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domingo, 3 de enero de 2010

DEGANAWIDAH Y HIAWATHA -43-


La Era de Aries, se personificó en el gran Avatar Moisés, y la Era de Piscis, se personificó en Jesús el Cristo. En ambas ocasiones la jerarquía terrestre estuvo personificada en Aarón y Juan el Bautista. De una u otra manera, los mismos personajes retornan para asistir a la gran obra del devenir humano.
Es muy difícil entender para el hombre de a pie, cómo en un preciso momento, la muerte de Jesús puede activar el Sol o la muerte de Juan puede cambiar la faz de la Tierra, pero sólo entendiendo la cosmogonía sagrada se puede concebir que el macro está expresado en el micro.
Moisés utilizó el signo prototipo de Aries; es decir, el carnero. La Pascua, máxima expresión de su cultura  convocaba a las familias en torno a la idea de la liberación del yugo Egipcio. Aries, o el carnero sagrado define a Moisés y su época. El pueblo elegido se tiene que enfrentar al arquetipo de la violencia permanente para defenderse primero del Faraón y luego para conquistar en una pugna salvaje la tierra prometida. Los primeros libros bíblicos nos presenta a un Líder legislador y unificador de un pueblo para llevarlo a otra forma de vida. Pero este plan se reviste de la violencia, la fuerza, el liderazgo y el poder que son propios del signo de Aries. La Ley de esta época esta regida por el cuchillo y por un Yavé sanguinario.
Viene luego Jesús el Cristo y con clara alusión a la época que había pasado, cita la legislación mosaica para derribarla con esta máxima: "Habéis oído decir, ojo por ojo y diente por diente, pero yo aún os digo más. Si tu enemigo te golpea en una mejilla, pon la otra...". La Era de Piscis o la de los peces o la de los pescadores expresa toda su doctrina en el lago de Palestina por personas vinculadas al agua y por signos inequívocos que representan otro tiempo distinto al del Carnero. La violencia y la fuerza de la Justicia están ahora sustituidas por el amor y la dulzura.
Pero estos Avatares no se quedan sólo trabajando en un solo momento y para un solo pueblo, puesto que sería una idea excesivamente tribal. Viajan, se encarnan y afloran cultura por cultura, en cada tiempo y en cada lugar.  Con esta idea fundamental, trataremos ahora de seguir el rastro del espíritu de Moisés y de Aarón, encarnado, en otro tiempo y en otras latitudes absolutamente distintas a las de Palestina.

Hacia el año 1400, se crea en América del Norte la gran federación Iroquesa o la liga de las seis naciones indias. Los pueblos Mohawk, Onondaga, Séneca, Oneida, Cayuga y Tuscarora, se unen bajo el imperativo de la Ley, la cooperación y la paz. Pero esta alianza no fue fácil, puesto que desde cientos de años antes, la rivalidad entra dichas tribus era cruel y persistente. La violencia desatada de los clanes de cada nación se tintaba de crueldad donde incluso el canibalismo hacía acto de presencia. No sólo se trataba de matar al enemigo, sino de humillarle aún después de muerto. Ya desde el nacimiento los niños de las tribus vivían en la animosidad de la venganza y los brujos y chamanes alimentaban este odio mediante supersticiones y conjuros.
Dentro de este clima nace un verdadero caudillo, apodado por muchos "El conciliador". Su nombre: Deganawidah, es sin duda el mayor de los profetas y de los estrategas políticos de América. Se trata de un ser predestinado ya desde la cuna para conseguir la conciliación y la unificación de las tribus de Norte América.
Deganawidah habría nacido en la provincia canadiense de Ontario, dentro de la tribu de los hurones. La abuela y la madre de nuestro personaje vivían solas en las afueras de uno de estos poblados hurones. No tenían parientes, puesto que las guerras tribales las habían dejado marginadas y solas a su suerte. Dentro de esta extrema pobreza, la abuela de Deganawidah se dio cuenta que su hija estaba embarazada. Montó en cólera y maldijo tanto a la madre como al fruto de sus entrañas por no haber seguido la tradición de la tribu y haberse casado con anterioridad. La hija aseguraba por otra parte que no sólo no había tenido relaciones con ningún hombre, sino que estaba virgen. Lógicamente la madre no aceptaba tal situación y llena de vergüenza procuraba esconderse de sus convecinos. Un día la abuela de Deganawidah tuvo un sueño esclarecedor en el que un mensajero divino le dijo que su hija no había conocido varón alguno y que éste ser que habría de nacer era de origen celeste. Que se trataba de un caudillo que conciliaría a todas las naciones indias y que sembraría el árbol de la paz entre todos los pueblos en conflicto. También le dijo, que sería el causante de la desaparición de su propio pueblo los Hurones.
Se alegró la abuela por su hija, pero por otra parte al tener en cuenta que este niño nacido debía ser la causa de la desaparición de su pueblo, tomaron entre ambas mujeres la decisión de desprenderse del mismo una vez nacido. Llegado el tiempo del alumbramiento en pleno invierno, tomaron al recién nacido y haciendo un boquete en el hielo del arroyo que pasaba cerca del poblado le introdujeron dentro del mismo para que muriera. Cual no sería su sorpresa cuando al día siguiente el niño que habían intentado matar estaba reposando felizmente entre las dos mujeres. Desesperadas por tal hecho, lo intentaron hasta tres veces y en igual manera el niño retornaba al amanecer. Por fin se dieron cuenta que estaban ante un niño especial mimado por los dioses y decidieron por tanto criarle y prepararle para su destino futuro.
Poco a poco fue creciendo Deganawidah (cuyo nombre significa "El que piensa") sin apego alguno por la guerra y  marginado de las apetencias del resto de los guerreros que se afanaban en la violencia. Se trataba de un joven apuesto y reflexivo que tan sólo hablaba de ideas de paz y de conciliación entre los seres humanos. Su único defecto era la forma de expresión, puesto que aunque brillante y claro en sus concepciones filosóficas, tenía el defecto de la tartamudez.

Hasta aquí la primera parte del nacimiento de nuestro héroe y su total paralelismo con Moisés. Por un lado un nacimiento extraño, sin referencia al padre, por otro su connotación al agua como vehículo de su supervivencia o de su muerte. Y además su clara predestinación para el futuro.
El nacimiento de Moisés se desconoce por completo y evidentemente la historia de la canastilla flotando por las aguas, no sólo no deja de ser una leyenda, sino que además esta copiada del nacimiento idéntico del rey Sargón de Nínive. Y este a su vez está igualmente registrado en otro de los legendarios nacimientos de uno de los emperadores chinos. Los más osados, dicen que Moisés en realidad era egipcio y que su figura fue incorporada a la tradición judía por puro interés de dar a su libertador una cuna legítima. Otros aseguran que con el cuento de la canastilla sobre las aguas, se estaba encubriendo una inseminación genética realizada por entidades superiores. Resulta asimismo curioso que Moisés también era tartamudo y que se valía de Aarón para comunicarse con el pueblo. Tan sólo falta incorporar al Aarón americano y efectivamente enseguida le haremos aparecer:

Cuando Deganawidah se hizo mayor, dejó las tierras de los hurones y se marcho al Sur. Allí se encontró con la tribu de los mohawks, donde predicó su filosofía de paz. También se acercó a los onondagas con el mismo propósito. Aquellos pueblos estaban en una tremenda y perpetua guerra sangrienta y le era difícil convencerlos de sus planteamientos anti-bélicos.
Fue entonces cuando encontró a un tremendo guerrero llamado Hiawata. Este pobre hombre había perdido a su mujer y sus siete hijos a manos del sanguinario jefe de los onondagas. Desde entonces se refugió en una cabaña en el monte y mataba y descuartizaba a los viajeros que pasaban por sus alrededores y se los comía.
No tembló Deganawidah ante Hiawata. Se subió a la chimenea de la choza cuando el caníbal procedía a cocinar en una hoya los restos de una de sus víctimas. Vio Hiawata reflejado un bello y sereno rostro en el agua del recipiente y se maravillo de su cambio de imagen repentina. Se dio cuenta entonces que aquel rostro y aquellas actitudes no se correspondían con su vida tan cruenta y decidió cambiar. Desde aquel momento el más tremendo de los guerreros, se puso a las órdenes de Deganawidah y juntos comenzaron el peregrinar de la paz por las naciones indias. Las ideas eran del visionario y excelente caudillo engendrado por los señores del cielo, pero la palabra y la expresión fluida y sutil lo eran del servidor Hiawata. Se podía decir entonces que uno era hijo de dioses y el otro el mejor y más magnífico hijo de mujer parido en la Tierra. Uno era el pensamiento y la iluminación y el otro la expresión pura.
Los dos personajes emprendieron la peregrinación por cada tribu, a cuyo efecto compusieron una canción de paz que cantaban al entrar en cada aldea y que poco a poco se fue haciendo popular en la boca de los niños y de los guerreros. Era la llave vibracional de un sentimiento positivo que cada humano lleva dentro.
Llegó el turno de adentrarse en el territorio mohawk y convencerles de lo rentable de la paz. Contaban en este caso con el hecho de que la esposa de Hiawata había sido la hija de uno de sus jefes y que a su vez gozaba de una gran popularidad como fiel y noble guerrero de las causas justas.
Ante la tribu, Hiawata expresó con un gran carisma lo que a su vez surgía del corazón de Deganawidah: -"Mi hermano mayor ha sido enviado por el Gran Espíritu para que la paz y la justicia imperen en todas las tribus y  para convencer a los jefes para que sean virtuosos y pacientes."
Los largos años de guerra no habían llevado consigo más que dolor a la tribu y esta propuesta era bien recibida, pero no sin recelo, puesto que aún aceptando esa idea, se presumía que las otras tribus no aceptarían o en todo caso había recelo y desconfianza de sus enemigos naturales.
Uno de los jefes mohawk dijo, que si Deganawidah era un enviado del Gran Espíritu, debería dar una prueba contundente de tal mandato. El Pacificador, aceptó el reto y propuso una prueba contundente: Se trataba de subir a la copa más alta de un árbol a la orilla del río Mohawk y de que este fuera talado. Aseguraba nuestro héroe, que el Gran espíritu le salvaría de las aguas y superaría a la muerte.
Se procedió así y el árbol con Deganawidah en la copa cayó estrepitosamente en el agua desapareciendo éste sin que emergiera de nuevo a la superficie.
Todos los presentes se convencieron que el Pacificador se había excedido en su mandato y  con toda seguridad habría muerto.
Al amanecer del día siguiente unos guerreros vieron salir humo de una de las chozas vacías. Se acercaron a la misma y vieron preparándose el desayuno con toda tranquilidad a Deganawidah que había sido devuelto por las aguas sano y salvo.
Este milagro despejó el camino de los jefes de las naciones indias, que poco a poco fueron incorporándose a la Federación. Pero faltaba aún por incorporarse el temible jefe Ododarhoh de los onondagas que al parecer estaba poseído de una tremenda maldad. Serpientes de maldad y de crueldad giraban sobre sus cabezas y le obligaban a cometer asesinatos y comerse a sus enemigos. Hiawatha temía que el acercamiento a este jefe terminara en tragedia, pero una vez más el Pacificador le inspiró confianza y se encaminó a la tienda del mismo. Una vez ante la puerta, Deganawidah entonó una canción de paz con toda la fuerza de su espíritu. Era tal la vibración que emitía con su palabra, que poco a poco el pueblo se llenó de paz, al igual que Ododarhoh que seducido por estas notas salió como un corderito de su tienda y se quedo expectante ante el enviado del Gran Espíritu. El Pacificador le puso las manos encima y el maleficio del jefe de los Onondaga quedo purificado de sus serpientes de maldad, volviéndose dócil y comprensivo con todos. Bastó este milagro para que toda la tribu se convirtiera irreductiblemente a la Liga de las Naciones Indias. El pacificador, nombró a Ododarhoh el "Guardián del Fuego", que para la federación viene a ser algo así como el presidente del Senado de los Estados Unidos y comenzó a funcionar uno de los modelos democráticos asamblearios más puros que contemplará la Nación Americana y del que se valió Franklin para inspirar la fundación de la Carta Magna de lo que posteriormente fueran los Estados Unidos de América.
En la ceremonia de aniversario de la Federación el profeta se refirió al futuro y rodeado de muchos nativos dijo lo siguiente:

"Soy Deganawidah y con los gobernantes de las cinco naciones federadas plantaré el árbol de la Gran Paz. Lo planto en el territorio de Ododarhoh y la nación Onondaga, en el territorio de los que son guardianes del fuego.
Llamaré a este árbol el Árbol de las Grandes Hojas. A la sombra de este Árbol de la Gran Paz esparcimos las suaves y blancas plumas del cardo que reservamos como trono para vosotros, Ododarhoh y vuestros iguales. Allí os sentareis para guardar el fuego del consejo de la federación de las Cinco Naciones......Yo, Deganawidah, y los gobernantes federados ahora arrancaremos el pino más alto y en el hoyo arrojaremos todas las armas de guerra. En las profundidades de la Tierra, en las profundas corrientes subterráneas que fluyen por regiones desconocidas, arrojaremos todas las armas. De esta manera se establecerá la Gran Paz y las Cinco Naciones no conocerán más la hostilidad.".

Esta liga no sólo fue perfecta en su realización, sino que se adelantó a nuestro tiempo, haciendo que la mujer estuviera con voz y voto en los Consejos. Incluso ideó un plan aún más integrador por el cual, se podía adoptar a los cautivos para reemplazar a los seres caídos en la guerra. De esta manera conseguía unificar racialmente a todas las tribus.

Una vez cumplida su misión y con tan sólo veintitrés años, Deganawidah desapareció en una canoa de piedra blanca rumbo al Oeste. Nadie sabe por tanto dónde o cómo murió y ni siquiera si murió. Y en este punto debemos hacer mención a la desaparición misteriosa en el agua de Quetchalcoalt y con el mismo misterio y arcano la desaparición de Moisés, al que nadie vio morir y del que jamás se encontró la tumba. Recuérdese a su vez, que más de mil años después de la desaparición de Moisés, Jesucristo vio vivos en el monte Tabor a Moisés y Elijah en todo su esplendor aéreo.

Respecto de los hurones, la historia recoge el hecho del pacto que establecieron con los franceses de Samuel de Champlain y la guerra que entablaron con los iroqueses. La utilización de las armas de fuego de los europeos aterrorizó a los aliados de las Naciones Iroquesas y fueron derrotados, pero al entrar los holandeses en el territorio y dotar a los iroqueses de armas de fuego a cambio de pieles hizo que hacia 1649 se convirtiera en profético el sueño de la abuela de Deganawidah, puesto que más de mil guerreros iroqueses con más de cuatrocientas armas de fuego atacaron al poblado de los hurones y exterminaron a casi todos haciendo una gran cantidad de prisioneros a los que ofrecieron la adopción o la muerte. De esta manera los hurones desaparecieron del marco de las Naciones Indias haciendo  realidad el sueño de la abuela.
Los indios americanos representan y encarnan mejor que nadie el amor a la Tierra y los ritmos naturales de la misma. Desde el punto de vista de la lógica astral, el ser humano es la cúspide de una pirámide evolutiva que dirige e interacciona todo el reino inferior a él. Así pues, si ponemos en la base a la Tierra, a los microorganismos, a los animales, las plantas y los seres vivos donde se  mueve el ser humano. Las acciones, pensamientos y ritmos de éste,  repercuten decisivamente sobre los otros y al revés también se da el mismo fenómeno de interacción. Mi pensamiento negativo influye sobre el entorno biológico y bioenergético donde me muevo. De una u otra manera se podría decir que yo soy el alquimista del lugar donde vivo, pudiendo hacer una Tierra feliz y próspera o un caos. Si todos los seres siguieran la Ley evolutiva natural el planeta se volvería un paraíso. Hay seres que con su evolución superior jerarquizan y alquimizan no un metro cuadrado  sino más terreno, incluso hay seres que trabajan sobre una nación o sobre un continente, así pues Juan encarna la jerarquía del Señor de la Tierra entera y Jesús encarna el valor de todo el sistema Solar. Si ellos mueren, también cambia o se modifica su ámbito de jerarquía. Esto aunque parezca complicado e incluso estúpido es absolutamente cierto, pero sólo se comprenderá cuando el amor del hombre por la naturaleza sea real y consciente.

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