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jueves, 10 de diciembre de 2009

ANTROPOLOGIA ECONOMICA: CAPÍTULO IV . ECONOMÍA INFORMAL Y EMPLEO



CAPÍTULO IV . ECONOMÍA INFORMAL Y EMPLEO


Como hemos visto, el desarrollo del capitalismo ha llevado al establecimiento de estrategias de organización flexible y al desarrollo de tecnologías de la información que están teniendo profundas implicaciones en la reestructuración de las relaciones de dependencia mundiales. En este contexto cabe preguntarse por los conceptos de “trabajo”, “empleo”, los límites de la economía formal e informal, así como la creciente incorporación de inmigrantes en los “mercados de trabajo” de los países centrales.

En este capítulo estudiaremos los procesos que explican las diferentes estructuras de oportunidades existentes en nuestra sociedad. La idea que existe un sistema productivo legal formado por una estructura de “puestos de trabajo” racionalmente diseñados para la realización de las actividades necesarias y que estos puestos de trabajo son ocupados por las personas más adecuadas en función de su capacitación y experiencia es, simplemente, una ficción. El acceso al trabajo, por el contrario, es un proceso profundamente influenciado por la clase social, el colectivo étnico y el género, además de por el nivel y tipo de estudios.

La segunda ficción institucionalizada es la existencia de un “mercado” de empresas y organizaciones que compiten entre sí en un marco legal tutelado por las Administraciones públicas. Galbraith (1968, 1985) ya puso de manifiesto que el término oligopolio define bastante mejor la realidad que el término “mercado”, por lo menos por los que al núcleo de la economía se refiere. Además, los aspectos formales e informales de la economía presentan una continuidad que hace difícil concebir la economía sumergida, negra o informal, como simplemente manifestaciones no deseables del sistema. De hecho, no se puede concebir la una sin la otra.

Por último, la tercera ficción está constituida por la idea que los individuos consumen en el mercado y se relacionan en el sistema de producción movidos exclusivamente por una racionalidad económica: el contrato, el sueldo, las oportunidades de promoción y así sucesivamente. Como sabemos, esto es verdad sólo a medias. No sólo los marginados, los comerciales de venta directa, o los corruptos o mafiosos, por citar algunos ejemplos, se basan en relaciones de reciprocidad para lograr sus objetivos o simplemente sobrevivir, sino que la reciprocidad se sitúa en la base de un amplio abanico de actividades que podemos calificar de “económicas”.

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