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jueves, 10 de diciembre de 2009

ANTROPOLOGIA ECONOMICA: LA COMUNIDAD CORPORATIVA



LA COMUNIDAD CORPORATIVA

Eric Wolf, a partir de la comparación de comunidades de México y Guatemala con Java, identificó la existencia de una comunidad corporativa campesina “cerrada” caracterizada por una agricultura de subsistencia (i), la producción de un fondo de renta (ii) y la existencia de sistemas para
prevenir la entrada de extraños en la comunidad (esto es, a las tierras) (iii).
Como hemos señalado, estas comunidades campesinas son el resultado de la dominación colonial española y holandesa respectivamente. La dominación colonial constituyó unidades administrativas basadas en el territorio, limitó las tierras disponibles de las unidades administrativas para permitir la instalación de colonos e hizo recaer los tributos y los servicios sobre las respectivas comunidades. En ambos casos, las explotaciones comerciales encontraron beneficiosa la relación con comunidades más que con individuos. En general, continúa Wolf, este tipo de comunidades aparecen en sociedades duales, con una clase dominante y una clase campesina dominada (e.g. mir ruso). Así, el sistema de cargos debe interpretarse como una respuesta defensiva a los peligros que amenazan al campesino: la falta de tierra y la completa proletarización.

No se trata de simples "supervivencias" ni consecuencias del "retraso cultural", ni se deben a la putativa tendencia al conservadurismo, característica de cualquier cultura. No ejemplifican la "contemporaneidad de los no contemporáneos". Existen porque sus funciones son contemporáneas (1957:94).

En el caso de Mesoamérica, este sistema de cargos fue importado de la península Ibérica, seguramente a partir de un modelo de cofradías reservado a grupos étnicos (Moreno, 1985:191).

Estamos plenamente de acuerdo con los autores citados cuando señalan que tanto las propias comunidades como el sistema de cargos con un hecho fundamentalmente político, que revela la forma misma de articulación entre la sociedad global (el Estado) y los grupos locales. Por ello, es imprescindible estudiar las funciones estructurales del sistema sin reducirnos a las funciones que éste cumple en el interior de cada comunidad específica. Nuestra tesis es que se trasplanta a América, implantándolo en las comunidades indígenas tras la conquista, el modelo hispano de cofradías étnicas. Para entender bien esto, hemos de detener nuestra argumentación directamente referida al sistema de cargos para exponer los elementos fundamentales del modelo de sistema de cofradías que hemos elaborado hace unos años con base a nuestros trabajos antropológicos en Andalucía.

Con la participación en el sistema de cargos se consiguen simultáneamente diferentes efectos: afirmación de la comunidad, esto es, de la base (en el sentido de Gudeman), redistribución de parte de los excedentes (obtenidos a través de la emigración, por ejemplo) previniendo excesivas desigualdades y diferenciación simbólica de los que tienen acceso a los recursos comunales.
El sistema de cargos, como muestra Foster en Tzintzuntzan, es flexible, de forma que se pueden eliminar niveles o convencer a personas que repitan en el cargo cuando los candidatos no son suficientes.

Este sistema de cargos puede resultar realmente complejo, como en el caso ya comentado de Zinancantán. La mayor aspiración de un zinacantenco es servir un año en cada uno de los 4 niveles y 61 cargos de su comunidad. El nivel inferior está constituido por 28 mayordomos y 12 mayores. El segundo nivel lo constituyen 14 alfereces. El tercero, 4 regidores. Por fin, el cuarto nivel lo constituyen 2 alcaldes viejos que pueden, incluso, nombrar un cargo honorífico final. A este sistema fundamental se añaden cuerpos auxiliares más o menos permanentes. El coste de mantener los cargos es muy alto: es necesario ahorrar durante años, pedir prestado y disponer de apoyos para sufragar las comidas ceremoniales y fiestas en honor de los diferentes santos.

Sin embargo, este ideal de igualdad y nivelación es sólo teórico y a pesar que la norma considera todos los cargos importantes por igual, la realidad es que algunos son más importantes que otros y que son las mismas familias las que los ostentan a través de varias generaciones.

Otra de las características de las comunidades corporativas que se suma a la existencia de tierras comunales, la agricultura de subsistencia como forma predominante y el sistema ceremonial, es la envidia institucionalizada. Esta envidia se manifiesta desde acusaciones de brujería (por ejemplo, mal de ojo por el nacimiento de un bebé), a la ocultación institucionalizada de la riqueza o la existencia de fórmulas ceremoniales que la previenen que ésta se desarrolle.

La propuesta de Foster (1967) es que las sociedades campesinas disponen de una ideología del bien limitado que está en la base de este fenómeno. La riqueza no depende del trabajo, sino que es externa a él, viene dada.
Aumentando el trabajo individual sólo se pueden conseguir pequeñas mejoras pero que no cambian la situación general, razonamiento plenamente racional teniendo en cuenta los condicionantes estructurales existentes. Esta riqueza limitada se debe repartir de forma igualitaria, de forma que todos tengan acceso a una parte alícuota. Por ello, la riqueza de unos es la pobreza de otros, esto es, la riqueza sólo se explica por tomar una parte más grande de la que en justicia corresponde. De ahí la ideología igualitaria, la ocultación de la riqueza, del bienestar, del consumo o la obligación de invertir en el complejo ceremonial como forma alternativa de restablecer el equilibrio.

La propuesta de Foster, así como la de Oscar Lewis de cultura de la pobreza (1959) enfatizan la existencia de una ideología, surgida de las condiciones objetivas de vida, que contribuye al mantenimiento de la situación dada, desalentando iniciativas que podrían implicar cambios significativos. Con estos controles sociales en el plano ideológico y económico y ceremonial, es lógico que se caracterice estas poblaciones como resistentes al cambio.
Discutimos estas cuestiones en el apartado siguiente.

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