Communities que desarrolla algunos de los temas ya presentes en Bánaro Society (1916). Malinowski con su Coral Gardens (1935), Stephan Viljoen, con The Economics of Primitive Peoples (1936), el mismo Firth con Primitive Polinesian economy (1939) y Goodfellow con su Principles of Economic Sociology. The Economics of Primitive Life as Illustrated from the Bantu peoples, también de 1939, completan el panorama.
En todas esas obras se expresa la misma preocupación por definir el campo de lo que se estaba estudiando y sus relaciones con la economía. Ya sabemos de la enorme influencia que la economía neoclásica ha tenido en esta empresa intelectual. De hecho, en esta etapa de formación de la disciplina ya aparece la división entre los partidarios de la ampliación de los principios de la teoría económica neoclásica a las sociedades primitivas (Goodfellow y Viljoen en la versión más “ortodoxa” y Herskovits y Firth en la versión más posibilista) y los interesados por un análisis más sustantivo (Thurnwald y Malinowski). No insistiremos más en ello. Solamente destacaremos los puntos comunes de las diferentes contribuciones.
Existe en primer lugar una preocupación por documentar los medios de subsistencia y la tecnología empleada, algo de lo que no se ocupan los economistas en nuestra sociedad de forma sistemática. De hecho, el estudio de las formas técnicas iniciado por Leroi-Gourhan (1945) no ha tenido continuidad en el plano teórico en antropología. En esta tecnología se incluye el conocimiento tradicional y sus medios de adquisición y reproducción.
En segundo lugar, se intentan recoger y sistematizar datos “económicos”, como las horas de trabajo, las cantidades cambiadas, las proporciones de la cosecha asignadas al tributo, etc. algo que los economistas toman directamente de las organizaciones dedicadas a producir datos estadísticos y sobre las que elaboran sus modelos predictivos. Esta tarea es sin embargo enorme en las sociedades primitivas y se justifica en sí misma.
Por último, los diferentes autores exploran los procesos de decisión y asignación de recursos a la producción y distribución de bienes, ya sea mediante la explicación de las instituciones que actúan o mediante la identificación de los intereses de los individuos o unidades identificadas. El análisis “macroeconómico”, más que el microeconómico, es el adoptado aquí.
La macroecoconomía se preocupa de los procesos globales, o agregados, como el desarrollo económico, la distribución de la renta, los niveles de precios, la relación entre bienes de consumo e inversión y el empleo. De hecho, se parece más a la economía política que no a la microeconomía inventada por los neoclásicos.
Vemos, pues, que la antropología económica tampoco puede ser completamente definida como la trasposición de lo que los economistas hacen en nuestra sociedad a las sociedades primitivas o “tradicionales”, como no pudo serlo atendiendo a las definiciones existentes de lo “económico”.
¿Cuál es pues, el campo de actuación de la antropología económica? Bajo nuestro punto de vista la antropología económica se ocupa de estudiar el entramado institucional que actúa en la producción y reproducción de la vida humana. El enfoque está, siguiendo el título de Polanyi (1977), en centrarse en los mecanismos que permiten el sustento del hombre (The Livelihood of Man) o los medios de vida (Narotzky, 1997). Este enfoque permite analizar tanto sociedades primitivas como las llamadas “economías étnicas” o las redes de trueque actuales (ver infra). Sabemos que estos mecanismos se presentan en entramados institucionales, de forma que se puede contratar a parientes, ser un empresario exitoso vendiendo a los “amigos” y “vecinos” o precisar de un especialista en magia para realizar labores agrícolas. En estos ejemplos, la acción económica está integrada con el parentesco, las relaciones sociales o la religión respectivamente. En el concepto de medios de vida están incluidos los procesos de circulación y consumo y es posible aplicarlo tanto a sociedades precapitalistas como capitalistas. De ahí la expresión, que creemos acertada, de Antropología de las Instituciones Económicas, en el sentido que la antropología económica se ocupa de aquéllas instituciones que tienen que ver con los medios de vida pero no necesariamente exclusivamente8.
¿Cuál puede ser el futuro de esta antropología económica? El diálogo entre economistas y antropólogos prácticamente no ha existido, como sabemos, por lo que no podemos esperar que la situación cambie en el futuro. Los métodos deductivos, las elaboraciones matemáticas y la series estadísticas (Nash, 1966) no han sido tradicionalmente del agrado de la antropología tomada como un conjunto (aunque sí de los antropólogos “formalistas” y de otras escuelas dentro de la antropología). Pensamos, sin embargo, que la antropología económica ha recogido y elaborado un conjunto de materiales y proposiciones que son de interés tanto para la economía como para la mejor comprensión de las sociedades por ella estudiadas.
El primer elemento es el comparativo. La economía Occidental podría beneficiarse de los hallazgos realizados por al antropología económica en el campo de las esferas de intercambio, la economía de prestigio o los sistemas de mercados. La antropología social y cultural es por definición comparativa y estudia la diversidad humana.
El segundo elemento es la teoría del valor. La antropología económica puede aportar elementos a este debate, tanto desde el punto de vista de las utilidades culturalmente definidas, como de la etnografía de los objetos preciosos y la moneda primitiva. Utilitaristas escolásticos o neoclásicos, fisiócratas y partidarios del valor-trabajo han mostrado diferentes aspectos de la teoría del valor que, bien acierta en predecir los precios en mundos ideales, despojados de las relaciones sociales, o bien las describe pero sin aportar una teoría satisfactoria de estos últimos. Por último, la tierra, el agua y el aire vuelven a ser elementos del debate en un Planeta que se ha quedado pequeño para considerar esos elementos simples externalidades (Martínez-Alier, 1992).
8 Evidentemente, esta propuesta de Antropología de la Institucions Económicas correspondea Valdés, op. cit. Para la cuestión de las instituciones sociales ver Valdés, Ramón y María (1989).
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