De la definición de sí mismo, el desarrollo y temas relacionados.
Por: Gustavo Enrique Orozco
Por: Gustavo Enrique Orozco
“Porque yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa”
-- Federico García Lorca, Romancero gitano
-- Federico García Lorca, Romancero gitano
A principios del siglo veinte, cerca de su último aliento James conoce junto con el mundo entero la publicación de sus dos tomos de Principios de psicología, pluma hábil, al igual que su hermano autor de Otra vuelta de tuerca, que diera a la literatura norteamericana la posibilidad de establecer lecturas diferentes y poco convencionales. William James se da a la tarea de dilucidar en torno a un concepto a todas luces de importancia capital para el estudio del desarrollo del ser humano: la consciencia del sí mismo. Saliendo de la visión de su pragmatismo y atravesando por las etapas propias de este tipo de pensamiento de atención fáctica relacionado que atiende aspectos específicos de asuntos determinados, al parecer, la obra de James ofrece visiones en las que se instala el sí mismo como una entidad que ofrece un entendimiento de la conducta. A saber, haciendo una diferencia entre dos particularidades de la concepción del yo que bien podríamos calificar de pertenecientes al orden de la mirada: el yo-sí mismo, como aquello que contempla la experiencia y la pondera y el mí-sí mismo que es el objeto de la visión. Sujeto y objeto, en su cualidad de elementos esenciales de los que parte el análisis común del mundo y mediante el cual ajustamos nuestras concepciones de conocimiento. La constante danza de subjetividad y objetividad en la que toma parte el planteamiento de James, se ubica entonces en este discurso, desplegada como lo mirado y lo que mira, aspectos ambos de importancia para que el individuo pueda consolidar una imagen propia en el devenir de su desarrollo y sugerir subjetividades en lo que ve y concibe.
Pena, de cualquier manera, la imposibilidad categórica de llevar este pensamiento subjetivo a la plancha de laboratorio científico a no ser al menos por medio de la fenomenología que ostenta sus poderes en la revisión del hecho al momento en que sucede. Ahí, desde esta ventana abierta a la experiencia que es la fenomenología, el planteamiento primero de James, el del yo-sí mismo se instala con facilidad y genera entonces la posibilidad de llevar a cabo algún tipo de conocimiento, o al menos, de consideración. No olvidemos que el yo-sí mismo es en gran medida un ideal de comprensión y de conocimiento, es el que mira.
La fenomenología, pues encuentra adhesión en los que consideran, más entusiastas, la percepción subjetiva del individuo, y por ende, lo que se relacione con éste. Rogers y Bronfenbrenner, como partidarios de este sistema de apreciación la ubican dentro de sus planteamientos teóricos. La sociología, más adelante, planteará la relación de esta subjetividad con el individuo en términos semejantes haciendo de la visión del ser humano un constructo de generalizaciones y relaciones interpersonales.
Al cabo de los años se ha especulado en torno a los nombres que definan y den cuenta más acertadamente de lo que se entiende por sí mismo, pasando por una idea de muy vaga relación con el yo psicoanalítico y eventualmente llevando las relaciones casi a la fuerza en pos de un conocimiento y comprensión mayor y mejor estructurada. El planteamiento de la lectura que ofrece esta revisión del desarrollo postula la versión fenomenológica del sí mismo como la conciencia de la existencia, y a partir de ahí, optamos por definir como autoconcepto, los conocimientos que tenemos sobre nosotros mismos y autoestima, como los sentimientos que nos habitan acerca de nuestra identidad. Es fácil así, desprender de esta disertación un concepto nuevo, el de autoeficacia, es decir la noción de posibilidad para llevar a cabo un acto cualquiera lo cual evidentemente redunda en una adaptación o no del desarrollo individual.
Bibliografía
Lorca, Federico, Romancero gitano, Alianza editorial, 2008.
Desarrollo en la edad adulta, Capítulo 3, Manual moderno
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