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lunes, 21 de junio de 2010

La metacognición

ACERCA DE LA METACOGNICIÓN.


Meta (metá) es un prefijo griego que denota, entre otras acepciones, las de traslación, cambio, posterioridad, transformación, compañía. En palabras como "metamatemática", se usa para hacer referencia al estudio que se hace de los tipos de razonamiento y de demostración de la Matemática; en "metafrasis", se designa la interpretación de una obra o texto; "metainfectivo", significa consecutivo o posterior a un proceso infeccioso.
Entre los significados que, por lo tanto, pueden atribuírsele al prefijo metá, está el de "posterior a" o "que acompaña". De esta manera, metacognición es un vocablo que hace referencia a lo que viene después de, o acompaña a la cognición. No obstante, la metacognición no sólo expresa la idea que su acepción literal sugiere y, pese a su apariencia, no es una palabra griega, sino un neologismo producto de la ciencia psicológica contemporánea, particularmente la de orientación cognoscitivista, y cuyo origen podría ubicarse a finales de los años 60, en los estudios que Tulving y Madigan (1969) realizaron sobre la memoria. Estos dos autores pusieron de relieve que uno de los rasgos más característicos del ser humano es su capacidad de tener memoria de su propia memoria, es decir, cada persona tiene la capacidad de someter a escrutinio sus propios procesos memorísticos, de aquí que se acuñe el término metamemoria, y otros términos conexos como metacomprensión, hasta finalmente arribar a la metacognición.
Según Michel Serres, la vida de todo concepto científico atraviesa tres edades diferentes: la edad de aparición, la edad de reactivación y la edad de recurrencia. La "edad de aparición" corresponde a la época de nacimiento del concepto, a su génesis en el tiempo histórico; la "edad de reactivación", al momento de inserción del concepto dentro de un sistema "que le da un nuevo sentido"; y la "edad de recurrencia", a la etapa actual donde se revela "la potencia de fecundidad del concepto, su valor y su eficacia en el trabajo científico efectivo.
Al referirnos al concepto "metacognición", en la primera edad podrían ubicarse los trabajos pioneros de Tulving y Madigan (1969); la segunda edad correspondería a los estudios llevados a cabo por Flavell, y los trabajos interesados en los problemas de la generalización y la transferencia de lo aprendido y en el estudio de la capacidad del ser humano para supervisar su propio funcionamiento intelectual; finalmente, la tercera edad correspondería a la etapa actual en la que la metacognición es un constructo tridimensional que integra los resultados de las tres vertientes por las que ha discurrido la investigación que tiene a la cognición humana como su objeto de estudio. Revisaremos, a continuación, los enfoques más importantes acerca de la metacognición, a lo largo de la historia..

VISIÓN HISTÓRICA
1.    Las primeras investigaciones sobre la metamemoria
Preocupados por el estado en que se encontraban las investigaciones acerca de la memoria en los seres humanos, Tulving y Madigan señalaron que se había dado hasta entonces poca importancia a uno de los aspectos fundamentales de la memoria humana y que es precisamente lo que la diferenciaría de la memoria de otros seres vivientes: los conocimientos y las creencias que las personas tienen acerca de sus propios procesos de memoria, es decir, lo que Flavell llamaría más tarde "metamemoria".


Metamemoria: conocimiento de cómo funciona la memoria.

2. La metacognición como conocimiento acerca de la cognición.
Flavell, quien tomó como punto de partida los aportes de Tulving y Madigan, acuñó en 1971 el término "metamemoria" al cual, rápidamente, acompañaron otros dos vocablos vinculados con él: "metacognición" y "metacomprensión".
Los primeros trabajos de Flavell estudiaron la metamemoria de los niños, es decir, lo que los niños conocen acerca de su propia memoria. Para ello, Flavell pedía a los niños que reflexionaran sobre sus propios procesos de memoria. Este enfoque de la investigación acerca de la memoria se transformará con el paso del tiempo, en una de las dimensiones más analizadas de la metacognición: el conocimiento acerca de la cognición.

3.    La metacognición como control de la cognición
Uno de los problemas que siempre han preocupado a los teóricos del aprendizaje es el referente a la transferencia del aprendizaje, es decir, la capacidad de generalizar lo que se ha aprendido a otras situaciones diferentes de aquellas en las que se ha producido el aprendizaje.
Al examinar las limitaciones que presentan las personas para transferir lo aprendido, los psicólogos han buscado métodos destinados a mejorar la capacidad de memoria y las destrezas de aprendizaje de los estudiantes. A través de estos estudios experimentales, ha podido comprobarse que si bien los sujetos mejoran considerablemente su ejecución mientras se encuentran bajo el control del experimentador, al encontrarse solos no son capaces de aplicar a nuevas situaciones los conocimientos o estrategias de memorización que han adquirido en la situación experimental. O sea, el solo hecho de participar en el experimento no es aval suficiente para que los sujetos capten la posibilidad de generalizar las estrategias, destrezas o conocimientos que se les enseñan; requieren de la presencia del experimentador para llevarlas a la práctica.
Basándose en estos resultados, se ha formulado la hipótesis de que el uso de los recursos cognitivos no es espontáneo, sino que frente a los problemas o tareas concretas es preciso seleccionar y activar la estrategia más adecuada para la situación específica.
Ello llevó a enseñar a los sujetos del experimento, métodos que les permitieran monitorear, supervisar y controlar los recursos cognitivos propios que poseían. De esta forma se llegó al enfoque que concibe a la metacognición con el control y la supervisión de la cognición.
Los trabajos de Flavell y de los estudiosos de la generalización y transferencia de lo aprendido pudieron confirmar que el ser humano es capaz de tener conocimiento acerca de los procesos que utiliza para conocer, aprender y resolver problemas y también puede controlar y regular el uso de tales procesos.
Los diferentes enfoques históricos acerca de la metacognición no son enfoques opuestos o irreconciliables sino que, por el contrario, convergen y dan origen a un constructo complejo que abarca tres dimensiones:
a)    La primera dimensión tiene que ver con el conocimiento estable y consciente que las personas tienen acerca de la cognición, acerca de ellos mismos como aprendices o solucionadores de problemas, acerca de los recursos que ellos tienen disponibles para ellos (de los que ellos disponen), y acerca de la estructura del conocimiento en los dominios en los cuales ellos trabajan.
b)    La segunda, centrada en el control y la supervisión de la cognición, tiene que ver fundamentalmente con la autorregulación, el monitoreo y la orquestación por parte de los estudiantes de sus propias destrezas cognitivas.
c)    Una tercera dimensión relacionada con las dos anteriores, se refiere a la habilidad para reflexionar tanto sobre su conocimiento como sobre sus procesos de manejo de ese conocimiento.

DEFINICIÓN ACTUAL DE LA METACOGNICIÓN
De los años 60 a la fecha, numerosos autores se han ocupado del tema de la metacognición, lo que ha redundado en varias definiciones de este concepto, las que - por lo general - no son opuestas, sino más bien se complementan entre sí, diferenciándose por la importancia que dan a una u otra de las dimensiones antes señaladas.
Para Antonijevick y Chadwick, metacognición es el grado de conciencia que tenemos acerca de nuestras propias actividades mentales, es decir, de nuestro propio pensamiento y aprendizaje (Antonijevick y Chadwick, 1981/1982).
En 1985, el mismo Chadwick denomina metacognición a la conciencia que una persona tiene acerca de sus procesos y estados cognitivos. Considera que la metacognición se divide en subprocesos, como por ejemplo:
a)    la meta-atención, referida a la conciencia que tiene la persona de los procesos que ella usa para la captación de información;
b)    la metamemoria, que se refiere tanto a los conocimientos que tiene un sujeto de los procesos que él implica en el recuerdo de la información, como a la información que tiene almacenada en la memoria (contenidos de memoria), es decir, la conciencia de lo que conoce y de lo que no conoce.
De acuerdo con Costa, la capacidad metacognoscitiva es un atributo del pensamiento humano que se vincula con la habilidad que tiene una persona para:
(a)    conocer lo que conoce;
(b)    planificar estrategias para procesar información;
(c)    tener consciencia de sus propios pensamientos durante el acto de solución de problemas; y
(d)    reflexionar acerca de y evaluar la productividad de su propio funcionamiento intelectual.
Para John Flavell, a quien se le atribuye la paternidad del término, la metacognición se refiere:
a)    al conocimiento o conciencia que uno tiene acerca de sus propios procesos y productos cognitivos, y
b)    al monitoreo (supervisión sobre la marcha), así como a la regulación y ordenación de dichos procesos en relación con los objetos cognitivos, datos o información sobre los cuales ellos influyen, normalmente al servicio de un objetivo o meta relativamente concreta (Flavell, 1976).
Según García y La Casa, la metacognición tiene que ver con el conocimiento que una persona tiene de las características y limitaciones de sus propios recursos cognitivos, así como con el control y la regulación que puede ejercer sobre tales recursos (García y La Casa, 1990).
Nickerson reconoce dos dimensiones en la metacognición (Nickerson, 1988):
a)    Conocimiento acerca de la cognición humana. Esta dimensión comprende el conocimiento que una persona tiene acerca de los procesos de pensamiento en general, así como sobre sus propios procesos de pensamiento. Este último aspecto se refiere al conocimiento que la persona tiene acerca de sus propias capacidades y debilidades como ser cognoscente, es decir, acerca de sus recursos cognoscitivos personales.
b)    Capacidad para el manejo, supervisión y evaluación de los recursos cognitivos que posee la persona. Esta capacidad para manejar los recursos cognitivos y para supervisar el desempeño intelectual propio, está estrechamente relacionada con la posesión de Estrategias de Control Ejecutivo (ECE) Estas estrategias son utilizadas para evaluar, en base a su éxito o fracaso, las actividades cognitivas llevadas a cabo al resolver algún problema o solucionar una tarea.
Según Yusen, la metacognición es la actividad mental mediante la cual otros procesos mentales (o estados mentales) se constituyen en objeto de reflexión. Así considerada, la metacognición se refiere a un conjunto de procesos que actúan sobre la cognición misma, comprendiendo por ejemplo:
a)    La metamemoria: Cuando una persona piensa en las estrategias que le ayudan mejor para recordar;
b)    La metacomprensión: Cuando la persona se pregunta a sí misma si ha comprendido o no algún mensaje que le ha sido recién comunicado;
c)    La meta-atención: Cuando la persona considera las condiciones que pueden distraerle menos mientras trata de observar algo.

Todas las definiciones planteadas parecen coincidir en que la metacognición es un constructo que abarca tres dimensiones:
1)    Conciencia
2)    Monitoreo (supervisión, control y regulación)
3)    Evaluación de los procesos cognitivos propios.

UTILIDAD DE LA METACOGNICIÓN
Si usar correctamente los procesos de metacognición nos lleva a tener conciencia de las capacidades y falencias de nuestro propio funcionamiento intelectual, así como de los errores de razonamiento que acostumbramos cometer, es fácil darse cuenta de que la metacognición puede ayudarnos a aprovechar mejor nuestras capacidades, compensar las debilidades y evitar los errores más comunes. El aumento del nivel de metacognición de una persona debe llevarla, por tanto, a mejorar su aprendizaje o su ejecución.
Según Pozo, si una persona tiene conocimiento de sus propios procesos psicológicos, será capaz de usar éstos de forma más flexible y eficaz al planificar sus estrategias de aprendizaje, entendiendo por ellas "las secuencias de procedimientos y actividades cognitivas que se integran con el fin de facilitar la adquisición, almacenamiento y/o utilización de información (Pozo, 1990).

METACOGNICIÓN Y ESTRUCTURA COGNOSCITIVA
Según Pozo, la metacognición es una de las cuatro categorías básicas en que se clasifican los fenómenos cognitivos, que son:
(1)    Procesos Básicos de Aprendizaje: Son los mecanismos de percepción, atención, memorización a corto y a largo plazo, que se derivan de la propia estructura y funcionamiento del sistema cognitivo tal como éste es visto desde la perspectiva del procesamiento de información.
(2)    Conocimientos Específicos: Son conocimientos previos que están vinculados con disciplinas particulares y que pueden facilitar o dificultar su aprendizaje.
(3)    Estrategias de Aprendizaje: Las secuencias planificadas de actividades que realiza el sujeto con el fin de aprender un determinado objeto de conocimiento.
(4)    Metaconocimiento: El conocimiento que el sujeto posee acerca de sus propios procesos psicológicos, lo que le ayudará a utilizarlos de un modo más eficaz y flexible en la planificación de sus estrategias de aprendizaje.
Para Martín y Marchesi, los procesos metacognitivos son parte constituyente de la estructura cognitiva de una persona. Para estos autores, los conocimientos básicos con los cuales una persona aborda las situaciones problemáticas que se le presentan, son de dos tipos:
(1)    Conocimientos Previos: Están constituidos por a su vez por:
a)    Los conocimientos específicos Son los conceptos, principios, hechos y nociones propios del ámbito al cual se refiere la información contenida en el problema; y
b)    Los conocimientos relacionados con los procesos propios del trabajo intelectual: Comprenden tanto los conocimientos generales (observación, comparación, análisis, síntesis, inferencia, inducción, deducción, analogía), como los particulares correspondientes al modo específico de pensar propio del dominio del conocimiento en cuyo contexto se ubica el problema que ha de resolverse. Así, por ejemplo, en el caso de la Matemática, se tendrían la demostración, el razonamiento inductivo y el deductivo, la formulación de conjeturas, la prueba de hipótesis y la contraejemplificación.
(2)    Conocimiento Metacognoscitivo: El conocimiento del propio funcionamiento cognitivo, que tiene que ver con la capacidad para planificar las actividades que van a realizarse, controlar su ejecución, y evaluar sus resultados. Entre los procesos metacognoscitivos que forman parte del repertorio de habilidades cognitivas del sujeto, pueden identificarse dos dimensiones:
a)    Conocimiento de los propios procesos cognitivos: Es decir, ser capaz de tomar conciencia del funcionamiento de nuestro pensamiento y comprender los factores que explican que los resultados obtenidos en la solución de una tarea sean favorables o desfavorables)
b)    Regulación del conocimiento: La regulación y control de las actividades que el sujeto realiza durante la resolución de problemas: planificación de las actividades cognitivas, control del proceso intelectual y evaluación de los resultados.

Relaciones entre Cognición y Metacognición
El concepto cognición agrupa varios procesos, que son utilizados por la persona para:
a)    Extraer información del mundo exterior
b)    Aplicar los conocimientos previos a la información recién percibida
c)    Integrar información nueva con conocimientos previos, para crear nuevo conocimiento
d)    Almacenar la información en la memoria para poder recuperarla y usarla posteriormente
e)    Evaluar continuamente la calidad y coherencia de los procesos y productos mentales de la persona.
De esta manera, entendemos la cognición como la totalidad de los procesos cognitivos, es decir, de los mecanismos usados por la persona para percibir, asimilar, almacenar, recuperar, evaluar y aplicar la información.
La metacognición, por su parte, se refiere a la supervisión o monitoreo por parte del aprendiz de los procesos u operaciones mentales que están activados durante la realización de una tarea o el enfrentamiento a un problema.

LOS INDICADORES DE FUNCIONAMIENTO METACOGNOSCITIVO
Es muy importante, sobre todo para el maestro, poder apreciar si la persona (es decir, el aprendiz) está realizando o no actividades metacognoscitivas. Algunos de los índices de funcionamiento metacognoscitivo planteados por los diferentes autores que se han ocupado por el tema de la metacognición son:
a)    La planificación del curso de la acción cognitiva: La organización de estrategias que puedan conducir a la obtención de alguna meta, por ejemplo, a la solución de un problema.
b)    La conciencia del grado en que la meta está siendo lograda.
c)    La capacidad para modificar el plan o la estrategia que se ha implementado, cuando no esté resultando efectiva para alcanzar la meta.
d)    La habilidad para usar espontáneamente los conocimientos previos.
e)    La capacidad para acceder a la información necesaria y pertinente para realizar una tarea o solucionar un problema.

Calidad del funcionamiento metacognoscitivo
Aunque parezca algo obvio, es necesario plantear previamente que una persona puede presentar un funcionamiento metacognoscitivo malo o un funcionamiento metacognoscitivo bueno.
Los indicadores de mal funcionamiento metacognoscitivo son los siguientes:
(a)    Seguir instrucciones o ejecutar tareas sin interrogarse a si mismo acerca de por qué se hace lo que se está haciendo;
(a)    No interrogarse a si mismo acerca de las estrategias de aprendizaje propias;
(b)    No evaluar la eficiencia de la propia ejecución intelectual;
(c)    No saber qué hacer para superar algún obstáculo encontrado durante el proceso de solución de problemas;
(d)    Incapacidad para explicar las estrategias seguidas en un proceso de toma de decisiones.
Los indicadores de buen funcionamiento metacognoscitivo son:
(a)    Buena ejecución de tareas cognitivas complejas;
(b)    Flexibilidad y perseverancia durante el proceso de la solución de problemas;
(c)    Aplicación consciente de habilidades intelectuales;
(d)    Buena "gerencia" de los recursos intelectuales que se poseen (habilidades perceptomotoras básicas, lenguaje, creencias, conocimientos previos del contenido específico, procesos de memoria, destrezas de aprendizaje) con la intención de alcanzar un resultado deseado.

LAS DIMENSIONES DE LA METACOGNICIÓN
De acuerdo con las definiciones de metacognición que hemos examinado, es posible reconocer tres dimensiones de la metacognición, a saber: 1) la supervisión; 2) la regulación y control y 3) el conocimiento del conocimiento.

1)    La supervisión
La supervisión se refiere a la posibilidad de que la persona reflexione sobre sus propias operaciones mentales que están en actividad, examinando sus consecuencias. Las personas muestran que su dimensión supervisiva está funcionando cuando, al estar tratando de solucionar un problema o de resolver una tarea, piensan acerca de su conducta como si una especie de supervisor ejecutivo estuviese monitoreando sus pensamientos y sus acciones.

2)    La regulación y control
Estas dimensiones de la metacognición pueden apreciarse a través de varios indicadores (Poggioli, 1998), como por ejemplo:
1    Cuando se ha detectado la existencia de algún problema, se aprecia su dificultad y, en función de ésta última, se ajustan los esfuerzos cognitivos que hay que desarrollar.
2    La existencia de una flexibilidad de pensamiento, de modo que sea posible ensayar diferentes opciones o caminos hacia la solución del problema, sin apegarse a sólo una de dichas opciones; de esta manera, es posible abandonar rápidamente las soluciones incorrectas e ineficientes y reemplazarlas por otras mejores. Por contraste, un indicio de mal funcionamiento metacognoscitivo se presenta cuando la persona persiste en un procedimiento aún cuando, recurrentemente, conduzca a la misma solución incorrecta; esto es lo que se llama caer en un "círculo vicioso". Un claro ejemplo de ello es el tratar de colocar juntas dos piezas de un rompecabezas y perseverar con ellas aún cuando obviamente no ajustan. Un indicio de buen funcionamiento metacognoscitivo es ser capaz de dejar de lado una estrategia que no esté trabajando y ensayar una nueva.
3    Elaborar planes de acción cognitiva, es decir, diseñar estrategias que, potencial o eventualmente, podrían conducir a la solución del problema que se está tratando de resolver.
4    Concentrarse en la actividad que se está llevando a cabo, es decir, mantener la atención enfocada hacia el problema, y evitar distraerse por factores externos o internos que nada tienen que ver con el asunto: ruidos externos, ideas irrelevantes, conductas de las demás personas.
5    Cuando el problema que se intenta resolver es difícil, hay que ser capaz de controlar la ansiedad y la angustia, que podrían agregar obstáculos o dificultades al problema e impedir que se logre su solución, y dedicar energía mental a la búsqueda de solución al problema.

3)    Conocimiento del Conocimiento.
Esta dimensión de la metacognición presupone la existencia de un conjunto de procesos que le permiten a una persona tener conciencia o poseer conocimiento acerca de sus propios recursos intelectuales. Entre los indicios de esta dimensión metacognoscitiva, se pueden mencionar los siguientes:
1.    Relacionar la información a la que se refiere el problema con la información previa que se posee. Esto permite vincular las diferentes componentes del enunciado del problema, con las categorías conceptuales más amplias a las que pertenecen, y organizar la información actual con la información previa en una red conceptual coherente.
2.    Reconocer la existencia de un problema en una situación aparentemente irrelevante (Poggioli, 1998).

Procedimientos para obtener información acerca del funcionamiento metacognoscitivo de una persona
La principal fuente de evidencias sobre las destrezas metacognoscitivas de una persona son las informaciones que ésta proporciona verbalmente en entrevistas o en interrogatorios post-experimentales. Sin embargo, siempre existe la posibilidad de que las entrevistas o los interrogatorios aporten información engañosa, es decir, que no haya correspondencia entre lo que las personas dicen que harían y lo que efectivamente hacen. Es conveniente, por tanto, utilizar técnicas que permitan confirmar los informes verbales, como por ejemplo videograbar la ejecución y basar la entrevista en aspectos relevantes observados en la grabación (contrastar evidencia conductual con evidencia verbal, considerando las expresiones faciales y los gestos).
Una técnica bastante adecuada es la del "pensamiento en voz alta", en la que se solicita a la persona que describa su pensamiento mientras está pensando, es decir, que hable en voz alta mientras resuelve un problema determinado. De esta manera, es posible establecer el grado de conciencia que la persona posee acerca de su propio pensamiento, es decir, mediante las expresiones verbales que son emitidas durante la ejecución de la tarea es posible determinar las estrategias utilizadas por el sujeto para planificar, supervisar y evaluar su propia ejecución.
También es conveniente utilizar el "recuerdo estimulado", procedimiento en el cual se utiliza un cuestionario retrospectivo que registra los procesos intelectuales concientizados por el sujeto durante la ejecución de la tarea. Es un adecuado instrumento complementario a la técnica del pensamiento en voz alta.

Metacognición y Aprendizaje
Las teorías psicológicas del aprendizaje han ido abandonando paulatinamente los modelos según los cuales el conocimiento era una simple réplica de la realidad, acercándose cada vez más hacia las posiciones derivadas del relativismo científico, según las cuales el conocimiento alcanzado por una persona es producto de la interacción entre la realidad y la persona, esto es, entre la información presentada y los conocimientos anteriores que posee la persona. Entre estos últimos se incluyen tanto los conocimientos específicos sobre una determinada área del conocimiento como los conocimientos acerca de la cognición humana (tanto generales como referidos a la persona misma que conoce).
De esta manera, "las teorías psicológicas del aprendizaje se orientan cada vez más al análisis de la interacción entre la información que se ha de aprender y los procesos psicológicos mediante los cuales dicha información es procesada por el sujeto" (Pozo, 1990).
Las teorías del Procesamiento de la Información (ver capítulo 6), reconocen a la persona que aprende (el "aprendiz") como un activo solucionador de problemas y un procesador de información. Ello lleva a que las investigaciones sobre el aprendizaje dirijan cada vez más la atención hacia las actividades mentales de tipo metacognoscitivo, es decir, hacia la conciencia, el monitoreo y el control de los procesos cognoscitivos. De esta manera, es posible concebir los problemas de aprendizaje como deficiencias en el funcionamiento metacognoscitivo (Poggioli, 1988).
La metacognición juega un papel de gran importancia en la resolución de problemas, ya que a través de su función autorregulatoria permite que la persona:
1)    Planifique la estrategia con la que buscará la solución del problema
2)    Aplique esta estrategia y controle su desarrollo y ejecución
3)    Evalúe la aplicación de la estrategia seleccionada, a fin de detectar los posibles errores en la ejecución
4)    Modifique el curso de la acción cognitiva, basándose en los resultados de la evaluación.

En el primer capítulo de este libro hacíamos referencia a una definición "operacional" de aprendizaje, que creo conveniente repetir aquí:

Aprendizaje es el proceso por el cual una persona “que no sabe” (un novato o aprendiz), se transforma en una persona “que sabe” (un experto).

Podemos, por tanto, considerar que uno de los aspectos que es preciso considerar al analizar el aprendizaje desde este punto de vista es el referente a las diferencias que se presentan entre los novatos y los expertos.
Una primera e importantísima diferencia es que la ejecución de los expertos tiene más aspectos metacognitivos que la de los novatos. Los expertos pueden planificar más efectivamente las estrategias a utilizar, son capaces de monitorear (supervisar) más cuidadosamente y tienen un mayor sentido de sus propias capacidades y limitaciones para solucionar problemas.
Por otra parte, quienes son expertos solucionadores de problemas (lo que siempre estará referido a un dominio o ámbito específico del conocimiento), no poseen obligatoriamente mayor cantidad de información (conceptos, reglas, principios) sino, sobre todo, poseen la habilidad para reconocer y activar aquella información que es realmente pertinente al problema, seleccionándola del total de información disponible. Así, se explica que dos personas que poseen igual conocimiento frente a un tema, pueden presentar diferencias en la ejecución de un mismo problema. Ello podría deberse a los procesos metacognoscitivos relacionados con la organización del conocimiento en la memoria y, por lo tanto, con la más rápida y fácil ubicación del conocimiento anterior que es pertinente para la solución del problema en cuestión.
Es decir, que el conocimiento por sí solo no garantiza una aplicación adecuada frente a situaciones problema; aunque se tenga cierto nivel de conocimiento, si no se poseen habilidades metacognitivas muchas veces no podrán resolverse los problemas debido a fallas en la ubicación y aplicación del conocimiento pertinente.
Un buen criterio para distinguir a los novatos de los expertos, en lo referente a sus habilidades metacognoscitivas, se presenta en el siguiente cuadro:







El aprendizaje no es un proceso que ocurra automáticamente, por la mera acción de los estímulos sobre una persona pasiva. Muy por el contrario, el aprendizaje se debe principalmente al procesamiento activo de la información por parte de los aprendices (estudiantes). Esto quiere decir que los procesos cognoscitivos del estudiante son factores mediadores de su aprendizaje, es decir, los efectos de la enseñanza sobre la ejecución están mediados por los procesos cognoscitivos del estudiante.

Es posible definir como ejecución académica las acciones desplegadas por una persona como consecuencia de las obligaciones o tareas que corresponden a su rol de aprendiz (Poggioli, 1998). Estas acciones pueden ser realizadas en un ámbito académico propiamente tal (sala de clases, biblioteca, laboratorio, etc.) o en cualquier sitio donde la persona se instale a cumplir con dichas tareas.

Las acciones que conforman la ejecución académica tienen como propósito el logro de alguna meta. Esta meta puede ser:

a)    De tipo psicológico: Generada por fuerzas internas al individuo.
b)    De tipo normativo: Generada por fuerzas externas al aprendiz.

El logro con éxito de una meta se vincula a la calidad de la ejecución intelectual, la que está por su parte condicionada por un conjunto de factores relacionados con: a) el individuo; b) el medio en que éste está inserto y c) la propia meta.

Aquellas acciones de ejecución académica cuya meta es la adquisición y/o aplicación de conocimientos correspondientes a una rama determinada del saber, pueden identificarse dos tipos de acciones que cumplen funciones específicas:

a)    Acciones cognoscitivas que son útiles para facilitar el procesamiento de la información recibida.
b)    Acciones de automanejo que sirven para mantener y enriquecer la atención, el esfuerzo y el tiempo que se dedica al aprendizaje (Fuenmayor y Mantilla, 1988).

Es posible, por tanto, reafirmar lo dicho anteriormente, en el sentido de que las diferencias de ejecución académica que pueden observarse en dos estudiantes que tengan el mismo conocimiento previo, pueden ser explicadas por las diferencias que ambos presentan en lo referente al manejo de dicho conocimiento. Es decir, que la competencia en la solución de problemas y en la ejecución de tareas intelectuales no depende sólo del conjunto de conocimientos, reglas y principios que posee una persona, sino también, y en alto grado, de la habilidad de que disponga para reconocer y activar estos conocimientos, reglas y principios.

De esta manera, es posible clasificar los procesos de pensamiento de la persona en dos conjuntos que interactúan:

a)    El conjunto de esquemas, conceptos, símbolos y reglas, que pertenecen a un dominio teórico específico.
b)    El conjunto de mecanismos de control ejecutivo que supervisan y controlan tanto estas unidades de cognición como los procesos cognoscitivos, para:
a)    conservar información acerca de lo que se ha aprendido;
b)    orientar la búsqueda de soluciones;
c)    conocer cuándo se ha alcanzado la solución.

Estos mecanismos de control ejecutivo a los que hacemos referencia, son los que permiten a la persona que soluciona un problema, reflexionar acerca de sus propias acciones cognoscitivas y sobre las consecuencias de las mismas. El poder ser más conscientes del desempeño cognoscitivo propio, permite un substancial mejoramiento en la ejecución académica.

Por el contrario, aquel estudiante que presenta un bajo rendimiento académico, por ejemplo en Matemáticas, puede tener un funcionamiento cognoscitivo deficiente, caracterizado por: a) no activación de procesos cognitivos o intelectuales de nivel superior que le exige la solución de problemas en esta área del conocimiento; b) falta de conciencia en relación con estos procesos, lo que trae como consecuencia una incapacidad para ejercer supervisión y control sobre dichos procesos.

RESUMEN   

Desde fines de la década de los 60, diversos psicólogos se han preocupado de estudiar los procesos mediante los cuales los seres humanos conocen, supervisan y controlan sus propios procesos de conocimiento.
Actualmente se entiende que la metacognición abarca tanto la conciencia como el monitoreo (es decir, la supervisión, control y regulación) y la evaluación de los procesos cognitivos propios del individuo.

La metacognición ayuda a las personas a aprovechar mejor sus capacidades de aprendizaje, evitar errores y compensar las propias debilidades. Por lo tanto, el aprendizaje mejorará cuanto más alto sea el nivel de metacognición de una persona.
Existen varios índices de funcionamiento cognoscitivo, los que permiten apreciar al observador (en especial, al profesor) si una persona está realizando actividades metacognoscitivas, así como determinar la calidad de su funcionamiento.

El actual estado de la investigación acerca de la metacognición permite entender los problemas de aprendizaje como deficiencias en el funcionamiento metacognoscitivo, que no posibilitan el adecuado uso de estrategias de selección de información adecuada y que impden la reflexión sobre los propios procesos de resolución de problemas.

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