641. «Si yo hubiera proferido las palabras 'Ahora quiero engañarlo', mi propósito no hubiera sido por ello más seguro.» — Pero, si hubieras proferido esas palabras, ¿tenías que hablar totalmente en serio? (Así, pues, la expresión máximamente explícita del propósito no es, por sí sola, evidencia suficiente del propósito.)
642. «En este momento lo odié» — ¿qué pasó ahí? ¿No consistió en pensamientos, sentimientos y acciones? Y si ahora reconstruyese ese momento, pondría una determinada cara, pensaría en ciertos acontecimientos, respiraría de cierta manera, produciría en mí ciertos sentimientos. Podría inventarme una conversación, toda una escena, en que se encendiera ese odio. Y yo podría actuar en esa escena consentimientos que se aproximarían a los del suceso real. En esto me ayudaría, naturalmente, el hecho de haber vivido realmente algo parecido.
643. Cuando me avergüenzo del incidente, me avergüenzo de todo: de las palabras, del tono venenoso, etc.
644. «No me avergüenzo de lo que hice entonces, sino del propósito que tenía.» — ¿Y no estaba el propósito también en lo que hice? ¿Qué justifica la vergüenza? La historia entera del incidente.
645. «Por un instante quise...» Es decir, yo tenía un determinado sentimiento, una vivencia interna; y me acuerdo
de ello. — Y ahora, ¡acuérdate con toda exactitud! En este
momento parece que la 'vivencia interna' del querer vuelve a desaparecer. En vez de ello, se acuerda uno de ideas, sentimientos, movimientos y también de conexiones con situaciones previas.
Es como si uno hubiera modificado el ajuste de un microscopio, y lo que ahora está enfocado antes no se veía.
646. «Bueno, esto sólo muestra que has enfocado mal tu microscopio. Tenías que examinar una determinada sección del preparado, y ahora ves otra.»
Hay algo de cierto en esto. Pero supón que me acuerdo (con un determinado ajuste de los lentes; de una sensación; ¿cómo puedo decir que ella es esto que llamo el «propósito»? Podría ser que a cada uno de mis propósitos le acompañara (por ejemplo) un cierto escalofrío.
647. ¿Cuál es la expresión natural de un propósito? — Contempla un gato cuando acecha un pájaro; o un animal cuando quiere huir.
((Conexión con proposiciones sobre sensaciones.))
648. «Ya no me acuerdo de mis palabras, pero me acuerdo exactamente de mi propósito: quería tranquilizarlo con mis palabras.» ¿Qué me muestra mi recuerdo; qué me trae a la mente? ¡supón que no hiciera más que traerme esas palabras!, y quizás otras que describen aún más exactamente la situación. — («Ya no me acuerdo de mis palabras, pero sí del espíritu de mis palabras.»)
649. «Así, pues, alguien que no haya aprendido ninguna lengua, ¿no puede tener cienos recuerdos?» Claro — no puede tener ningún recuerdo verbal, deseos o temores verbales, etc. Y los recuerdos, etc., en el lenguaje no son meras representaciones deshilachadas de las verdaderas vivencias; ¿acaso lo verbal no es una vivencia?
650. Decimos que el perro teme que su dueño vaya apegarle; pero no: teme que su dueño le pegue mañana. ¿Porqué no?
651. «Me acuerdo que en ese momento me habría gustado quedarme más tiempo.» — ¿Qué figura de este deseo me viene a la mente? Ninguna. Lo que veo ante mí en el recuerdo no permite sacar ninguna inferencia sobre mis sentimientos. Y, sin embargo, me acuerdo muy claramente de que estaban presentes.
652. «Lo midió con una mirada hostil y dijo...» El lector de la narración entiende esto; no tiene ninguna duda en su mente. Ahora dices tú: «Bueno, él se imagina el significado, lo adivina.» — En general: No. En general no se imagina nada, no adivina nada. — Pero también es posible que luego resulte que la mirada y las palabras hostiles resulten no ser en serio, o que se mantenga al lector en la duda sobre si lo son o no, y que en consecuencia trate realmente de adivinar una posible interpretación. — Pero en tal caso lo que adivina es ante todo un contexto. Se dice, por ejemplo: estos dos, que aquí hacen como si fueran enemigos, en realidad son amigos, etc. ((«Si quieres entender la proposición, tienes que imaginarte el significado mental, los estados mentales.»))
653. Imagínate este caso: Le digo a alguien que he ido por cierto camino según un plano confeccionado previamente. A continuación le muestro este plano, que consiste en trazos sobre un papel; pero no puedo explicarle en qué medida estos trazos son el plano de mi excursión, no puedo darle al otro ninguna regla que permita interpretar el plano. Pero yo me atuve a ese dibujo de la manera que es característica de la lectura de mapas. A un dibujo de esta naturaleza lo podría denominar un plano 'privado'; o al fenómeno que he descrito: «seguir un plano privado». (Pero, naturalmente, sería muy fácil malentender esta expresión.)
¿Podría yo decir ahora: «Que entonces yo quería actuar así y asá, lo sé porque es como si lo leyera en un plano, aunque no hay ningún plano»? Pero esto no significa otra cosa sino que: estoy dispuesto a decir. «Leo el propósito de actuar así en ciertos estados mentales de los que me acuerdo.»
654. Nuestro error es buscar una explicación allí donde deberíamos ver los hechos como 'protofenómenos'. Es decir, donde deberíamos decir: éste es el juego de lenguaje que se está jugando.
655. No interesa la explicación de un juego de lenguaje mediante nuestras vivencias, sino la constatación de un juego de lenguaje.
656. ¿Con qué fin le digo yo a alguien que antes tuve talo cual deseo? — ¡Considera el juego de lenguaje como lo primario!. ¡Y considera los sentimientos, etc., como un modo de ver, de interpretar, el juego de lenguaje!
Se podría preguntar: ¿Cómo ha llegado el ser humano a construir las manifestaciones verbales que llamamos «informes sobre un deseo pasado» o un propósito pasado?
657. Imaginemos que la manifestación tomara siempre esta forma: «Me dije, '¡si pudiera quedarme más tiempo!'». La finalidad al comunicar esto podría ser la de que el otro trabara conocimiento de mis reacciones. (Compárese la gramática de «vouloir dire» con la de significar.)
658. Imagínate que siempre expresáramos el propósito de un hombre diciendo: «Es como si él se hubiera dicho a sí mismo 'Quiero...'» — Ésta es la figura. Y ahora quiero saber:¿Cómo se emplea la expresión «como si se dijera a sí mismo»? Pues no significa: decirse algo a sí mismo.
659. ¿Por qué quiero, además de manifestarle lo que hice, también comunicarle una intención? — No porque la intención fuera también algo de lo que estaba ocurriendo entonces. Sino porque quiero comunicarle algo sobre mí, algo que va más allá de lo que entonces ocurrió.
Le abro mi intimidad cuando le digo lo que quería hacer. — Pero no con base en una auto-observación, sino mediante una reacción (también se podría llamar una intuición).
660. La gramática de la expresión «Entonces yo quería decir...» está emparentada con la de la expresión «Entonces yo hubiera podido continuar.»
En un caso, el recuerdo de un propósito, en el otro, el de una comprensión.
661. Recuerdo haberme referido a él. ¿Recuerdo un proceso o un estado? — ¿Cuándo empezó; cómo transcurrió; etc.?
662. En una situación sólo un poco distinta, en vez de señalar mudo con el dedo, le hubiera dicho a alguien: «Dile a N. que venga a verme». Pues bien, se puede decir que las palabras «Yo quería que N. viniera a verme» describen el estado de mi mente entonces, pero por otro lado eso no se puede decir.
663. Cuando digo «Me referí a él», puede que me venga a las mientes cierta figura, por ejemplo, de cómo lo miraba, etc.; pero la figura sólo es como la ilustración de una historia. De ella sola casi nunca se podría inferir nada; sólo cuando se conoce la historia sabe uno lo que significa la figura.
664. En el uso de una palabra se podría distinguir una 'gramática superficial' de una 'gramática profunda'. Lo que senos impone de manera inmediata en el uso de una palabra es su modo de uso en la construcción de la proposición, la parte de su uso — podría decirse — que se puede percibir con el oído. — Y ahora compárese la gramática profunda de las palabras «querer decir», por ejemplo, con lo que su gramática superficial nos haría suponer. No es de extrañar que nos sea difícil orientarnos.
665. Imagínate que alguien, con cara de dolor, señala su mejilla y dice «¡abracadabra!» — Le preguntamos «¿Qué quieres decir?», y él responde «Con ello quería decir dolor demuelas». — Tú piensas en seguida: ¿Cómo puede 'querer decir dolor de muelas' con esta palabra? O bien, ¿qué significaría: querer decir dolor con esa palabra? Y sin embargo, en otro contexto, hubieras afirmado que la actividad mental de querer decir esto o lo otro es precisamente lo más importante en el uso del lenguaje.
Pero, cómo — ¿acaso no puedo decir «Con 'abracadabra' quiero decir dolor de muelas»? Claro que sí; pero esto es -una definición; no es una descripción de lo que ocurre en mí al proferir la palabra.
666. Imagínate que sientes dolor y que al mismo tiempo oyes que en casa del vecino están afinando un piano. Dices«Pronto terminará». ¡Hay sin duda una diferencia entre referirse al dolor o bien a la afinación del piano! — Claro; ¿pero en qué consiste esta diferencia? Lo admito: en muchos casos, a un u otro referirse corresponderá una dirección de la atención, a veces también una mirada, un gesto, o un cerrar los ojos, que es lo que se podría llamar «mirarse-hacia-dentro».
667. Imagínate que alguien simula sentir dolor y dice«Pronto disminuirá». ¿No puede decirse que se refiere al dolor? Y no obstante no concentra su atención en ningún dolor. — ¿Y qué tal si al fin digo «Ya terminó»?
668. ¿Pero no se puede también mentir al decir «Pronto terminará», refiriéndose al dolor — pero a la pregunta «¿A qué te referiste?» dar la respuesta: «Al ruido en la habitación del vecino»? En casos de este tipo, uno dice algo como: «Yo quería responder..., pero lo pensé bien y respondí...»
669. Al hablar, podemos referirnos a un objeto señalándolo. El señalar es aquí una parte del juego de lenguaje. Y entonces nos parece como si habláramos de una sensación por el hecho de que al hablar dirigimos nuestra atención a ella. Pero, ¿dónde está la analogía? Evidentemente, radica en el hecho de que se puede señalar algo mirando y escuchando.
Pero también, bajo ciertas circunstancias, el señalar el objeto del que se habla puede ser completamente inesencial para el juego de lenguaje, para el pensamiento.
670. Imagínate que llamas a alguien por teléfono y le dices: «Esta mesa es demasiado alta», mientras señalas la mesa con el dedo. ¿Qué papel juega aquí el señalar? ¿Puedo decir: me refiero a la mesa en cuestión al señalarla? ¿Para qué este señalar, para qué estas palabras y todo lo que las acompañe?
671. ¿Y qué señalo mediante la actividad interna del escuchar? ¿El sonido que llega a mis oídos y el silencio cuando no oigo nada?
Es como si el escuchar buscara una impresión auditiva y por lo tanto no puede señalarla; sólo puede señalar el lugar en el que busca.
672. Suponiendo que la actitud receptiva se pudiera denominar un 'indicar' algo — en todo caso ese algo no es la sensación que recibimos.
673. La actitud mental no 'acompaña' a la palabra en el mismo sentido en que la acompaña un gesto. (Análogamente a como alguien puede viajar solo y sin embargo acompañado de mis deseos, y como una habitación puede estar vacía y sin embargo llena de luz.)
674. ¿Decimos por ejemplo: «En realidad ahora no me estaba refiriendo a mi dolor; no he puesto suficiente atención en él»? ¿Acaso me pregunto: «¿A qué me he referido ahora con esta palabra? Mi atención estaba dividida entre mi dolor y el ruido — »?
675. «Dime lo que ocurrió en ti cuando proferiste las palabras...» — ¡La respuesta a esto no es «Me refería a...»!
676. «Con esta palabra me refería a esto» es una comunicación que se emplea de manera distinta a la de una afección del alma.
677. Por otra parte: «Antes, cuando maldijiste, ¿lo querías decir en serio?» significa más o menos: «¿Estabas realmente enojado?» — Y la respuesta puede ser dada con base en una introspección, y suele ser del tipo: «No lo quería decir muy en serio», «Lo quería decir medio en broma», etc. Aquí hay diferencias de grado.
En todo caso, también se dice: «Con estas palabras estaba medio pensando en él».
678. ¿En qué consiste este referirse (a los dolores o a la afinación del piano)? No nos viene ninguna respuesta — pues las respuestas que se nos ofrecen a primera vista no sirven. — «Y sin embargo, entonces me estaba refiriendo a lo uno y no a lo otro.» Sí — ahora lo que has hecho es repetir enfáticamente una proposición que nadie había contradicho.
679. «¿Pero puedes dudar de que te hubieras referido a esto?» — No; pero tampoco puedo estar seguro de ello, saberlo.
680. Si me dices que cuando estabas maldiciendo te referías a N., me será indiferente si al hacerlo contemplabas una figura de él, o si te lo imaginaste, o pronunciaste su nombre, etc. Las conclusiones que se desprenden de este hecho y que a mí me interesan, no tienen nada que ver con ello. Por otro lado, puede ser que alguien me explique que la maldición sólo tiene efecto cuando uno se imagina a la persona claramente, o pronuncia su nombre en voz alta. Pero nadie diría «Todo depende de cómo el que maldice se repera a su víctima».
681. Naturalmente, tampoco preguntamos: «¿Estás seguro de que lo maldijiste a él, de que estableciste la conexión con él?»
¡¿Así, pues, esta conexión es muy fácil de establecer, si uno puede estar tan seguro de ella?! Uno puede saber que no se equivoca. — Bueno, ¿puede pasarme que quiera escribirle a alguien y de hecho le escriba a otra persona? ¿Y cómo podría ocurrir esto?
682. «Dijiste 'Pronto terminará'. — ¿Pensaste en el ruido o bien en tus dolores?» Si él responde «Estaba pensando en la afinación del piano» — ¿constata él que se dio esa conexión o bien la produce con esas palabras? ¿No puedo decir ambas cosas? Si lo que dijo era cierto, ¿no se daba esa conexión — y no produce, sin embargo, una conexión que no se da?
683. Dibujo una cabeza. Tú preguntas «¿A quién se supone que representa?» — Yo: «A N.» — Tú: «Pero no se le parece; más bien se parece a M.». — Cuando dije que representa a N. — ¿establecí una relación o bien informé acerca de ella?¿Cuál era la relación que había?
684. ¿Qué se puede decir en favor de que mis palabras describen una relación que ya se daba? Bueno, se refieren a diversas cosas que no se dieron sólo a partir del momento de ser proferidas las palabras. Dicen, por ejemplo, que yo hubiera dado entonces una determinada respuesta si se me hubiera preguntado. Y aunque esto sólo es condicional, no obstante dice algo sobre el pasado.
685. «Busca a A» no significa «Busca a B»; pero, al seguir ambas órdenes, puedo estar haciendo lo mismo.
Decir que en uno y otro caso debe pasar algo distinto sería como decir que las oraciones «Hoy es mi cumpleaños» y «El 26 de abril es mi cumpleaños» deben referirse a distintos días ya que su sentido no es el mismo.
686. «Claro que me refería a B; ni siquiera pensé en A.»«Yo quería que B viniera a verme para que...» — Todo esto indica un contexto más amplio.
687. Naturalmente, en vez de decir «Me refería a él» a veces también se puede decir «Pensaba en él»; a veces también «Sí, estábamos hablando de él». ¡Así, pues, pregúntate en qué consiste 'hablar de él'!
688. En ciertas circunstancias, podemos decir: «Cuando hablé sentí como si te lo dijera a ti». Pero esto no lo diría yo si de todos modos hubiera estado hablando contigo.
689. «Pienso en N.» «Hablo de N.»
¿Cómo hablo de él? Digo, por ejemplo, «Hoy tengo que
visitar a N.». — ¡Pero esto no es suficiente! Con «N.» podría
referirme a distintas personas que tengan este nombre. — «Por tanto, debe darse aún otra conexión de lo que digo con N., pues de lo contrario sin duda no me hubiera referido a ÉL.»
Ciertamente se da tal conexión. Sólo que no como tú te la imaginas: a saber, mediante un mecanismo mental.
(Uno compara «referirse a él» con «apuntar hacia él».)
690. Qué tal si una vez hago una observación aparentemente inocente y la acompaño de una mirada furtiva de reojo dirigida a alguien; y otra vez, con la mirada baja, hablo abiertamente sobre esa persona, que está presente, utilizando su nombre — ¿pienso realmente de manera particular en él cuando uso su nombre?
642. «En este momento lo odié» — ¿qué pasó ahí? ¿No consistió en pensamientos, sentimientos y acciones? Y si ahora reconstruyese ese momento, pondría una determinada cara, pensaría en ciertos acontecimientos, respiraría de cierta manera, produciría en mí ciertos sentimientos. Podría inventarme una conversación, toda una escena, en que se encendiera ese odio. Y yo podría actuar en esa escena consentimientos que se aproximarían a los del suceso real. En esto me ayudaría, naturalmente, el hecho de haber vivido realmente algo parecido.
643. Cuando me avergüenzo del incidente, me avergüenzo de todo: de las palabras, del tono venenoso, etc.
644. «No me avergüenzo de lo que hice entonces, sino del propósito que tenía.» — ¿Y no estaba el propósito también en lo que hice? ¿Qué justifica la vergüenza? La historia entera del incidente.
645. «Por un instante quise...» Es decir, yo tenía un determinado sentimiento, una vivencia interna; y me acuerdo
de ello. — Y ahora, ¡acuérdate con toda exactitud! En este
momento parece que la 'vivencia interna' del querer vuelve a desaparecer. En vez de ello, se acuerda uno de ideas, sentimientos, movimientos y también de conexiones con situaciones previas.
Es como si uno hubiera modificado el ajuste de un microscopio, y lo que ahora está enfocado antes no se veía.
646. «Bueno, esto sólo muestra que has enfocado mal tu microscopio. Tenías que examinar una determinada sección del preparado, y ahora ves otra.»
Hay algo de cierto en esto. Pero supón que me acuerdo (con un determinado ajuste de los lentes; de una sensación; ¿cómo puedo decir que ella es esto que llamo el «propósito»? Podría ser que a cada uno de mis propósitos le acompañara (por ejemplo) un cierto escalofrío.
647. ¿Cuál es la expresión natural de un propósito? — Contempla un gato cuando acecha un pájaro; o un animal cuando quiere huir.
((Conexión con proposiciones sobre sensaciones.))
648. «Ya no me acuerdo de mis palabras, pero me acuerdo exactamente de mi propósito: quería tranquilizarlo con mis palabras.» ¿Qué me muestra mi recuerdo; qué me trae a la mente? ¡supón que no hiciera más que traerme esas palabras!, y quizás otras que describen aún más exactamente la situación. — («Ya no me acuerdo de mis palabras, pero sí del espíritu de mis palabras.»)
649. «Así, pues, alguien que no haya aprendido ninguna lengua, ¿no puede tener cienos recuerdos?» Claro — no puede tener ningún recuerdo verbal, deseos o temores verbales, etc. Y los recuerdos, etc., en el lenguaje no son meras representaciones deshilachadas de las verdaderas vivencias; ¿acaso lo verbal no es una vivencia?
650. Decimos que el perro teme que su dueño vaya apegarle; pero no: teme que su dueño le pegue mañana. ¿Porqué no?
651. «Me acuerdo que en ese momento me habría gustado quedarme más tiempo.» — ¿Qué figura de este deseo me viene a la mente? Ninguna. Lo que veo ante mí en el recuerdo no permite sacar ninguna inferencia sobre mis sentimientos. Y, sin embargo, me acuerdo muy claramente de que estaban presentes.
652. «Lo midió con una mirada hostil y dijo...» El lector de la narración entiende esto; no tiene ninguna duda en su mente. Ahora dices tú: «Bueno, él se imagina el significado, lo adivina.» — En general: No. En general no se imagina nada, no adivina nada. — Pero también es posible que luego resulte que la mirada y las palabras hostiles resulten no ser en serio, o que se mantenga al lector en la duda sobre si lo son o no, y que en consecuencia trate realmente de adivinar una posible interpretación. — Pero en tal caso lo que adivina es ante todo un contexto. Se dice, por ejemplo: estos dos, que aquí hacen como si fueran enemigos, en realidad son amigos, etc. ((«Si quieres entender la proposición, tienes que imaginarte el significado mental, los estados mentales.»))
653. Imagínate este caso: Le digo a alguien que he ido por cierto camino según un plano confeccionado previamente. A continuación le muestro este plano, que consiste en trazos sobre un papel; pero no puedo explicarle en qué medida estos trazos son el plano de mi excursión, no puedo darle al otro ninguna regla que permita interpretar el plano. Pero yo me atuve a ese dibujo de la manera que es característica de la lectura de mapas. A un dibujo de esta naturaleza lo podría denominar un plano 'privado'; o al fenómeno que he descrito: «seguir un plano privado». (Pero, naturalmente, sería muy fácil malentender esta expresión.)
¿Podría yo decir ahora: «Que entonces yo quería actuar así y asá, lo sé porque es como si lo leyera en un plano, aunque no hay ningún plano»? Pero esto no significa otra cosa sino que: estoy dispuesto a decir. «Leo el propósito de actuar así en ciertos estados mentales de los que me acuerdo.»
654. Nuestro error es buscar una explicación allí donde deberíamos ver los hechos como 'protofenómenos'. Es decir, donde deberíamos decir: éste es el juego de lenguaje que se está jugando.
655. No interesa la explicación de un juego de lenguaje mediante nuestras vivencias, sino la constatación de un juego de lenguaje.
656. ¿Con qué fin le digo yo a alguien que antes tuve talo cual deseo? — ¡Considera el juego de lenguaje como lo primario!. ¡Y considera los sentimientos, etc., como un modo de ver, de interpretar, el juego de lenguaje!
Se podría preguntar: ¿Cómo ha llegado el ser humano a construir las manifestaciones verbales que llamamos «informes sobre un deseo pasado» o un propósito pasado?
657. Imaginemos que la manifestación tomara siempre esta forma: «Me dije, '¡si pudiera quedarme más tiempo!'». La finalidad al comunicar esto podría ser la de que el otro trabara conocimiento de mis reacciones. (Compárese la gramática de «vouloir dire» con la de significar.)
658. Imagínate que siempre expresáramos el propósito de un hombre diciendo: «Es como si él se hubiera dicho a sí mismo 'Quiero...'» — Ésta es la figura. Y ahora quiero saber:¿Cómo se emplea la expresión «como si se dijera a sí mismo»? Pues no significa: decirse algo a sí mismo.
659. ¿Por qué quiero, además de manifestarle lo que hice, también comunicarle una intención? — No porque la intención fuera también algo de lo que estaba ocurriendo entonces. Sino porque quiero comunicarle algo sobre mí, algo que va más allá de lo que entonces ocurrió.
Le abro mi intimidad cuando le digo lo que quería hacer. — Pero no con base en una auto-observación, sino mediante una reacción (también se podría llamar una intuición).
660. La gramática de la expresión «Entonces yo quería decir...» está emparentada con la de la expresión «Entonces yo hubiera podido continuar.»
En un caso, el recuerdo de un propósito, en el otro, el de una comprensión.
661. Recuerdo haberme referido a él. ¿Recuerdo un proceso o un estado? — ¿Cuándo empezó; cómo transcurrió; etc.?
662. En una situación sólo un poco distinta, en vez de señalar mudo con el dedo, le hubiera dicho a alguien: «Dile a N. que venga a verme». Pues bien, se puede decir que las palabras «Yo quería que N. viniera a verme» describen el estado de mi mente entonces, pero por otro lado eso no se puede decir.
663. Cuando digo «Me referí a él», puede que me venga a las mientes cierta figura, por ejemplo, de cómo lo miraba, etc.; pero la figura sólo es como la ilustración de una historia. De ella sola casi nunca se podría inferir nada; sólo cuando se conoce la historia sabe uno lo que significa la figura.
664. En el uso de una palabra se podría distinguir una 'gramática superficial' de una 'gramática profunda'. Lo que senos impone de manera inmediata en el uso de una palabra es su modo de uso en la construcción de la proposición, la parte de su uso — podría decirse — que se puede percibir con el oído. — Y ahora compárese la gramática profunda de las palabras «querer decir», por ejemplo, con lo que su gramática superficial nos haría suponer. No es de extrañar que nos sea difícil orientarnos.
665. Imagínate que alguien, con cara de dolor, señala su mejilla y dice «¡abracadabra!» — Le preguntamos «¿Qué quieres decir?», y él responde «Con ello quería decir dolor demuelas». — Tú piensas en seguida: ¿Cómo puede 'querer decir dolor de muelas' con esta palabra? O bien, ¿qué significaría: querer decir dolor con esa palabra? Y sin embargo, en otro contexto, hubieras afirmado que la actividad mental de querer decir esto o lo otro es precisamente lo más importante en el uso del lenguaje.
Pero, cómo — ¿acaso no puedo decir «Con 'abracadabra' quiero decir dolor de muelas»? Claro que sí; pero esto es -una definición; no es una descripción de lo que ocurre en mí al proferir la palabra.
666. Imagínate que sientes dolor y que al mismo tiempo oyes que en casa del vecino están afinando un piano. Dices«Pronto terminará». ¡Hay sin duda una diferencia entre referirse al dolor o bien a la afinación del piano! — Claro; ¿pero en qué consiste esta diferencia? Lo admito: en muchos casos, a un u otro referirse corresponderá una dirección de la atención, a veces también una mirada, un gesto, o un cerrar los ojos, que es lo que se podría llamar «mirarse-hacia-dentro».
667. Imagínate que alguien simula sentir dolor y dice«Pronto disminuirá». ¿No puede decirse que se refiere al dolor? Y no obstante no concentra su atención en ningún dolor. — ¿Y qué tal si al fin digo «Ya terminó»?
668. ¿Pero no se puede también mentir al decir «Pronto terminará», refiriéndose al dolor — pero a la pregunta «¿A qué te referiste?» dar la respuesta: «Al ruido en la habitación del vecino»? En casos de este tipo, uno dice algo como: «Yo quería responder..., pero lo pensé bien y respondí...»
669. Al hablar, podemos referirnos a un objeto señalándolo. El señalar es aquí una parte del juego de lenguaje. Y entonces nos parece como si habláramos de una sensación por el hecho de que al hablar dirigimos nuestra atención a ella. Pero, ¿dónde está la analogía? Evidentemente, radica en el hecho de que se puede señalar algo mirando y escuchando.
Pero también, bajo ciertas circunstancias, el señalar el objeto del que se habla puede ser completamente inesencial para el juego de lenguaje, para el pensamiento.
670. Imagínate que llamas a alguien por teléfono y le dices: «Esta mesa es demasiado alta», mientras señalas la mesa con el dedo. ¿Qué papel juega aquí el señalar? ¿Puedo decir: me refiero a la mesa en cuestión al señalarla? ¿Para qué este señalar, para qué estas palabras y todo lo que las acompañe?
671. ¿Y qué señalo mediante la actividad interna del escuchar? ¿El sonido que llega a mis oídos y el silencio cuando no oigo nada?
Es como si el escuchar buscara una impresión auditiva y por lo tanto no puede señalarla; sólo puede señalar el lugar en el que busca.
672. Suponiendo que la actitud receptiva se pudiera denominar un 'indicar' algo — en todo caso ese algo no es la sensación que recibimos.
673. La actitud mental no 'acompaña' a la palabra en el mismo sentido en que la acompaña un gesto. (Análogamente a como alguien puede viajar solo y sin embargo acompañado de mis deseos, y como una habitación puede estar vacía y sin embargo llena de luz.)
674. ¿Decimos por ejemplo: «En realidad ahora no me estaba refiriendo a mi dolor; no he puesto suficiente atención en él»? ¿Acaso me pregunto: «¿A qué me he referido ahora con esta palabra? Mi atención estaba dividida entre mi dolor y el ruido — »?
675. «Dime lo que ocurrió en ti cuando proferiste las palabras...» — ¡La respuesta a esto no es «Me refería a...»!
676. «Con esta palabra me refería a esto» es una comunicación que se emplea de manera distinta a la de una afección del alma.
677. Por otra parte: «Antes, cuando maldijiste, ¿lo querías decir en serio?» significa más o menos: «¿Estabas realmente enojado?» — Y la respuesta puede ser dada con base en una introspección, y suele ser del tipo: «No lo quería decir muy en serio», «Lo quería decir medio en broma», etc. Aquí hay diferencias de grado.
En todo caso, también se dice: «Con estas palabras estaba medio pensando en él».
678. ¿En qué consiste este referirse (a los dolores o a la afinación del piano)? No nos viene ninguna respuesta — pues las respuestas que se nos ofrecen a primera vista no sirven. — «Y sin embargo, entonces me estaba refiriendo a lo uno y no a lo otro.» Sí — ahora lo que has hecho es repetir enfáticamente una proposición que nadie había contradicho.
679. «¿Pero puedes dudar de que te hubieras referido a esto?» — No; pero tampoco puedo estar seguro de ello, saberlo.
680. Si me dices que cuando estabas maldiciendo te referías a N., me será indiferente si al hacerlo contemplabas una figura de él, o si te lo imaginaste, o pronunciaste su nombre, etc. Las conclusiones que se desprenden de este hecho y que a mí me interesan, no tienen nada que ver con ello. Por otro lado, puede ser que alguien me explique que la maldición sólo tiene efecto cuando uno se imagina a la persona claramente, o pronuncia su nombre en voz alta. Pero nadie diría «Todo depende de cómo el que maldice se repera a su víctima».
681. Naturalmente, tampoco preguntamos: «¿Estás seguro de que lo maldijiste a él, de que estableciste la conexión con él?»
¡¿Así, pues, esta conexión es muy fácil de establecer, si uno puede estar tan seguro de ella?! Uno puede saber que no se equivoca. — Bueno, ¿puede pasarme que quiera escribirle a alguien y de hecho le escriba a otra persona? ¿Y cómo podría ocurrir esto?
682. «Dijiste 'Pronto terminará'. — ¿Pensaste en el ruido o bien en tus dolores?» Si él responde «Estaba pensando en la afinación del piano» — ¿constata él que se dio esa conexión o bien la produce con esas palabras? ¿No puedo decir ambas cosas? Si lo que dijo era cierto, ¿no se daba esa conexión — y no produce, sin embargo, una conexión que no se da?
683. Dibujo una cabeza. Tú preguntas «¿A quién se supone que representa?» — Yo: «A N.» — Tú: «Pero no se le parece; más bien se parece a M.». — Cuando dije que representa a N. — ¿establecí una relación o bien informé acerca de ella?¿Cuál era la relación que había?
684. ¿Qué se puede decir en favor de que mis palabras describen una relación que ya se daba? Bueno, se refieren a diversas cosas que no se dieron sólo a partir del momento de ser proferidas las palabras. Dicen, por ejemplo, que yo hubiera dado entonces una determinada respuesta si se me hubiera preguntado. Y aunque esto sólo es condicional, no obstante dice algo sobre el pasado.
685. «Busca a A» no significa «Busca a B»; pero, al seguir ambas órdenes, puedo estar haciendo lo mismo.
Decir que en uno y otro caso debe pasar algo distinto sería como decir que las oraciones «Hoy es mi cumpleaños» y «El 26 de abril es mi cumpleaños» deben referirse a distintos días ya que su sentido no es el mismo.
686. «Claro que me refería a B; ni siquiera pensé en A.»«Yo quería que B viniera a verme para que...» — Todo esto indica un contexto más amplio.
687. Naturalmente, en vez de decir «Me refería a él» a veces también se puede decir «Pensaba en él»; a veces también «Sí, estábamos hablando de él». ¡Así, pues, pregúntate en qué consiste 'hablar de él'!
688. En ciertas circunstancias, podemos decir: «Cuando hablé sentí como si te lo dijera a ti». Pero esto no lo diría yo si de todos modos hubiera estado hablando contigo.
689. «Pienso en N.» «Hablo de N.»
¿Cómo hablo de él? Digo, por ejemplo, «Hoy tengo que
visitar a N.». — ¡Pero esto no es suficiente! Con «N.» podría
referirme a distintas personas que tengan este nombre. — «Por tanto, debe darse aún otra conexión de lo que digo con N., pues de lo contrario sin duda no me hubiera referido a ÉL.»
Ciertamente se da tal conexión. Sólo que no como tú te la imaginas: a saber, mediante un mecanismo mental.
(Uno compara «referirse a él» con «apuntar hacia él».)
690. Qué tal si una vez hago una observación aparentemente inocente y la acompaño de una mirada furtiva de reojo dirigida a alguien; y otra vez, con la mirada baja, hablo abiertamente sobre esa persona, que está presente, utilizando su nombre — ¿pienso realmente de manera particular en él cuando uso su nombre?
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