El más aventajado de los hermanos de la Fraternidad, el hermano más querido de Akhenaton, tuvo mucho trabajo. Después de disolverse la Fraternidad de los Hijos del Sol, marchó a Madiam. Allí estableció una base de contacto con los “Señores de las Estrellas”. Tuvo un trabajo casi idéntico al del Faraón. Puesto que de su unión con una de las mujeres de Madiam, nació con intervención genética de los “Señores de las Pléyades” su hija Shefora. La parte femenina del Avatar de Aries. Es decir, la parte femenina de Moisés. El sabía bien que cuando un Avatar reencarna en la tierra necesita un macho y una hembra puesto que el Dios que viene de la dimensión andrógina del mundo astral, es macho y hembra a la vez y necesita de ambos soportes en la tierra para expresarse. Lo mismo ocurriría dos mil años después con Jesus y Maria Magdalena.
Jetro que conocía al detalle la metodología de los “Señores de las Estrellas” inició y ayudó a su vez a Moisés, a encontrar a Yavhé en el Sinaí. Propició la unión de su hija y del hijo de su amado hermano Akhenaton y con estos actos, terminó por fallecer el último de los setenta y dos iniciados de la Fraternidad de los Hijos del Sol.
Jetro viejo y cansado, agonizaba entre los brazos y la admiración de los suyos. Una sonrisa emergió junto con el último suspiro. La penumbra de la estancia se iluminó de repente con una extraña luz.
¡Mirad…mirad…. Están todos aquí. Vienen a buscarme. Solo falto yo….!
Akheanton, Nefertiti, Tiy, Amenhotep III, Ramerik y setenta y un hermanos sonreían. Ya estaban todos otra vez juntos. El plan había sido un éxito. Jetró se unió a ellos y tomaron la senda de la inmortalidad.
Moisés fue guiado y ayudado por su padre desde el Carro de Fuego. En los cuarenta años sucesivos murieron todos los liberados de Egipto. Nació otra generación en libertad, con orgullo y con un solo y único Dios.
Y este contacto y esa ayuda del padre y el hijo fue contada así por el libro sagrado:
“ Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo. Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés. Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”.
Jetro que conocía al detalle la metodología de los “Señores de las Estrellas” inició y ayudó a su vez a Moisés, a encontrar a Yavhé en el Sinaí. Propició la unión de su hija y del hijo de su amado hermano Akhenaton y con estos actos, terminó por fallecer el último de los setenta y dos iniciados de la Fraternidad de los Hijos del Sol.
Jetro viejo y cansado, agonizaba entre los brazos y la admiración de los suyos. Una sonrisa emergió junto con el último suspiro. La penumbra de la estancia se iluminó de repente con una extraña luz.
¡Mirad…mirad…. Están todos aquí. Vienen a buscarme. Solo falto yo….!
Akheanton, Nefertiti, Tiy, Amenhotep III, Ramerik y setenta y un hermanos sonreían. Ya estaban todos otra vez juntos. El plan había sido un éxito. Jetró se unió a ellos y tomaron la senda de la inmortalidad.
Moisés fue guiado y ayudado por su padre desde el Carro de Fuego. En los cuarenta años sucesivos murieron todos los liberados de Egipto. Nació otra generación en libertad, con orgullo y con un solo y único Dios.
Y este contacto y esa ayuda del padre y el hijo fue contada así por el libro sagrado:
“ Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo. Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés. Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”.
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