MONEDA DE USO GENERAL Y MONEDA DE USO ESPECIAL
La moneda cumple, siguiendo a Jevons (1875) cuatro funciones: (1) medida de valor, (2) medio de cambio, (3) medio de atesoramiento y (4) estándar o patrón de valor. La redundancia entre la primera y la cuarta función llevó a Polanyi (1957) a hablar solamente de tres con algún cambio adicional: medio de intercambio, medio de pago y patrón de valor. Otro autores han fijado las funciones en patron de valor, medio de cambio y medio de atesoramiento (Burstein, 1963, citado por Codere, 1968). En cualquier caso, parece claro que la moneda de la que habla Jevons es la moneda utilizada por el capitalismo para reproducirse, introduciendo la equivalencia entre todas las cosas, esto es, mercantilizando la tierra, el trabajo, la naturaleza y los bienes en general.
Karl Polanyi introduce una distinción importante: moneda de uso especial y moneda de uso general. Aunque la distinción es difusa en ocasiones, permite identificar objetos monetarios y se corresponde con la existencia de esferas diferentes de intercambio en la sociedades tradicionales y primitivas.
Así, podemos encontrar ejemplo de moneda primitiva de uso general, como el caso de las conchas cauris que hemos estudiado en el apartado anterior o las conchas utilizadas por los Indios de California, y moneda primitiva de uso especial, como los complicados sistemas monetarios de las Islas Palaos, Yap, Rossel o, incluso, las barras de sal entre los baruya.
No tiene por qué existir necesariamente una correspondencia entre objetos monetarios que conservan su valor de uso con moneda de uso especial, o viceversa, objetos monetarios con valor simbólico y moneda de uso general, como pudiera pensarse. Ejemplos que podrían indicar esta asociación podrían ser la sal de los baruya y las conchas cauris. En el caso de la sal baruya, con valor de uso, se utiliza como patrón de valor y medio de pago en las transacciones exteriores de la tribu, pero no se puede acumular, con lo que disponemos de una moneda de uso especial con dos funciones. Las conchas cauris, con valor simbólico y sin valor de uso (excepto como adornos) fueron sin duda utilizadas como moneda de uso general en todo tipo de intercambios. Pero también podemos encontrar ejemplos que apuntan en la dirección contraria: objetos monetarios que conservan su valor de uso, como las mantas de algodón adquiridas por los kwakiutl y que fueron utilizadas como moneda de uso general, y las varillas de latón de los tiv de Nigeria, utilizadas solamente en la esfera de prestigio y, por tanto, de uso especial.
En este punto es interesante recordar la propuesta de Dalton (1965) de que la moneda primitiva no es más que un signo superficial de cuánto difiere una sociedad de otra y que analizar la diversidad de monedas en sí misma nos puede hacer perder de vista la misma diversidad de los sistemas socioeconómicos y culturales de los cuáles forman parte. Evidentemente, una sociedad que disponga de monedas de uso general tendrá un nivel de mercantilización mucho mayor que otra que sólo disponga de monedas de uso especial, lo cual indica la existencia de esferas separadas de intercambio, un indicador de la existencia de instituciones precapitalistas.
La distinción de las funciones de la moneda es útil también entender ejemplos tomados de Grecia y Egipto (Grierson, 1978:10). Por ejemplo, [...] en la sociedad homérica el estándar de valor era el buey. Cuando Diomedes y Glauco intercambiaron dones preciosos, el poeta comenta la locura de Galuco al dar una armadura de oro valorada en cien bueyes por una armadura de bronce valorada en sólo nueve. En la competición de tiro al arco entre Ulises y Ajax en el funeral de Patroclo, el premio del ganador era un trípode de bronce valorado en 12 bueyes, mientras el perdedor obtendría un esclavo “entrenado en muchas artes” valorado en cuatro. Aquí el buey es caramente la medida de valor ... En los pagos efectivos el ganado era reemplazado por oro (es probable que el talento equivaliese originariamente a un buey) o en bienes reconocidos por el mismo valor.
[...] El Egipto Farónico no tenía moneda y usaba el metal al peso como estándar de valor. Los pagos efectivos, sin embargo, eran hechos en bienes.
Dos contratos típicos mostrarán como podía hacerse ésto. En el quinceavo año de Ramsés II (circa 1275 a.C.) un mercader ofreció a la noble egipcia Erenofre una esclava siria cuyo precio, sin duda después del regateo, fue fijada en 4 deben 1 kite (alrededor de 373 gr.) de plata. Erenofre hizo una selección de vestidos y mantas de valor 2 deben 2 1/3 kite –los detalles se mantienen fuera del documento- y entonces pidió prestados una miscelánea de objetos de sus vecinos –barcos de bronce, un pote de miel, diez camisetas, 10 deben de cobre—hasta que se alcanzó el precio convenido.
Este fenómeno (continúa Grierson) de divergencia entre el estándar de valor y el medio de pago, es muy común en la historia como consecuencia de la escasez de moneda acuñada. Polanyi (1975:175) concluye lo siguiente:
En la Babilonia de Hammurabi, la cebada era el medio de pago; la plata era el estándar universal; en el intercambio, del que había muy poco, se utilizaban ambos junto al aceite, la madera y otros alimentos básicos. Resulta visible por qué los usos del dinero --como las actividades comerciales-- pueden alcanzar un nivel de desarrollo casi ilimitado, no sólo fuera de las economías dominadas por el mercado, sino incluso en la misma ausencia de mercado.

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