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sábado, 3 de julio de 2010

El otro lado de la realidad -6-

BORRÓN Y CUENTA NUEVA.

Los planes de nuestros gobernantes para exterminar a la humanidad sobrante.

Su objetivo: aniquilar a 2.400 millones de seres humanos hasta el año 2000.

Mucha gente se pregunta por qué el virus causante del SIDA no ha podido controlarse aún, ni ser eliminado del organismo humano, al cabo de 12 años de haber sido detectada la enfermedad, en 1981.
Otros se preguntan por qué, si había médicos que indicaron cómo habia que curar a los afectados del Síndrome Tóxico de 1981 en España, la Administración dejó morir a más de 700 de sus administrados, y permitió que quedaran afectados más de 60.000 españoles.
Tal vez eche un poco de luz sobre estos enigmas, el saber que existe un plan de eliminación de casi la mitad de la población del planeta, para garantizar la supervivencia de la otra mitad.
El 24 de julio de 1980 el Departamento de Estado norteamericano hacía público el "Informe Global 2000 para el Presidente", preparado conjuntamente con el Consejo de la Casa Blanca sobre la calidad medioambiental, y cuyo proyecto, dirigido por personajes de la cumbre de la Comisión Trilateral como Zbigniew Brzezinski y Cyrus Vance, se remontaba a los primeros días de la administración trilateral de Jimmy Carter.
La finalidad de este informe era, de hecho, legitimar a posteriori una política perseguida desde hacía tiempo por la Comisión Trilateral, el Consejo de Relaciones Exteriores de New York y otros bloques pensantes del Establishment liberal norteamericano.
Se trata del planteamiento político de un verdadero genocidio a escala planetaria. La proposición esencial de este largo informe es que toda la política norteamericana futura dependa esencialmente de un control de la población. Los temas evocados en el informe, al igual que en numerosos documentos anexos, son las múltiples penurias y crisis que se considera amenazan al mundo en los años venideros: crisis de los recursos del agua, penuria de energía, penuria de materiales estratégicos, y así sucesivamente. Y todas estas crisis, según dicho informe, tienen una causa esencial, fundamental: el crecimiento demográfico. Si no se toman medidas para frenar este crecimiento, en el año 2000 habrá 2.400 millones de seres humanos "de más", subrayan los expertos. Dado que este exceso de población es el origen de todos los problemas graves que afronta la humanidad hoy en día, dichos expertos recomiendan que la política norteamericana tanto interior como exterior, tienda hacia este objetivo: a saber, ¡la eliminación de 2.400 millones de seres humanos en los años venideros!

LAS GUERRAS QUE NO SE VEN.

Pero, ¿cómo puede eliminarse tamaña masa de seres humanos en una época en que oficialmente se está abogando por la confraternización, y por la supresión del riesgo de confrontación armada entre las grandes potencias —reducidas ya a una sola—, en que parece inevitable la paz mundial y se plantea como harto difícil el exterminio violento de seres humanos a gran escala? Parece claro que había que buscar otras fórmulas para eliminar a la humanidad sobrante. Una de ellas sería la de minar el organismo humano en el marco de un ataque menos vistoso y declarado: había que recurrir a las posibilidades que ofrece la guerra de "baja intensidad", efecto de la cual podrían muy bien ser determinadas nuevas enfermedades. Por poner un ejemplo, el SIDA.
Oficialmente se dice que el SIDA es de origen desconocido, que su solución está más o menos lejana, y que el tratamiento más efectivo, hoy en día, es el AZT o azidotimidina, una droga altamente tóxica.
Si el Poder quisiera, el SIDA posiblemente ya sería curable. En este sentido ha venido investigando por ejemplo el Instituto Weizmann en Israel, sin ningún tipo de financiación adecuada.
Paralelamente, en Francia, el Dr. Mirko Beljanski desarrollaba sin apoyo oficial alguno otra serie de productos que parecen frenar la progresión del virus causante del SIDA. Años atrás ya le habían expulsado del Instituto Pasteur —en el que había trabajado durante 27 años como jefe de investigación—, porque sus hallazgos relativos a la terapia del cáncer no encajaban en la filosofía sanitaria oficial.
Los intereses de las grandes multinacionales farmacéuticas son muchas veces más determinantes que el objetivo final de la curación de los enfermos.
Pero cabe otro trasfondo en la pandemia del SIDA. No en vano, un informe de los servicios de Inteligencia españoles insinuaba ya en el año 1987 la posibilidad de que el virus del SIDA hubiera sido creado en un laboratorio y que la expansión de la enfermedad podía enmarcarse en el contexto de una guerra de baja intensidad.
Y naturalmente comienzan a tambalearse los pocos resortes de confianza que uno aún tenía en los dirigentes de la comunidad humana. Uno sabía —porque salta a la vista— que la política, la religión, y todo cuanto supone un poder sobre las masas humanas, se mueve prioritariamente por intereses económicos, por pautas de dominio que poco tienen que ver con la satisfacción, la felicidad y el bienestar de los ciudadanos, y mucho por el contrario con la lucha de unos pocos por empuñar cada vez con mayor firmeza las riendas del control total. Pero lo que a uno le eriza los pocos pelos ingenuos que aún le quedaban, es la evidencia de que este juego del que es víctima participa incluso en la ruleta de la Sanidad internacional.
En el año 1981 se descubren dos enfermedades nuevas, desconocidas en el planeta hasta entonces, y cuyos orígenes siguen siendo oficialmente, hasta hoy, sendos misterios. Me refiero naturalmente al Síndrome Tóxico español y al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), de propociones planetarias. En la historia de ambos síndromes se ven envueltos dos organismos de proyección mundial: la OMS (Organización Mundial de la Salud) y el CDC (Center for Disease Control = Centro de Control de Enfermedades); y una multinacional de la industria química: Bayer.
En lo que respecta al SIDA, la multinacional alemana reconoció a principios de 1987 que había comercializado un fármaco coagulante que actuó como transmisor del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), el virus del SIDA. Un fármaco, el coagulante factor VIII, que se obtiene a partir de un concentrado de plasma sanguíneo, transmitió el virus del SIDA a la mitad de los seis mil hemofílicos de la antigua República Federal de Alemania, creando alarma en todo el mundo. Un elevado número de ellos contrajo la enfermedad, y una parte han muerto.

EL SIDA, ¿PRODUCTO DE LABORATORIO?.

En cuanto a la OMS, con sede en Ginebra (Suiza), y al CDC, con sede en Atlanta, en Georgia (Estados Unidos), extracto los siguientes párrafos de un amplio informe redactado por los servicios secretos españoles y reproducido en la publicación restringida de Inteligencia "Pri" en mayo de 1987:
En 1986 se publicaron unas acusaciones muy concretas efectuadas de forma independiente por tres científicos. Estos coincidieron en afirmar el origen artificial del virus del SIDA en los Estados Unidos por un lado, y, por otro, el hecho accidental de su hallazgo.

En resumen, sus acusaciones son las siguientes:
El profesor Jacob Segal, de la universidad de Berlín Oriental, apunta que fue probablemente en los laboratorios militares de Fort Detrick (Maryland) donde tuvo lugar la manipulación genética. El Dr. Segal ha redactado un informe de 30 páginas sobre su convicción del origen artificial del virus, en el que afirma que el retrovirus VIH (virus del SIDA) creado en Fort Detrick, es una combinación del virus MAEDI-VISNA, oriundo de las ovejas, y el virus humano de la leucemia de células T (HTLV-I). Muy probablemente, añade el Dr. Segal, los científicos no eran conscientes de la terrible creación que habían logrado. Al Dr. Segal la teoría del mono verde le resulta divertida e increíble y la considera una cobertura ideada por los propios norteamericanos.
El Dr. John Seale, un especialista londinense en enfermedades venéreas, muy conocido en el tema por haber seguido la enfermedad desde el principio y haber predicho la expansión de la misma, no está de acuerdo con el Dr. Segal sobre el origne militar del virus, aunque sí afirma: "Estoy totalmente convencido de que el virus del SIDA está fabricado por el hombre, y que es el resultado de haber combinado accidentalmente, en algún centro de investigación sobre el cáncer en los Estados Unidos, el virus MAEDI-VISNA de las ovejas y el virus de la leucemia bovina, muy parecido al HTLV humano."
Por su parte, el Dr, Robert Strecker, médico californiano que también ha seguido la enfermedad desde sus orígenes, opina asimismo que "no existe ningún virus animal conocido que produzca todos los efectos del SIDA. Este (el virus del SIDA) ha sido logrado mediante ingeniería genética a partir de otros virus. Según mi investigación, los dos virus usados para ello son el virus MAEDI-VISNA de las ovejas y el de la leucemia bovina."

AGUAS TURBIAS EN LA DIRECCION SANITARIA MUNDIAL.

Cabe tener en cuenta que en el caso del SIDA, al igual que en los de otras epidemias mundiales de los últimos años, los dos organismos citados —la OMS y el CDC— han tenido un papel predominante, aceptado por los demás países. Sus informes, conclusiones, opiniones y consejos han marcado y dirigido todas las pautas a seguir.

EL CDC.

Las autoridades de todos los países han ofrecido a los investigadores del CDC vía libre, tanto en la investigación de campo como en la investigación clínica, así como en todo tipo de recursos humanos y económicos, facilitando las muestras necesarias para que realicen sus investigaciones.

Y comenta al respecto el informe de Inteligencia:
Pese a esta facilidad que los distintos gobiernos ofrecen al CDC, no se acostumbra a exigir como contrapartida ninguna prestación. No es de extrañar, pues, que el CDC posea todo tipo de información sobre el desarrollo y extensión mundial de todo tipo de enfermedades y que la extrapolación de estos datos a un próximo, medio y largo futuro, sea para el CDC algo factible debido a la enorme cantidad de recursos que posee.
Pero conviene señalar que el CDC es un organismo norteamericano, con presupuesto norteamericano y que, muy probablemente, servirá en primer lugar a los intereses de su país y, quizá, en alguna ocasión a los intereses de un determinado sector de su país.
Por otra parte, el tipo de información que maneja el CDC no es una información científica cualquiera, sino que se trata de información epidemiológica, es decir, datos que hablan sobre:
• El origen de las enfermedades (infecciosas, ambientales, sociales).
• La extensión y progresión de las mismas.
• Los factores que inciden positiva y negativamente (sociales, económicos, productos químicos, tratamientos).
Esta información puede llegar a ser muy estratégica por su repercusión económica, política y social.
Importantes sectores económicos o políticos pueden tener interés en que un posible factor sea enfatizado o silenciado según convenga. Cierto tipo de explicaciones sobre una epidemia pueden hacer reclamar a los ciudadnos una política sanitaria costosa que los políticos no puedan satisfacer.
Es por ello que, dentro del mundo científico sanitario, sean los epidemiólogos y los centros de investigación epidemiológica los que suelen recibir más presiones de todo tipo.
El tratar de controlar e infiltrar estos centros puede ser un objetivo a conseguir por ciertas multinacionales y por otros centros de poder.
Por ello no se considera conveniente tomar las conclusiones del CDC y de otros centros similares, que en muchos casos son simples declaraciones, como dogmas inamovibles por las autoridades sanitarias de los distintos países. En todo caso, las declaraciones de estos centros han de ser analizadas y contrastadas con otras que ofrezcan mayores garantías de objetividad.
En 1981, y durante el primer año, el CDC mantuvo que el SIDA era propio de homosexuales, pese a que ya había afectado a varios drogodependientes. Incluso bautizó la enfermedad como GRID (Gay Related Inmunodeficience), afirmando que esos drogadictos probablemente tenían pautas sexuales anormales.
El hecho de no prestar atención a esos primeros drogadictos y a las hipótesis que varios médicos lanzaron sobre la posible transmisión sanguínea de la enfermedad, fue la causa principal de que no se investigase precozmente esta vía y que no se impusieran medidas preventivas hasta tres años después sobre la sangre contaminada. Ello provocó que el SIDA se haya extendido entre los hemofílicos y transfundidos, no sólo norteamericanos sino también europeos, a través de las exportaciones masivas de plasma norteamericano a Europa, especialmente a España, que depende en un 90% de este plasma extranjero.
Al cabo de dos meses, el CDC tuvo que admitir otras formas de contagio. A partir de entonces afirmó que la enfermedad se transmitía sólo entre los llamados grupos de riesgo: homosexuales, heroinómanos, hemofílicos, transfundidos y haitianos, y que la entrada del virus en la sangre era la única forma de contagio del SIDA.
Los casos cada vez más crecientes de afectados que no pertenecían a estos grupos fueron rechazados por el CDC como casos que "no habían sido cuidadosamente estudiados". Ello ha podido retrasar, una vez más, el estudio sistemático de otras formas de contagio, con el consiguiente precio de una mayor expansión de la enfermedad.
Dada la influencia que ejerce el CDC en las políticas sanitarias de los países occidentales y la excesiva rigidez que demuestran en la valoración de los factores que inciden en la transmisión del virus, el CDC podría contribuir a retardar la aplicación de una precoz y eficaz prevención por parte de los distintos gobiernos. Y es de destacar que las medidas preventivas son la única arma de que se dispone, hoy día, para luchar contra el SIDA, a falta de una vacuna eficaz y de algún tipo de tratamiento curativo.

LA OMS.

En lo que a la OMS respecta, hay que señalar que se le ha delegado un importante papel en la prevención y control del SIDA, especialmente en los países del Tercer Mundo. En este marco, la Oficina Regional de la OMS en Africa es la que lleva desde hace décadas la iniciativa sanitaria en este continente. Y cito al respecto del referido informe de Inteligencia:

Sin embargo, pese a las campañas sanitarias realizadas en Africa durante años, no parece que la OMS haya sido capaz de detectar, o al menos informar, de la existencia en Afirca Central de una extraña epidemia, el SIDA, que desde hace unos 15 años está extendiéndose por toda el Africa Subsahariana. No fue hasta 1983, dos años después de detectar el primer caso en EEUU, que se diagnosticaron los primeros casos en Africa. Estos casos tampoco fueron descubiertos por los servicios de la OMS, sino por un equipo de epidemiólogos belgas y franceses que viajaron a Centroáfrica para averiguar si en esta zona tropical estaba presente el SIDA. En una sola semana descubrieron 35 casos en un solo hospital del Zaire.
El no haber sabido detectar el nacimiento y expansión, durante 15 años, de una epidemia tan grave como la del SIDA es sorprendente.
En octubre de 1985 el Dr. Sergei K. Litvinov, epidemiólogo ruso especilista en enfermedades transmisibles africanas que ostentaba el cargo de secretario adjunto al director general de la OMS en Ginebra, y a cuya dirección estaban las principales divisiones y subdivisiones de la OMS para la vigilancia, control y supuesta prevención de todas las enfermedades transmisibles —incluído el SIDA— declaró a un semanario que "todo ha sido un pánico y una exageración proveniente del país originario del SIDA, es decir, EEUU".
El Dr. F. Assad, que dirige la sección específica de lucha contra el SIDA en la sede central de la OMS en Ginebra, declaró a la Prensa en esa misma época: "Mi reacción respecto al miedo al SIDA es que ésta es una enfermedad, y que quien no utilice 'ciertas prácticas' no la va a contraer. Lo más importante es un buen sistema de información, es decir, abstenerse de ciertas prácticas sexuales y de drogas. ¡Eso es todo! Es de ese tipo de enfermedades que uno va a su encuentro. Es difícil adquirirla. Se tiene que 'trabajar duro' para lograrlo. Todo el mundo es libre de especular, pero la gente responsable debería controlarse a sí misma. No deberíamos tener pánico.
Estas declaraciones realizadas por un responsable de una institución como la OMS, cuya principal función es la información directriz, la educación y prevención estratégica sanitarias, pueden considerarse como irresponsables si se tiene en cuenta que para esa fecha, octubre del 85, ya se tenían datos como los siguientes:
• El 20% de casos de SIDA en Africa afecta a niños.
• Cada día nace en Nueva York un niño con SIDA.
• Existía en el mundo occidental al menos un 6% de casos de SIDA de los que no se conocía la posible causa de su contagio.
Sirvan estas pinceladas para que el lector comprenda que las opiniones de organismos de prestigio mundial como lo son por ejemplo los citados (OMS y CDC), no responden siempre, necesariamente, a un espíritu de progreso científico transparente.

BERTRAND RUSSELL.

Para no perder de vista en ningún momento la posibilidad expuesta sobre el origen y la finalidad de la pandemia del SIDA, así como sobre lo que se estuvo ensayando en España en 1981 —con el triste resultado del Síndrome Tóxico— con vistas a una aplicación masiva en el futuro en esta u otra área del globo, cabe tener bien presente lo que Bertrand Russell dejó escrito en la obra Impacto de la Ciencia en la Sociedad:
"Actualmente la población del mundo se está incrementando en unos 85.000 individuos por día. La guerra, hasta ahora, no ha tenido un gran efecto en este incremento, que ha ido continuando a través de cada una de las guerras mundiales... La guerra, hasta ahora, no ha sido efectiva en este aspecto... Pero tal vez la guerra bacteriológica llegará a ser efectiva. Si una Muerte Negra se extendiera por el planeta, una vez por cada generación, los supervivientes podrían procrear libremente, sin llenar excesivamente el planeta."
Para valorar debidamenbte esta reflexión, cabe tener presente que Bertarnd Russell fue un intelectual "orgánico", que trabajaba para el Departamento de Guerra Psicológica del Foreign Office.
Lo grave es que las elucubraciones de Russell, son hechos trágicos hoy en día. Por si alguien lo duda, volvamos al informe "Global 2000":

Toda la argumentación en que se basa es una falacia. No hay ninguna correlación entre "recursos naturales" y potencial demográfico, por la sencilla razón de que no existen "recursos naturales" como tales, dado que son la ciencia y la tecnología las que definen los recursos. Si las tecnologías modernas disponibles se empleasen en las regiones atrasadas del mundo, es evidente que generarían los recursos requeridos por la población prevista para el año 2000. Y ¿cómo llega este informe a unas previsiones tan siniestras? Pues excluyendo precisamente toda difusión de las tecnologías agroindustriales modernas en el tercer mundo, excluyendo toda posibilidad de un verdadero desarrollo económico de estos países, y excluyendo todo desarrollo económico que pudiera darse más allá de su actual estado. Sobre esta intención política, planteada como axioma, se ha levantado el andamio de esas previsiones de superpoblación; es decir, que en el año 2000 una economía mundial fatalmente estancada, e incluso en franco declive, no permitirá vivir a 2.400 millones de seres humanos, que por lo tanto sobrarán.

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