La vida es una moneda

Los intereses empresarios y el cambio climático.

Autor: Jeffrey D. Sachs.

 Todas las señales sugieren que el planeta se dirige en línea recta al desastre climático. La Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos publicó su Informe del Estado del Clima, que cubre de enero a mayo. Los primeros cinco meses de 2010 fueron los más cálidos desde 1880 y mayo, el de temperatura más alta de la historia. Actualmente varias partes del mundo son afectadas por olas de calor. Sin embargo, todavía no tomamos medidas eficaces.

El reto económico del cambio climático causado por las actividades humanas es complejo. Hay un problema al abordar el cambio climático que se origina en una combinación de importantes implicancias económicas y la incertidumbre que lo rodea: la brutal y destructiva campaña contra la ciencia por parte de poderosos intereses, que apuntan a crear una atmósfera de ignorancia y confusión.

The Wall Street Journal , por ejemplo, el más importante periódico de negocios de Estados Unidos, emprendió por décadas una virulenta campaña contra la ciencia del clima. Quienes participan de ella no sólo están mal informados, sino que no muestran interés por mejorar la manera en que se informan. Han declinado ofrecimientos de climatólogos para reunirse y debatir seriamente los temas.

Las grandes petroleras y otras corporaciones forman parte de este juego y han financiado campañas de descrédito de la ciencia del clima. Si sumamos estos factores -el reto económico de reducir los gases de invernadero, la complejidad de la ciencia del clima y las campañas para confundir al público y desacreditar la ciencia-, llegamos a otro problema que abarca al resto: la falta de voluntad o incapacidad de los políticos estadounidenses para formular una política sensata acerca del cambio climático. Estados Unidos tiene una responsabilidad desproporcionada por la inacción sobre el cambio climático, ya que ha sido el mayor emisor de gases de invernadero... hasta el año pasado, cuando China pasó a ocupar ese lugar. Cuando Barack Obama fue elegido presidente, hubo espacio para la esperanza. Sin embargo, si bien es claro que Obama quiere avanzar sobre el asunto, hasta ahora siguió una estrategia fallida de negociar con senadores y sectores clave de la industria para generar un acuerdo. Los grupos de intereses creados han dominado el proceso.

Obama debería haber intentado -y aún debería hacerlo- un enfoque alternativo. En lugar de negociar con intereses creados en la trastienda de la Casa Blanca y el Congreso, debería presentar un plan al pueblo estadounidense, proponiendo una estrategia para los próximos 20 años tendiente a reducir la dependencia de EE.UU. de los combustibles fósiles, realizar la conversión a vehículos eléctricos y expandir las fuentes de energía no basadas en carbono, como la eólica y la solar. Tras ello, debería presentar un costo estimado para la implementación y demostrar que esté sería modesto en comparación con los enormes beneficios.

A pesar de ser un candidato del cambio, Obama no presentó planes de acción para un cambio. Su administración está enredada en la paralizante trampa de los grupos de intereses. Es difícil decir si se trata de un resultado intencional, de manera que Obama y su partido puedan seguir movilizando grandes contribuciones de campaña, o consecuencia de una mala toma de decisiones. Es posible que refleje un poco de ambos. Lo que es claro es que, como resultado, estamos acercándonos peligrosamente al desastre. La naturaleza está diciendo que nuestro modelo económico es peligroso y suicida. A menos que encontremos un verdadero liderazgo global en los próximos años, aprenderemos la lección de las maneras más duras posibles.

20%

Efecto invernadero.

* Es el porcentaje del total global de emisiones de dióxido de carbono que se produce en Estados Unidos.

© Copyright Project Syndicate, 2010

El autor es profesor de Economía y director del Earth Institute de la Universidad de Columbia.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/