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miércoles, 16 de diciembre de 2009

TEORIAS HUMANISTAS Y EXPERIENCIALES TEORIAS Y SISTEMAS PSICOLOGICOS


LA CUARTA FUERZA: LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL
Extractos de: Manuel Almendro(1995).Psicología y Psicoterapia Transpersonal, Ed Kairós, Barcelona, España

Antes de entrar en los conceptos explicativos de esta disciplina convendría echar un vistazo al proceso de aparición y desarrollo de lo considerado como transpersonal. Lo transpersonal recoge una llama que, por la simple razón de que forma parte de la semilla de la vida, siempre ha estado encendida dentro de la concepción occidental, y la reconduce en el mantel racional e industrializado de nuestra actualidad. Los hijos de esta cultura consumista se rebelan desde lo transpersonal ante un todopoderso y soberbio confort materializado que se ahoga en su propio propósito.

La psicología transpersonal se une a los parámetros emergentes de su tiempo, a lo cuántico y relativista, deja atrás el positivismo newtoniano del conductismo y del freudianismo, sin negarles un sitio en el espectro psicológico. Es decir que algo nuevo emerge en la concepción cultural actual, a pesar de las posibles divergencias. Materia=consciencia=energia se transconceptualizan, y los hechos lo piueban. Lo meta -y lo trans-son prefijos que claman una urgente dirección, pues las condiciones de este hermoso pedrusco así lo requieren, sólo con escuchar el menú de los telediarios. De todas formas, los cambios no son de un día para otro.

Lo transpersonal trabaja para reconocer esa realidad divina que subyace en la materia, sin vincularse a la mezquindad de un materialismo ciego. Es el objetivo de la filosofía perenne.

La influencia filosófica de los tiempos actúa poderosamente sobre el tipo general de vida, de ahí que para que la vida cambie haya de cambiar la perspectiva que asumen los habitantes. El pensamiento newtoniano concibe el ser como una máquina biológica dirigida por impulsos instintivos y el universo como un autómata hecho de materia inerte. El cartesianismo separa la res cogitans de la res extensa, mente y cuerpo, separatividad de gravísimas consecuencias. Todo ello lleva a considerar a la consciencia como un producto de la materia; no hay sentimientos, no hay amor, no hay consciencia espiritual; la vida es producto del accidente, del azar; el mundo es concebido exclusivamente como competencia y supervivencia del más fuerte. La escala de estos valores se mide por la acumulación y el éxito material, en el que la ciencia llega antes que la consciencia, con una negligencia del enfoque holístico que confunde crecimiento con evolución, hoy preocupante por el poder de destrucción de nuestros inventos. La utilización de Newton y Descartes ha sido parcial, pues Newton era además astrólogo y, junto con Descartes, se fundamentaba en la unidad de Dios. Todo este pensamiento científico se ha ocupado de lo cuantitativo y deja de lado lo cualitativo, considerándolo casi degradante; e incluso al científico que se aparta y genera controversia, hay quien lo tacha de enfermo mental. En la ciencia oficial se abre un abismo entre sujeto y objeto, el científico ocupa la plaza de un dios inmaculado organizador de un entramado que no parece afectarle, sus sentimientos son tabú, incluso para él mismo. El mecanicismo ciego de reacciones químicas aleatorias que confunde los fallos en los componentes del televisor con la programación debe su reconocimiento a sus aplicaciones tecnológicas indudables, pero al carecer de un sentido de globalidad, de holismo interrelacionador, tiene visos de convertir a este planeta en un basurero, todo ello unido a la desacralización existente que ha tapado el sentido de la vida, despreciando el proceso natural del conocimiento interior y potenciando un proceso acumulativo de saber, de objetos. etc. La psicología materialista considera a los procesos mentales como reacciones del organismo ante el medio, o lo supeditan todo a flujos cerebrales. Las respuestas científicas de personas como D. Bohm, Ilya Prigogine, Sheldrake, Pribram, etc., y que estaban planteadas en otros como Einstein, Bohr, Oppenheimer, comienzan a expandirse a pasos agigantados, tal vez porque hay necesidad de ello.

La psicología transpersonal se mueve dentro de estos presupuestos. Como tradicionalmente sabemos, psicología viene de Psijé (espíritu, alma, vida, aliento), lo que está un poco lejos de sumar y restar ratas. "Trans" significa más allá de, a través de y "persona" máscara. Muy importante lo de "a través de", pues en ningún momento se pretende una evasión de lo personal. Con ello entramos en que lo transpersonal busca, a través de la práctica en estados que transcienden el ego, integrar lo transcendental o espiritual en las dimensiones personales, realizando nuestra dimensión profunda, fluyendo en el devenir pero siendo sensibles a los destellos de lo eterno. Como dato cronológico tenemos que a finales de los sesenta la psicología transpersonal surge de la psicología humanista, al acercarse hacia la espiritualidad oriental. Anthony Sutich, colega de Maslow, editaría los primeros Journal of Transpersonal Psychology.

La psicología transpersonal está fundamentada en el indeterminismo atómico, en la relación cuántica más allá de la materia, en la tendencia hacia la unificación de sujeto-objeto. Omnijectividad que supera los estados arcaico, mágico y mitico de la escala de Wilber, prepersonales y prerracionales; después vendrá lo personal, para llegar a una omnijectividad transracional y transpersonal. Unificación que empieza con una interrelación de influencia mutua. La psicología transpersonal pretende contactar con la consciencia que organiza la materia, desde lo más burdo hasta lo más sutil, inteligencia del ADN, procesos celulares, moleculares, subatómicos, en el eje cuerpo-consciencia-cosmos, en un trabajo que persigue descubrir la trama (el tantra) cósmica en el interior personal, que así devendrá transpersonal. Lo emergente en la cuarta fuerza se interesa por los estados del ser, del devenir, autorrealización y expresión de metanecesidades individuales y de la especie, los valores últimos, la experiencias cumbre, éxtasis, experiencias místicas, asombros, la consciencia cósmica, la sinergia, con investigaciones sobre ello, corroborándolo en aras de una pedagogía fundamentada.

Podríamos concretar que la psicología transpersonal se centra por una parte en un aspecto vertical a través del cual se accede a planos diferentes del físico, contactando con las entidades que en ellos habitan, lo que supone una conexión con la antigua sabiduría de la tradición. Por otra parte, el aspecto horizontal conlíeva la identificación con los demás seres y con la Tierra, al desaparecer las barreras del ego, es decir al desaparecer la concepción de ser encapsulado en la propia piel, en una interexistencia que evoluciona de la coexistencia a la convivencia y de la comunicación a la comunión. Verticalidad y honzontalidad son así concebidas en una relación más allá del ego y se interpenetran mutuamente. Lo transpersonal, de carácter más amplio por ser interdisciplinar, abarca la interrelación muítidisciplinar. Ya no está sola la psicología transpersonal, como se puede comprobar en la física moderna, la biología, etc., con científicos que asumen la concepción tranpersonal de sus investigaciones, como son D. Bohm, R. Sheldrake, etc.

Por otra parte, en toda esa explicación de lo que significa lo transpersonal, John Rowan especifica en una lista que lo transpersonal no es lo extrapersonal, que lo transpersonal tiene que ver con el yo superior, el ser profundo (Starhawk), el testigo interno, el ser transpersonal (psicosíntesis), arquetipos superiores de Jung, el alma (Hilíman), la superconsciencia (psicosíntesis), la creatividad (ser entregado), experiencias cumbre, intuición, algunas curaciones, experiencias cercanas a la muerte, chakras elevados, guía personal, el sí mismo, el ser transfigurado, sistemas de energías sutiles. Lo extrapersonal tiene que ver con la levitación, la percepción extrasensorial, clarividencia, telepatía, radiónica, radiestesia, caminar sobre el fuego, lo paranormal, fakirismo, telekinesia, experiencias fuera del cuerpo, trabajos con cristales, etc. Yo creo que Rowan apunta a que lo transpersonal no tiene nada que ver con el uso de poderes psíquicos, con el circo y con el lucro personal derivados de ello. Rowan también diferencia en lo ya mencionado como prepersonal, como lo que aún no ha llegado a la lógica formal, lo encuentre incomprensible o lo niegue. Es decir como lo que no ha llegado aún al desarrollo de lo racional. Lo transpersonal va más alía de los limites de las categorías ordinarias de pensamiento y encuentra que éstas son inapropiadas e insuficientes para su trabajo. A consecuencia de que no se ha de identificar lo transpersonal exclusivamente con el cerebro derecho, Rowan argumenta que se ha de tener un concepto globalizador. Lo transpersonal no es la New Age por su mezcolanza. No es una religión, por cuanto tiene que ver con experiencias y descubrimientos personales que pueden no expresarse en la terminología religiosa, dedicada al culto, al rito y a los dogmas.

Lo transpersonal para Rowan tiene que ver con:

Voces interiores, no con las subpersonalidades distorsionantes del individuo, sino las que son guíás para el crecimiento, y que además son canales abiertos hacia y más allá del yo superior. Tomando a Gandhi como ejemplo conocido, diferencia la intuición entre la del pequeño yo que confunde fantasía y realidad, la del de yo mágico que niega la soledad y el aislamiento (prepersonales), la del yo-rol que busca un sitio en la sociedad donde pueda ser recompensado, la del yo autónomo enfatizado en la solución de problemas y que supone un acercamiento a lo transpersonal (personales), la del yo entregado, que surge del si mismo a través de la inspiración, arquetipos, dioses y diosas, y de la entrega digna. En el yo intuitivo hay ya identificación, sería algo como la iluminación, trascendencia, más allá de los pensamientos (transpersonales). El proceso surge desde lo prepersonal, por lo personal hasta lo transpersonal a través del cuerpo-mente-espíritu.

En Trascender el ego (1993) que F. Vaughan nos recomendó por carta y que además ha sido comilado por ella y Roger Walsh, se desarrolla una síntesis sobre la definición de lo trauspersonal que puede ser considerada tal vez como poco concreta; desde luego es una posición ecléctica e integradora, es decir transconcretadora de los procesos teóricos y prácticos que pueden desembocar en una interrelación multidisciplinar que dé paso a un movimiento regenerador a escala planetaria. Tal vez tengamos que añadir que, al fin y al cabo, lo transpersonal es una "actitud" ante la vida que lleva tras de sí una vivencia de la realidad no-ordinaria en la ordinaria. Según Roger Walsh y Frances Vaughan las experiencias transpersonales pueden ser definidas como las realizadas más allá de lo individual o personal, abarcando amplios aspectos de la humanidad, de la vida, la psique y el cosmos. En las disciplinas transpersonales sus practicantes tratan de expandir el cometido incluyendo los fenómenos transpersonales y sus experiencias. La psicología transpersonal es el estudio psicológico de las experiencias transpersonales y sus correlatos: naturaleza, variedades, causas y efectos. Existiría también una psiquiatría transpersonal con un interés particular en la clínica, una antropología transpersonal etc., según el proceso que aspira a desarrollar el más alto potencial de la humanidad. Esta definición no excluye ni invalida lo personal, ni se aferra a una filosofía particular o concepción del mundo, ni a un método particular, ni se compromete en una interpretación específica de las experiencias transpersonales, ni vincula las disciplinas a una ontología particular, metafísica, filosofía o religión. Por lo tanto en el amplio espectro que propugnan estos autores las experiencias transpersonales pueden ser interpretadas de muchas y diferentes maneras: pueden ser religiosas o no, teístas o ateístas. Más bien existiría una aceptación de diversas posiciones, las que conjugan lo vertical con lo horizontal o bien las que se decantan por el predominio de una de ellas. El aspecto importante que señalan los autores es la complementariedad de los diversos puntos de vista; en ello estaría la posición mas definida de lo transpersonal como integradora de lo llamado los "tres ojos del conocimiento": sensorial, introspectivo-racional y contemplativo, a diferencia de otras disciplinas que se definen por algunos de estos aspectos ignorando el resto. Con respecto a la relación entre la religión y la psicología transpersonal, se han de considerar como campos diferentes aunque haya contactos parciales de interés y significativas diferencias, pues en la psicología transpersonal no existen credos ni dogmas, ni se demandan unas particulares convicciones; más bien se adhiere a una amplia posición científica, filosófica y experiencial para comprobar todas las pretensiones y aceptando normalmente que las experiencias se pueden interpretar religiosamente o no, según las preferencias individuales. Asimismo, en el carácter interdisciplinar, en lo Transpersonal, se pretende llegar a establecer la contribución e integración de las diversas escuelas. Finalmente estos autores están muy interesados en la importancia de la visión transpersonal que recupera las antiguas ideas, las prácticas contemplativas, métodos ancestrales, la consciencia no-ordinaria, etc., rehabilitando las experiencias transpersonales relegadas como patológicas o irracionales por la oficialidad, y asumiéndolas como una evolución en la trascendencia del ego. Es la integración de lo transcultural, la apreciación de otras religiones y filosofías, de las artes; lo que es de importancia decisiva para sumar a la gran tradición de la humanidad, para llegar a ampliar la visión de la naturaleza humana y del cosmos, descubriendo un universo vasto y misterioso, descubriendo unos reinos a los que no llegan los instrumentos físicos. Bajo este comprensivo y amplio acercamiento se aboga por que el ser humano acceda a las extraordinarias posibilidades que le brinda la visión transpersonal del cosmos. Frances Vaughan concreta que «la psicología transpersonal se ocupa de las experiencias y aspiraciones que impulsan a los seres humanos a buscar la trascendencia, y de la capacidad curativa de la autotrascendencia»

Para ella el proceso interno que comienza en el nivel existencial como una búsqueda del sentido de la vida termina conduciendo a una desidentificación del ego y al despertar transpersonal, e incluso concreta que el desarrollo transpersonal comienza en el cuarto chakra y finaliza cuando los siete chakras están abiertos, estableciendo una diferencia entre las enseñanzas provisionales que trabajan con la autoconsciencia egoica y dualista para aliviar el sufrimiento, mejorar la calidad de vida y favorecer la evolución de la consciencia, y las enseñanzas definitivas, que, por el contrario, nos recuerdan la unidad subyacente del espíritu presente en todos los seres tras cualqier actividad y bajo cualquier forma. Entre éstas estarían las experiencias cumbres pues llevan consigo un cambio de actitud, cambian enteramente los puntos de vista y crean una nueva apreciación e intensificación de la consciencia del mundo.

Hacia el entendimiento de esas dos concepciones tendería el comentario de Grof, preocupado por la coherencia del nuevo paradigma y por la necesidad de un cambio global armónico, atribuyendo a Arthur Young ese mérito de salvar la brecha entre ciencia, mitología y filosofía perenne.

El colapso del mecanicismo newtoniano abre la vía a estudios antes ridiculizados entre los que Grof señala las investigaciones sobre estados de consciencia, terapia psiquedélica, experiencial, parapsicología y tanatología, etc., estudios que se incrementan desde que Jung abriera paso a lo transpersonal con el inconsciente colectivo, trascendiendo las fronteras del individuo, transpasando las barreras del espacio y del tiempo, valorando el papel de las plantas psicotrópicas en las culturas del planeta. Estados de consciencia en los que la identidad se puede expandir más allá de la imagen corporal, abarcando a otras personas, grupos, otros seres y animales, a la humanidad y al cosmos, que en estados ordinarios se encuentran fuera del ámbito del sujeto. (Adelantemos que un síntoma pertenece en su nivel a un estado modificado de consciencia.) Experiencias que llevan consigo visiones arquetípicas con secuencias mitológicas de diferentes culturas: las más abarcadoras son de índole cósmica y trascendental, es decir emergencias espirituales y crisis transpersonales que la ciencia occidental rotuló como procesos psicóticos y los psicoanalistas como regresivos, considerando lo religioso como lo neurótico-compulsivo. El psicoanalista Franz Alexander llegó a tachar a la meditación budista como catatonía inducida. Para los antropólogos occidentales los chamanes son enfermos mentales, esquizofrénicos. Todo esto, fruto de la rigidez mental y de la ignorancia, puede ser rebasado si esa nueva ciencia abre los caminos para entender que la razón occidental no tiene la panacea ni la posesión absoluta de la verdad. Es cuestion de abandonar o no la soberbia.

Hace unos días tuve que hacer una reseña para un congreso de lo que creo que es la psicología transpersonal. Lo incluyo como aporte que pretende clarificar los caminos transpersonales en los que, por su juventud, a veces se producen lógicas interíerencias.


Cuerpo-consciencia-cosmos

Las orientaciones de la psicología nacen en el seno de las necesidades de su tiempo. En el presente, lo transpersonal es respuesta a una búsqueda tan actual como ancestral, es la de rasgar el velo que cubre la trama, desde lo individual a lo universal.

Como disciplina presenta:

Una transmentalidad: el hombre no está en un estado terminal de evolución, en su hoy trastocado mundo ansía un nuevo instrumento interno que revalide y transvase una mente dualista y febril. Supone una apertura, para que la consciencia-energía ordene el caos.

Una trascendencia: reconocida en lo intuitivo o espiritual como principio y guía desde lo cotidiano a lo infinito. Lo transpersonal prepara el acceso a los nuevos planos evolutivos de conocimiento, donde lo inefable marca el límite. En la trascendencia hay una dirección sublime que impide engancharse en el camino. La consciencia-energía hace que cada acto sea en sí mismo un escalón hacia ella, continuo flujo de vida.

Una transindividualidad: que permite el paso a una identificación amorosa, natural y espontánea del hombre con su entorno: los demás hombres, animales, vegetales, cosas... para que la puerta de la sinergia descifre la aparente casualidad y se conecte con ese mecanismo que rige las cosas que pasan.

Una transosicologia: Que supere el modelo médico-psicológico, taxonómico y dramático-enfermista dedicado a un "fichaje" que incrusta a la persona en sus síntomas, imposibilitándole de deshacerse de ese corsé y aceptando con resignación su papel de enfermo. Este modelo trata como patológica toda conducta que no coincida con el modelo de "normalidad" imperante.

En psicología transpersonal, el cuerpo es consciencia, a años luz del reduccionismo de la perspectiva newtoniana-cartesiana, en el que el cuerpo es sólo una máquina biológica, y a años luz de la lúgubre perspectiva freudiana. La psicología transpersonal nace en una perspectiva cuántica y energética, en la que la vida es un proceso de consciencia, tras las sucesivas

vivencias de muertes y renacimientos como mecanismos de trabájo, en los que la crisis sólo significa cambio; siendo avalada por un principio de complementariedad, sinergia, en el que la oscuridad es el combustible de la luz. Lo vivencial y lo emergente son el contexto direccional en el que cuerpo-mente y emociones alineados saltan al vacío de lo no instituido, zona virgen marcada por los propios límites personales.

Quizá convendría recalcar, dado el auge actual de otras materias, que La psicología transpersonal, aunque respete y se relacione con ellas, no es parapsicología ni ninguna de las man-cias hoy tan extendidas. Digamos que en su propósito de curación como acceso a la consciencia personal tiene como objetivo el conectar con la matriz ordenadora del universo que se expresa en la vida, en lo ordinario y en lo no ordinario, en el mercado, el café, fenómenos perinatales, tanáticos, oníricos, etc., donde la transmentalidad deja pasar el flujo de consciencia-energía, consciencia cósmica, que atraviesa y contiene todo lo que existe.

Para acabar este apartado, y aunque represente un avance prematuro, quisiera dejar caer unas notas a fin de damos cuenta de que dentro de las concepciones transpersonales hay ya divergencias que enriquecen el proceso hacia ulteriores clarificaciones. Michael Washburn introduce una tesis al respecto, al contrastar los modelos dinámico-dialéctico y el estructural-jerárquico. M. Washburn concibe la psicología transpersonal como un desarrollo de las potencialides humanas que sobrepasan los limites del ego, partiendo de que ese ego existe en relación con una fuente superior de la que es un instrumento. La psicología transpersonal para Michael Washburn. es menos una subdisciplina que una investigación multidisciplinaria y sintetizadora que se relaciona con asuntos religiosos como la caída y la trascendencia, filosóficos como la individualidad, la existencia, etc., por lo que propone como más adecuado el hablar de teorías transpersonales, siendo el principal objetivo el integrar la vivencia espiritual con una amplia comprensión de la psique humana pero sin caer en la reducción en uno de los lados. Sin embargo, lo que comenté como avance tal vez prematuro, puesto que los autores clave serán expuestos posteriormente, es algo sobre la posición crítica del autor que se decanta por una posición dinámica (Freud y Jung fundamentalmente), en contra de la estructural-jerárquica defendida por Wilber.

M. Washburn afirma que libido y espíritu provienen de la misma fuente y esta unificación será clave en su perspectiva. Para todo ello tenemos que presentar los tres estados: "pre-yoico", que corresponde aproximadamente al pre-edipico y en el que la Fuente Vital "Pleroma" Dynamic Ground (término usado por el autor) domina sobre un yo subdesarrollado; el estado yoico que corresponde desde la tardía infancia hasta la adolescencia, en que el yo maduro es disociado represivamente de la Fuente Vital y el trans-yoico que corresponde con el adulto (en el caso de que este nivel aparezca). Este tercer estado conlíeva que el yo maduro se reintegre con la Fuente Vital. Para Washburn éstos son los dos paradigmas básicos en las teorías transpersonales: el psicodinámico o dinámico-dialéctico está basado en una concepción bipolar de la psique, el desarrollo de las tres fases expuestas se relacionan dialécticamente en dos polos -tesis y antftesis- hacia la conjunción de los opuestos; en Freud, con la perspectiva clásica ello-yo-superyó en la que este último forma parte de la esfera del yo en Jung, con la bipolaridad inconsciente colectivo-yo y consciencia.

El modelo defendido por Wilber es estructural porque combina una orientación piagetiana y un desarrollo cognitivo con una orientación jerárquica (budismo-vedanta) que presenta una estructura de multiniveles ascendentes e incorporativos, de tal modo que el aspecto trifásico expuesto anteriormente es aquí más bien una gran unidad de niveles y subniveles.

Pero la dificultad aparece al escoger entre estos dos paradigmas en los que Michael Washburn encuentra cinco puntos de desacuerdo:

El primero es sobre el rol que se juega en el estado pre-egoico, en el que la posición dinámica afirma la existencia del conflicto como asunto primario en este estado; aquí la mente es volátil e inestable, el yo debe luchar con las potencias desestructurantes, figuras arquetípicas de la gran madre o el padre-edípico. Sin embargo, eT estructural-jerárquico no enfatiza aquí el conflicto aunque lo considera un nivel crítico, sobre todo como preparación base para niveles posteriores. El segundo punto de desacuerdo es sobre silos potenciales pre-yoicos son perdidos o retenidos en la evolución. El punto de vista dinámico sostiene que la transición hacia el estado yoico es de tipo disociativo, con la pérdida de muchos de los resortes psíquicos asequibles en el estado pre-yoico, pero también con la liberación de sus influencia, sumergiendo lo pre-egoico en el inconsciente. En el estructural-jerárquico se da, por el contrario, de una forma incorporativa, envolviendo y reteniendo las estructuras pre-yoicas hacia un nivel superior, edificando sobre ellas más que sumergiéndolas. El tercer punto vendría a plantear si la etapa yoica, la del yo mental, se aleja de sus orígenes y de sus verdaderos fundamentos. Sería afirmativo en la posición dinámica que se almea en parte con el existencialismo al señalar el sufrimiento que supone el alejamiento de la Fuente Vital, aunque matizada como correspondiente a lo yoico; mientras que, para el modelo estructural-jerárquico este tercer punto supone una evolución sobre el nivel pre-yoico, asumiendo, según M. Washburn, que en ese período yoico no se es responsable de los problemas existenciales, sino más bien de una falta de realización de futuro en los niveles consiguientes. El cuarto punto se dirige hacia lo trans-yoico, planteando si ello supone una reintegración del yo. En la posición dinámica, bipolar, mantiene que la trascendencia del yo implica un re-encuentro, re-enraizarse con los potenciales pre-yoicos para renacer integrados en el nivel trans, lo que no está exento de peligros. En el modelo estructural-jerárquico lo trans supone de nuevo un ascenso claro y unidireccional hacia un mayor nivel de consciencia, lo que conlíeva el sufrimiento de morir al nivel viejo para ascender al siguiente. En una quinta y última proposición, este autor se pregunta si se considera que en el estado transyoico existen dos yoes (self) o ninguno. La posición dinámica sostiene que hay un pequeño yo que ha de ser transformado en un yo superior, lo cual supone regresión e integración. Para este modelo la existencia de un yo en el período yoico es real, aunque parcial y distorsionado por no estar en contacto con la Fuente Vital. En la estructural-jerárquica este pequeño yo es una ilusión virtual que ha de ser disipada y, por lo tanto, no es materia de crecimiento ni transformación. La verdadera unidad es Brahman, Dios, etc.

Mientras la meta se da en la unión de los opuestos en una integración superior en lo dinámico, en lo estructural-jerárquico se da en disipar la radical ilusión de la individualidad. Como vemos, y además lo señala el autor, escoger no es fácil, aunque M. Washburn se decante por lo dinámico, pues según él le ofrece una lectura más sensible de las bases y de las potencialidades. Sin embargo, entiendo que ambos son dos modelos teóricos, dos mapas, que pueden ser buenos faros para un mismo territorio. Todo va a depender de la práctica, pues primero es la vivencia y después el concepto. Sólo que, aceptando que la erudición es uno de los polos del conocimiento, no caigamos en quedarnos simplemente aquí con la consiguiente disipación en discusiones teóricas huérfanas del territorio de la práctica, ya que hay experiencias que, a partir de cierto punto, sobrepasan el lenguaje.



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