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domingo, 27 de diciembre de 2009

HUMANISMO Y RENACIMIENTO -14-


Educar consiste en descodificar, analizar, abrir las puertas de lo establecido de forma opresora. (Freire)

Erasmo de Rótterdam (1466-1536) siente la atracción de la antigüedad: “no sólo objeto de los estudios liberales, sino también ideal activo del orden social que era necesario adaptar a las condiciones modernas ... Negar los derechos de la cultura antigua era tomar posición contra el progreso humano, porque allí estaba la luz ..., progresar era apelar a un ideal realizado una vez perfectamente en un pasado histórico” (citado por Flores).

Erasmo aportó cuatro pruebas “para aceptar el humanismo como la única educación posible para la vida en el mundo moderno:

a.    el estudio de las lenguas y de las literaturas clásicas refuerza la religión;
b.    la antigüedad ofrece un ideal socio-político de máxima importancia (Roma es testimonio de paz y de derecho);
c.    en las literaturas de Grecia y de Roma está contenido todo el saber que reconocemos que es de vital importancia para el hombre;
d.    los antiguos ofrecen un código de vida social en completa armonía con la nobleza de la vida interior”. (Tomado de Flores)

En su obra De ratione studii resume claramente su posición: “el conocimiento parece ser de dos especies, de las cosas y de las palabras. El de las palabras es el primero, pero el de las cosas es más importante”. Manifiesta que son tres las bases de la educación: la naturaleza, la razón y el ejercicio.

Respecto a la educación humanístico-renacentista, es conveniente recordar algunas características:

a.    El humanista es por definición, es decir, por estructura intrínseca, maestro de educación;
b.    La imitación de la cultura nunca es repetición inerte; de manera realista, el humanista reconoce la distinción entre la literatura, que siempre “imita”, y la poesía que es creación;
c.    El hombre del renacimiento aspira a la “excelencia del ánimo” y a la “dignidad de la persona”, entendiendo por ello la cultura de forma desinteresada (otium);
d.    Esto no impide la consideración profesional, como podemos comprobar, además en algunas escuelas, en los talleres artesanales;
e.    El antropocentrismo humanista prevé la triple relación del hombre consigo mismo, con la naturaleza y con Dios, aunque en formas y modalidades diversas;
f.    El contraste medieval entre “platonismo” y “aristotelismo” continúa y quizá se acentúa en el renacimiento, con el precisarse del platonismo florentino y napolitano y del aristotelismo (averroísta) paduano;
g.    La retórica vuelve a ser disciplina privilegiada y también preferida para la investigación, el estudio y la enseñanza;
h.    Así como hay un humanismo “sustancial” o concreto o “realista”, hay también un humanismo “formal” y exterior, pero hay también un humanismo “utópico”, en el que el programa educativo se ofrece efectivamente como irrealizable.

El renacimiento marca y determina una clara ruptura con el pasado, designando a su vez un movimiento cultural que sobrepasa ampliamente el plano de la concepción filosófica y de la técnica. Se identifica con una idea o un mito específico de fuerza, de creación y juventud. Es un hecho de cultura, una concepción de vida y realidad, que impregna las artes, las letras, la ciencia y las costumbres en general.

En el mundo cristiano, los clérigos regulares de san Pablo (o barnabitas), fundados por san Antonio María Sacaría (1502-1539), se preocupan sobre todo de la formación de los enseñantes, a los que se debe dar una profunda preparación cultural unida a una ejercitación didáctica adecuada.

San Ignacio de Loyola (1491-1556), fundador de la orden de los jesuitas cuya escuela acoge a los jóvenes de las familias nobles que habrían de ocupar los más altos puestos en la vida social y política. El programa de educación  se expone en la Ratio studiorum, publicada en su redacción definitiva en 1599 y luego revisada y actualizada en 1832.

Los escolapios, de san José de Calasanz (1556-1648), crean las escuelas para el pueblo (escuelas pías), que históricamente representan la primera forma de escuela popular gratuita: la enseñanza técnica y profesional constituye su programa fundamental. La escuela está organizada en dos niveles: elemental, con tres cursos, y medio, con seis, con la enseñanza de la lengua vulgar.

De manera semejante, los hermanos de las Escuelas Cristianas (congregación fundada por san Juán Bautista de la Salle [1651-1719]) organizan sus escuelas, hacia finales del siglo, especialmente orientada a precisar, en el campo didáctico, los programas y la orientación del estudio.

En este contexto, Francisco Fenelón (1651-1715), preceptor del duque de Borgoña, pasó a la historia por dos razones: disertó con excelente buen sentido y excepcional finura psicológica sobre la educación femenina en la obra “La educación de las jóvenes” y sostuvo una cortés polémica antipedantesca a favor de una educación alegre y serena. Su obra permaneció durante largo tiempo como el tratado clásico de la pedagogía femenina.

En el humanismo, el hombre no sólo es concebido como un ser creado, sino como un ser creador de su propio mundo. De ahí que el hombre no sea ya sólo pasivo, sino sujeto capaz (mediante su acción) de dominar la naturaleza y crear un mundo propiamente humano.

Pero el humanismo no ve el mundo como naturaleza ya hecha por Dios, sino como naturaleza que se va haciendo, en un continuo crear interno de cada uno de los seres que la componen.

Por encima de todo, las teorías humanistas destacan la necesidad de combinar los intereses del grupo con la realización personal de sus miembros. Para ello es necesario potenciar la participación de los miembros del grupo junto con el líder en la formulación de los objetivos, en el establecimiento de normas y en el control de premios y castigos.

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