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domingo, 3 de enero de 2010

CON JESÚS EL CRISTO -29-


Una extraña mezcla de sensaciones contradictorias peleaba en el corazón de Myriam. Por un lado la tremenda tristeza de la despedida de Juan, a quien tanto había amado. Por otro la tremenda atracción indescriptible que desde el día del bautismo, sentía por el Nazareno.
Juan y Andrés fueron reclutados en las filas del joven profeta ahora cristificado. Los 144 discípulos del Bautista, no podían formar parte del clan. La diferencia cultural, psicológica y espiritual de estos, con los discípulos de Jesús era muy grandes. El Mesías no podía juntar ambos rebaños. Optó por tanto, en enviar a los discípulos del Bautista de dos en dos a recorrer el mundo anunciando la Buena Nueva de la llegada del Reino de Dios y la necesidad del bautismo y de la purificación. Fueron estos los que exportaron la idea crística por toda la Europa conocida.
Los doce que quedaron con el Maestro tenían una tremenda rivalidad con los del Bautista, al no aceptar su condición poco cultivada de pescadores, al contraste con los esenios, cuya virtud y disciplina estaba probada desde tiempos inmemoriales.
Pedro, ardoroso y combativo aceptaba aún peor el que Myriam de Magdala permaneciera junto al Salvador. Los reproches hacia su presencia eran constantes y junto a él, los otros apóstoles, tampoco compartían dicha presencia. Sólo Juan el evangelista y Andrés, toleraban y amaban a Myriam de Magdala, puesto que habían sido todos ellos discípulos del Señor de la Tierra.
Pero si no se toleraba su presencia, menos se toleraba aún los rumores de que Myriam había yacido con el Bautista, siendo por tanto dudosa su reputación y comportamiento (1).
Pero lo que une el cielo, no puede separar el hombre y Jesús, ahora el Cristo, no podía realizar su misión como Avatar de al Era de Piscis, sin su andrógino femenino. Al igual que a Moisés le fuera impuesto Shefora, al Redentor le fue impuesto Myriam. Y el Cristo que en su dimensión es macho-hembra, se había perfeccionado en esta dimensión viviendo y encarnando entre ambos. Y es siempre que la evolución más rápida, más feliz y más ordenada se realiza siempre en pareja. Pero el terrible machismo de Pedro y los varones de su generación propició una tradición y una iglesia coja, célibe y sin la sagrada presencia femenina. Aún hoy las mujeres ocupan en la religión católica un lugar secundario.

Jesús, se había retirado a dialogar con el Padre. El resto de los discípulos estaban preparando la mesa para la cena. Myriam de Magdala se retiró del grupo y siguió los pasos del Nazareno. Pedro le gritó:
- Mujer, ¿No sabes que el Maestro ha prohibido seguirle cuando va a conversar con el Padre?
- Nunca me lo ha prohibido a mí. No molestaré su oración. Seré como la culebra silenciosa que se esconde entre las piedras.
Y salió presurosa tras el Salvador.
- Esta mujer esta poseída por el diablo.
Los apóstoles miraban con reproche la osadía de aquella mujer que a toda costa quería estar con el Maestro.

La Luna de aquellas latitudes rellenaba de tonos plateados cada partícula de vida que duerme en la plácida noche. Jesús estaba sentado mirando a una extraña luz que parpadeaba en el horizonte.
Myriam se acercó por detrás silenciosa. Pequeños susurros llegaban a sus oídos. Por un lado sentía el pudor de escuchar al Señor, pero el corazón le impulsaba a seguir y fundirse con el Maestro. A escasos tres metros de Jesús, podía escuchar nítidamente las palabras del Mesías dirigidas a su Padre. Pero por más que se esforzaba en mirar en la penumbra, no podía ver a ninguna otra figura. Se acercó aún más, casi hasta sentir el aliento de su amado y tampoco veía al Padre. Sin duda estaba hablando con el Padre que está en los cielos y que no tiene forma. Así entendía ella que era el Gran Creador del mundo.
Finalmente pudo ver a Jesús hablando pausadamente, dirigiendo el sonido a una pequeña caja negra que tenía en su mano. ¿Acaso estaba el Padre metido en aquella cajita? ¿Cómo es que el Padre podía vivir en una pequeña caja, siendo el creador de todo lo visible y lo invisible?
Jesús giró la cabeza y mirando con una gran dulzura a Myriam, dijo:
- No está aquí mi Padre, sino en esa estrella que parpadea y ven tus ojos en el horizonte.
Myriam, sabía que al padre que se refería el Cristo no era el esposo de Myriam, la madre del Salvador, José el carpintero, pues éste había renunciado a entender a su hijo, al considerarlo un ser “raro”, que no se comportaba como sus hermanos mayores, habidos de su anterior matrimonio. Es por esto que Jesús el Cristo siempre había buscado un verdadero padre, dado que el que le había sido designado en forma terrenal, nunca le llegó a comprender, ni hablar, ni amar. Sólo su madre y el Padre del cielo eran sus verdaderos tutores en esta existencia.
Y señaló una luz más grande de lo normal, de color plateado, que cambiaba de color y producía destellos. Alguno de los cuales, iluminaba intermitentemente la escena de ambos en la plácida noche.
- En esta caja está la boca de mi Padre. Él escucha cuanto yo le digo y en igual medida yo escucho su voz y la de sus ángeles. Nadie puede escuchar su voz sino yo, su hijo y nadie debe saber cuanto has visto y oído.
Aquel secreto fue guardado hasta la muerte por Myriam de Magdala. Sólo ahora ha sido autorizado revelarlo, pues es sólo ahora cuando unos pocos que lean, sabrán a que me refiero y la mayoría rechazará con incredulidad cuanto aquí narro y allí realmente aconteció. Y aquella extraña estrella que brillaba en forma diversa al resto de las que se asomaban en el horizonte un día descendió a tierra en el Monte Tabor. Y Jesús fue ascendido a ella y junto a él Moisés y Elías ocuparon sendos lugares. Y Pedro, Santiago y Juan, pudieron acceder a la gloria de Dios viendo a los tres plenos de luz y de sabiduría. Y es por eso que supieron que el Mesías no estaba solo, sino que la “casa” del Padre estaba siempre próxima y en dicha casa vivían y aún viven Moisés y el que fuera arrebatado en un carro de fuego “Elías”.  Tal es el misterio de los misterios que sólo los que han sido señalados en el espíritu entendieron y aún hoy pueden entender.
Fue en aquel momento, en la oscuridad de la noche y ante la presencia de la “Casa del Padre” cuando se culminó la unión de la Pareja Solar. Y la luz hecha carne se revistió de puro amor y de deseo, y cohabitaron ante la presencia de los ángeles del cielo y de las bestias de la Tierra.
No mediaron palabras, pues las bocas estaban mudas, no mediaron reproches pues el deseo colmaba cada inquietud, no mediaron preguntas, ni respuestas, ni pausas, ni vacilaciones. El Sol poseyó a la sombra y la sombra apagó el Sol y fueron Uno. Es por esto que en las bodas alquímicas, desde aquel tiempo, empleamos el Sol y la Luna para producir la transubstanciación, pues conmemoramos la unión del Uno y de la Otra, del Alfa y el Omega, del principio y el fin.
Lágrimas de una absoluta felicidad colmaban el alma de Myriam, pues el Avatar de Piscis, el Cristo hecho carne yacía en ella y en ella estaba, y con ella latía en un solo hálito de vida (2).
Y Myriam pareció ver entre los árboles a Lylith, que sonreía feliz, pues cada mujer enamorada que se funde con su andrógino alimenta a quien fuera expulsada del paraíso por el pecado de amar sólo a su amado. Por no querer repartir el amor de su enamorado con sus hijos.
Fueron muchas las veces que los amantes se fundieron en una unidad y en cada lazo el andrógino vertía luz y sabiduría entre ambos. Y el calor de la unión subía por el camino de la serpiente hasta iluminar el sol de la frente. Y comulgaban en Sagrado Satori con el Uno. Es por esto que a menudo veían los apóstoles en la cabeza del Cristo y en la de Myriam una extraña luz que se apagaba quedamente después de haberse retirado ambos  a “orar con el Padre” amándose en un solo ser.
Juro por el Cielo y la Tierra, por el sagrado y supremo bien que inunda los espíritus de los hombres, que esto es cuanto se me dejó ver y que esta es la santa verdad de aquel misterio…….
Myriam de Magdala mostró a Jesús cuando le había sido enseñado por Juan el Bautista. Y éste le contaba a su vez lo que escuchaba de su Padre y de sus ángeles que viajaban en la nube metálica.
- Escucha mi Señor, la oración que me ha sido revelada en mis sueños y observa el milagro que se produce al cantarla:

!.... Ti gua ye ...Ti gua ye...
ken na de kena…
ken na de kena…
Ti gua ye…Ti gua ye…
Ken na de Kena…
Ken na de Kena…….!

Myriam entonaba con dulce voz y con  persistencia aquel mantram sagrado a la vez que su rostro se transformaba en una extraña beatitud luminosa. Jesús la observaba atónico y a la vez contagiado de aquel cadencioso ritmo imparable. Al cabo de media hora ambos recitaban dicho canto sin poder parar. Sus cuellos se enderezaron como queriendo llegar al cielo. Sus manos se alzaron inconscientes hacia lo alto y sus ojos se llenaron de una maravillosa luz que procedía del Cielo. Los pájaros cesaron su canto, la chicharra y el grillo acallaron sus letanías. El viento paró repentino. Un halo luminoso envolvió a la pareja sagrada y junto a ellos se formaron siete figuras resplandecientes. Eran los ángeles del fuego, de la tierra, del agua, del aire, de la luz, de la noche, y del día. Se formó a continuación un pasillo de luz desde el Cielo a la Tierra y al final del corredor apareció la casa del Padre repleta de esplendor y de poder. Y comenzó a caer sobre los hombros de los amantes, el antiguo maná que fuera dado por Yahvé a los antiguos patriarcas en el desierto. Y este milagro duró un breve tiempo que les pareció una eternidad y sus cuerpos se llenaron de la Gloria del Padre y fueron más jóvenes, más sabios y más santos. Y esta comunión fue repetida  en muchas ocasiones por la Pareja Solar sin la presencia del resto de los apóstoles.
Guardaros de cantar este canto si vuestro cuerpo no esta limpio, si anida el odio o el resentimiento en vosotros, si no tenéis fe. Pues es un canto sagrado que atrae el bien o el mal, pero que realiza el milagro de la presencia. ¡Cuidado, descuidados lectores! No sea que al recitarlo numerosas veces, en la soledad de la montaña, veáis la presencia de la casa del Padre, de sus ángeles, de los gnomos y de la salamandras del fuego. ¡Cuidado incrédulos y racionales lectores de este relato!...no sea que este salmo funcione y comience vuestro calvario. Pues es mejor vivir en la ignorancia, en la incredulidad y en el escepticismo. Seguir con vuestras cómodas vidas que sólo aprecian lo que ven, lo que tocan o lo que entra por los ojos de la razón…..Y si finalmente este canto abre las puertas del misterio; guardad el más profundo de los secretos. Sellad vuestros labios ante el ciego, el prepotente y el ignorante. Sabréis entonces lo que es la soledad en el conocimiento y la marginalidad de la sabiduría. Será entonces cuando descubráis que no estáis vivos en esta dimensión, sino en la otra. Será el comienzo de vuestra muerte física y de vuestra verdadera iniciación  en el silencioso misterio.

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