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martes, 23 de febrero de 2010

LUDWIG WITTGENSTEIN -Parte 1. 451 a 500.

451. ¿Cómo es si le doy a alguien la orden «¡Imagínate aquí un círculo rojo!» —  y luego digo: entender la orden significa saber cuál es el resultado cuando ha sido ejecutada  —  o incluso: poderse imaginar cuál es el resultado...?
452. Quiero decir: «Si alguien pudiera ver la expectativa, el proceso mental, debería ver qué es lo que uno está esperando».  —  Pero de hecho es así: quien ve la expresión de la expectativa, ve qué es lo que se está esperando. ¿Y cómo podría uno verlo de otro modo, en otro sentido?
453. Quien percibiera mi expectativa, debería percibir inmediatamente qué es lo que estoy esperando. Es decir: ¡no inferirlo a partir del proceso percibido!— Pero decir que alguien percibe una expectativa no tiene sentido. A menos que sea éste: percibe la expresión de la expectativa. Decir del-expectante que percibe la expectativa, en vez de decir que está esperando, sería una distorsión estúpida de la expresión.
454.    «Todo está ya en...» ¿Cómo es que la flecha   señala? ¿Acaso no parece llevar ya consigo algo fuera de sí misma?  —  «No, no es la raya muerta; sólo lo psíquico, el significado, puede hacerlo».— Esto es verdadero y falso. La flecha señala sólo en la aplicación que de ella hace el ser vivo.
Este señalar no es un arte de birlibirloque que sólo puede realizar el alma.
455.    Queremos decir: «Cuando significamos algo, no escomo tener una figura muerta (del tipo que sea), sino que es como si nos dirigiéramos hacia alguien». Nos dirigimos hacia aquello que significamos.
456. «Cuando se significa algo, se significa uno mismo»;por tanto, uno mismo se mueve. Nos abalanzamos y por ello no podemos observar el abalanzarse. Claro que no.
457. Sí; significar es como dirigirse hacia alguien.
458. «La orden ordena su ejecución.» Así pues, ¿conoce ya su ejecución antes de que ésta se dé?— Pero ésta era una proposición gramatical y dice: si una orden consiste en decir«¡Haz esto y aquello!», entonces se dice que «hacer esto y aquello» es la ejecución de la orden.
459. Decimos «La orden ordena esto— » y lo hacemos; pero también: «La orden ordena esto: debo...». Lo traducimos una vez en una proposición, otra en una demostración y otra en la acción.
460. ¿Podría justificarse una acción como ejecución de una orden de la siguiente manera: «Me has dicho Tráeme una flor amarilla' y esto me ha proporcionado un sentimiento de satisfacción, y por ello te la he traído»? ¿Acaso no habría que responder a esto: «Pero yo no te mandé traerme una flor que, debido a mis palabras, te proporcionara un sentimiento tal»?
461. ¿En qué medida anticipa la orden su ejecución?
  —  ¿En qué ordena ahora eso que luego será ejecutado?  —  Pero en realidad habría que decir: «lo que luego se ejecutará o no se ejecutará». Y esto no dice nada.
«Pero aun cuando mi deseo no determine lo que va a ser el caso, en cambio sí determina por así decir el tema de un hecho; tanto si éste cumple el deseo como si no.» No nos maravillamos —  por así decir  —   de que alguien conozca el futuro; sino de que pueda, sin más, hacer profecías (correctas o falsas).
Como si la mera profecía, independientemente de que sea correcta o falsa, contuviera ya una sombra del futuro; a pesar de que no sabe nada sobre el futuro, y no puede saber menos que nada.
462. Lo puedo buscar cuando no está, pero no lo puedo colgar cuando no está.
Quizás se quisiera decir: «Pero tiene que estar por ahí cuando lo busco».  —  Entonces también tiene que estar por ahí cuando no lo encuentro e incluso cuando no existe en absoluto.
463. «¿Ése buscabas? ¡Ni siquiera podías saber si estaba ahí!»  —  Pero este problema surge realmente cuando se busca en la matemática. Por ejemplo, se podría plantear la pregunta: ¿Cómo fue posible siquiera que se buscara la trisección del ángulo?
464. Lo que quiero enseñar es: cómo pasar de un sinsentido no evidente a uno evidente.
465. «Una expectativa está hecha de tal modo que, sea lo que sea lo que venga, tiene que coincidir con ella o no.»
Si ahora se pregunta: Así, pues, ¿está o no está el hecho determinado positiva o negativamente por la expectativa —  es decir, está o no está determinado en qué sentido un suceso responde a una expectativa, sea cual sea el suceso que ocurra?; debemos contestar: «Sí; a no ser que la expresión de la expectativa sea indeterminada, que contenga, por ejemplo, una disyunción de posibilidades diversas».
466.     ¿Para qué piensa el hombre?, ¿para qué sirve esto?  —  ¿Para qué calcula calderas de vapor, en vez de dejarla resistencia de sus paredes al azar? ¡Al fin y al cabo es sólo un hecho de experiencia que las calderas así calculadas no explotan tan a menudo! Pero así como él haría cualquier otra cosa antes que meter la mano en el fuego que lo ha quemado antes, así también hará cualquier otra cosa menos dejar de calcular la caldera.  —  Pero como las causas no nos interesan, diremos: los seres humanos realmente piensan: por ejemplo, proceden así cuando construyen una caldera de vapor.  —  Ahora bien, ¿es posible que una caldera así producida explote? Claro que sí.
467. Así pues, ¿el hombre piensa porque el pensar hadado buenos resultados?  —  ¿Porque piensa que es ventajoso pensar?
(¿Educa a sus hijos porque eso ha dado buenos resultados?)
468. ¿Cómo se podría averiguar por qué piensa?
469. Y, con todo, puede decirse que el pensar ha dado buenos resultados. Ahora se dan menos explosiones de calderas que antes, desde que la resistencia de las paredes ya no se determina a ojo, sino que se calcula de tal y cual manera. O bien, desde que se hace que cada cálculo de un ingeniero sea controlado por otro.
470. Así pues, a veces uno piensa porque eso ha dado buenos resultados.
471. Con frecuencia, sólo reprimiendo la pregunta «porqué» nos daremos cuenta de los hechos importantes; los cuales luego conducen, en nuestras investigaciones, a una respuesta.
472. La naturaleza de la creencia en la uniformidad de lo que ocurre resulta quizás lo más clara posible en el caso en que sentimos miedo ante lo esperado. Nada podría inducirme a meter mi mano en la llama —  aunque sólo en el pasado me he quemado.
473. La creencia en que el fuego me va a quemar es del mismo tipo que el miedo a que me queme.
474. Que el fuego me va a quemar si meto en él la mano: esto es seguridad.
Es decir, ahí vemos lo que significa seguridad. (No sólo lo que significa la palabra «seguridad», sino también lo que conlleva.)
475. Cuando se nos pregunta por las razones de una suposición, nos acordamos de esas razones. ¿Ocurre aquí lo
mismo que cuando uno reflexiona sobre cuáles pueden haber sido las causas de un acontecimiento?
476.     Hay que distinguir entre el objeto del miedo y la causa del miedo.
Así, el rostro que nos produce miedo, o fascinación (el objeto del miedo, de la fascinación) no es por ello su causa, sino —  podría decirse  —   su dirección.
477. «¿Por qué crees que te vas a quemar con el fogón caliente?»  —  ¿Tienes razones para esta creencia; y necesitas razones?
478. ¿Qué razón tengo para suponer que cuando mi dedo toque la mesa notará una resistencia? ¿Qué razón tengo para creer que este lápiz no podrá atravesar mi mano sin producirme dolor?  —  Cuando pregunto esto, se manifiestan cientos de razones, que no se dejan hablar entre sí. «Lo he experimentado yo mismo incontables veces; y he oído también innumerables veces de experiencias parecidas; si no fuera así, entonces...; etc.»
479. La pregunta «¿Por qué razones crees esto?» podría significar:  «¿De qué razones deduces esto ahora (lo has deducido ahora)?» Pero también: «¿Qué razones puedes darme posteriormente para esta suposición?»
480. Así pues, por «razones» de una opinión realmente se podría entender sólo lo que uno se ha dicho a sí mismo antes de llegar a esa opinión. El cálculo que realmente ha llevado a cabo. Si ahora se preguntase: ¿Pero cómo puede la experiencia anterior ser una razón para la suposición de que más tarde ocurrirá esto o aquello?  —  La respuesta es: ¿Qué concepto general de razón tenemos para una suposición de este tipo? Esta clase de indicación sobre el pasado es precisamente lo que llamamos una razón para la suposición de que en el futuro ocurrirá eso.  —  Y si uno se extraña de que juguemos un juego tal, entonces apelo al efecto de una experiencia pasada (a que un niño que se ha quemado teme el fuego).
481. A quien dijera que por medio de datos sobre el pasado no se le puede convencer de que algo va a ocurrir en el futuro —  a ése yo no lo entendería. Se le podría preguntar:¿qué quieres oír? ¿Qué clase de datos serían para ti razones para creer eso? ¿A qué llamas tú «convencerse»? ¿Qué tipo de convicción esperas tú?  —  Si ésas no son razones, entonces ¿cuáles lo son?  —  Si dices que ésas no son razones, entonces debes ser capaz de indicar qué cosa debería ser el caso para que pudiéramos decir justificadamente que existen razones para nuestra suposición.
Pues nótese bien: las razones no son en este caso proposiciones de las que se siga lógicamente lo creído.
Pero no se trata de que se pueda decir: para el creer basta menos que para el saber.  —  Pues aquí no se trata de una aproximación a la inferencia lógica.
482. Nos confunde el modo de expresión: «Esta razón es buena, pues hace probable que ocurra el suceso». Aquí escomo si hubiéramos afirmado algo más sobre la razón, algo que la justifica como razón; mientras que con la proposición de que esta razón hace probable la ocurrencia no se dice nada, aparte de que esta razón corresponde a un determinado patrón de buenas razones —  pero el patrón no está justificado.
483. Una buena razón es una razón que aparece como tal.
484. Quisiéramos decir: «Una buena razón es tal sólo porque hace la ocurrencia realmente probable». Porque, por así decir, tiene realmente una influencia sobre el acontecimiento; como si fuera una influencia experiencial.
485. La justificación mediante la experiencia tiene un final. Si no lo tuviera, no sería una justificación.
486. ¿Se sigue de las impresiones sensoriales que tengo, que ahí hay un sillón?  —  ¿Cómo puede seguirse de las impresiones sensoriales una proposición? Bueno, ¿se sigue de las proposiciones que describen las impresiones sensoriales? No.  —  ¿Pero acaso no infiero de las impresiones, de los datos sensoriales, que allí hay un sillón?  —  ¡No hago ninguna inferencia!  —  Aunque a veces sí. Veo, por ejemplo, una fotografía y digo «Así, pues, allí tuvo que haber un sillón», o también «Por lo que se ve ahí, infiero que allí hay un sillón».Esto es una inferencia; pero no una inferencia de la lógica. Una inferencia es la transición a una aserción; por tanto, también a la conducta que corresponde a la aserción. 'Saco las consecuencias' no sólo de palabra, sino también con acciones.
¿Estaba yo justificado en sacar esas consecuencias? ¿A qué se le llama aquí una justificación?  —  ¿Cómo se usa la palabra
«justificación»? ¡Describe juegos de lenguaje! De ellos también se desprenderá la importancia del estar justificado.
487. «Abandono la habitación porque tú lo ordenas.»«Abandono la habitación, pero no porque tú lo ordenes.»¿Describe esta proposición una conexión de mi acción con su orden, o bien establece la conexión?
¿Puede preguntarse: «Cómo sabes que lo haces por eso, o que no lo haces por eso»? ¿Y es quizá la respuesta: «Así lo siento»?
488.     ¿Cómo juzgo si es así? ¿Por indicios?
489.     Pregúntate: ¿En qué ocasiones, con qué finalidad, decimos esto?
¿Qué modos de acción acompañan a estas palabras? (¡Piensa en el saludar!) ¿En qué escenas se usan; y para qué?
490. ¿Cómo sé que este curso de pensamiento me ha conducido a esta acción?  —  Bueno, se trata de una figura determinada: por ejemplo, en una investigación experimental, el hecho de que un cálculo nos conduzca a otro experimento. Parece así  —  y ahora podría describir un ejemplo.
491. No: «sin lenguaje no nos podríamos entender unos con otros» —  pero sí: sin lenguaje no podemos influir de tal y cual manera en otras personas; no podemos construir carreteras y máquinas, etc. Y también: Sin el uso del habla y dela escritura, los seres humanos no podrían entenderse.
492. Inventar un lenguaje podría significar inventar un aparato para un determinado propósito basándonos en leyes naturales (o de acuerdo con ellas); pero eso también tiene el otro sentido, análogo a aquel en que hablamos de inventar un juego.
Aquí digo algo sobre la gramática de la palabra «lenguaje», al conectarla con la gramática de la palabra «inventar».
493.     Decimos: «El gallo llama a las gallinas con su canto» —  ¿pero acaso no nos basamos ya en una comparación con nuestro lenguaje?  —  ¿No se modifica completamente el aspecto si nos imaginamos que, a través de cierta influencia física, el canto del gallo pone en movimiento a las gallinas?
Pero si se mostrara de qué modo las palabras «¡Ven a mí!» influyen en el interpelado, de manera que al fin, bajo ciertas condiciones, se inervan los músculos de sus piernas, etc. —  ¿perdería entonces esa proposición para nosotros su carácter de proposición?
494. Quiero decir: El aparato de nuestro lenguaje corriente, de nuestro lenguaje verbal, es sobre todo lo que llamamos «lenguaje»; y luego otras cosas por su analogía o comparabilidad con eso.
495. Está claro que por experiencia puedo comprobar que un hombre (o un animal) reacciona a un signo como yo quiero, a otro en cambio no. Por ejemplo, que un hombre reacciona ante el signo yendo hacia la derecha, ante el signo yendo hacia la izquierda; pero que ante el signo
  no reacciona igual que ante  , etc. De hecho, ni siquiera necesito inventar casos; basta con considerar el hecho de que únicamente con la lengua alemana puedo dirigir la atención de una persona que sólo ha aprendido el alemán. (Pues considero el aprendizaje de la lengua alemana como el ajustar el mecanismo a un determinado tipo de influencia; y puede que nos dé igual si el otro ha aprendido la lengua, o bien quizás de nacimiento está ya constituido de tal modo que reacciona ante las proposiciones de la lengua alemana igual que el hombre corriente que ha aprendido alemán.)
496. La gramática no dice cómo tiene que estar construido el lenguaje para que cumpla su propósito, para que influya en los seres humanos de tal y cual manera. Sólo describe el uso de los signos, pero no lo explica en modo alguno.
497. A las reglas de la gramática se las puede llamar«arbitrarias», si con ello se quiere decir que el propósito dela gramática es sólo el mismo que el del lenguaje.
Cuando alguien dice «Si nuestro lenguaje no tuviera esta gramática, no podría expresar estos hechos» —  hay que preguntarse lo que significa aquí «podría».
498. Cuando digo que la orden «¡Tráeme azúcar!» y«¡Tráeme leche!» tiene sentido, pero no la combinación «Leche me azúcar», esto no quiere decir que el pronunciar esta combinación de palabras no tiene ningún efecto. Y si tiene el efecto de que el otro se me quede mirando y abra la boca, no por ello digo que se trata de la orden de quedárseme mirando, etc., incluso si yo hubiera querido producir precisamente este efecto.
499. Decir «Esta combinación de palabras no tiene ningún sentido», la excluye del dominio del lenguaje y delimita así el campo del lenguaje. Pero trazar un límite puede tener muy diversas razones. Si yo rodeo un lugar mediante una valla, una línea o de alguna otra manera, puede que esto tenga el propósito de no dejar que alguien salga o entre; pero también puede que forme parte de un juego y que el límite tenga que ser saltado por los jugadores; o puede indicar dónde termina la propiedad de una persona y empieza la de otra; etc. Así, pues, si trazo un límite, con ello no se dice para qué lo trazo.
500. Cuando se dice que una oración carece de sentido, no es como si su sentido careciera de sentido. Sino que una cierta combinación de palabras se excluye del lenguaje, se retira de la circulación.

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