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jueves, 10 de diciembre de 2009

ANTROPOLOGIA ECONOMICA: LA INVOLUCIÓN CAPITALISTA



LA INVOLUCIÓN CAPITALISTA

La vieja idea de “involución” asociada a desarrollo la encontramos de nuevo en la propuesta de Ankie Hoogvelt en su libro Globalization and the Postcolonial World. The New Political Economy of Development (2001).
Hoogvelt distingue en primer lugar cuatro períodos en el desarrollo del capitalismo:

• Fase mercantil (de 1500 a 1800). Esta fase se caracteriza por el saqueo sistemático, disfrazado de comercio.
• Fase colonial (de 1800 a 1950). División internacional del trabajo impuesta en los términos de los colonizadores y trasferencia de beneficios económicos a las metrópolis.
• Fase neo-colonial (de 1950 a 1970). Esta fase se caracteriza por el “desarrollismo” y las rentas tecnológicas cobradas a las colonias.
• Fase post-imperialista (1970 a la actualidad), caracterizada por la trasferencia de valor mediante la deuda externa.
El desarrollo capitalista encontró en el fordismo economías de escala que aumentaron enormemente la productividad y la producción en masa. Sin embargo esta tipo de organización no podía absorber reducciones en la demanda. La crisis resultante se resolvió en una variedad de formas, pero todas ellas caracterizadas por un concepto clave: la flexibilidad. Producción flexible, trabajo flexible, organización flexible … La reorganización del capitalismo puede resumirse en tres grandes estrategias: la especialización flexible, la producción flexible y la empresa-red. Veamos cada una de ellas.

Piore y Sabel (1984), a partir de la experiencia del Norte de Italia y del sector de la confección en Nueva York formularon la noción de distrito industrial, según la cual a partir de unas empresas cabecera se desarrollaba toda una red de pequeñas empresas subcontratadas que conformaban un conglomerado económico y social con características propias. El distrito industrial, como estrategia flexible de producción, se asimiló a eficacia dejando de lado los procesos de explotación y precariedad en el empleo también presentes. Los costos de la formalización, esto es, contratos estables de trabajo, almacenes e infraestructuras productivas, se trasladaban en gran parte a los proveedores. Una forma adicional de especialización flexible estaría formada por las empresas trasladadas a países en los que la mano de obra es más barato o los costos ambientales o de otro tipo más bajos.

La segunda estrategia de reorganización del capitalismo la constituye la organización flexible. Esta organización permite, con las mismas herramientas, elaborar productos diferentes. Combinada con el just-in-time, una estrategia que tiene a reducir a cero el stock, el llamado modelo Toyota acabó imponiéndose en amplios sectores de la industria. Esta reorganización productiva trasladaba a los operarios gran parte de las decisiones y la responsabilidad, por lo que el modelo burocrático basado en mano de obra poco especializada y en la supervisión por parte de una serie de niveles jerárquicos dejó de ser aplicable. En su lugar, se desarrollaron estrategias para aumentar la formación de los trabajadores por una parte y para aumentar su compromiso con la empresa por la otra, la cultura de empresa.

Por último, y, en parte resultado de las anteriores estrategias, a partir de los noventa se ha desarrollado un modelo de empresa llamado por Castells (1996), empresa-red, que se caracteriza por disponer de un núcleo altamente productivo en el que se establece la política a seguir, la imagen de marca y el know-how a implantar por una red de franquicias o socios. El desarrollo de las tecnologías de la información ha permitido este funcionamiento en tiempo real de organizaciones capitalistas distribuidas de forma flexible por todo el planeta. Esta tendencia representa un paso más en la tendencia al outsourcing (subcontratar todo lo que no sea central), el downsizing (hacerse más pequeño) y, más recientemente, la llamada gestión del conocimiento.
Esta pérdida de empleos en la industria de los países centrales ha llevado a la formulación de la llamada teoría del “fin del trabajo” que analizaremos en el siguiente capítulo y, según la cual, el sector servicios no podrá absorber esta población trabajadora “sobrante”.

Esta reorganización del capitalismo, en la cual la movilidad instantánea de los capitales financieros a cualquier sector productivo del planeta es una característica fundamental, lleva a la redefinición de las posiciones de los países del centro y la periferia y a una “involución capitalista”. Esta involución significa que en los países del centro se refuerza el crecimiento capitalista, aumenta la productividad y la innovación mientras que el resto del planeta se estructura en dos círculos adicionales. El núcleo capitalista estaría formado por un 20% de la población mundial, esto es, ricos y trabajadores “estables” y sus familias. El segundo círculo estaría formado por otro 20-30% de la población: personas que entran y salen del mercado del trabajo y que carecen de seguridad. Esta precariedad es la cara social de la flexibilidad. El tercer círculo, el mayor, está constituido por personas y estados que han sido ya excluidos del sistema global. Dado que no tienen un papel productivo, ni pueden consumir en este capitalismo orientado al consumo de información, carecen de posibilidades de “desarrollo” (Cf. Hoogvelt, 2001: 258 y ss.). El concepto de Desarrollo, si alguna vez tuvo sentido, ha dejado definitivamente de tenerlo.

En el siguiente capítulo analizamos algunas de las respuestas de diferentes grupos sociales a las nuevas condiciones que impone el sistema capitalista.

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