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domingo, 10 de octubre de 2010

Medicina y psicología perspectiva histórica

Punto de vista médico en el año 1962.
Por Allan Greg y Franz Alexander.

PERSPECTIVA HISTÓRICA
El paciente, como ser humano, con sus preocupaciones, miedos, esperanzas y desesperanzas, como un todo indivisible y no solamente como un portador de órganos —de un hígado o un estómago enfermos— constituye una vez más el legítimo objeto del interés médico. En las dos últimas décadas se ha prestado una atención creciente al papel causal de los factores emocionales en las enfermedades, y los médicos demuestran una orientación psicológica cada vez mayor. Algunos conocidos clínicos de tendencia conservadora consideran esta orientación como una amenaza para las bases científicas de la medicina, tan arduamente obtenida, y voces autorizadas previenen a la profesión en contra del nuevo "psicologismo", declarándolo incompatible con la medicina como ciencia natural. Ellos preferirían que la medicina psicológica quedara restringida al campo del arte médico, al tacto y a la intuición en el trato con los pacientes, bien diferenciada de los procedimientos científicos de la terapéutica propiamente dicha, basada en la física, la química, la anatomía y la fisiología.
Sin embargo, encarándola desde una perspectiva histórica, la orientación psicológica no es más que la reactualización de antiguos enfoques precientí fieos bajo una forma nueva y científica. No siempre el cuidado del hombre doliente estuvo compartido entre el sacerdote y el médico. En otras épocas, las funciones curativas, fueran mentales o físicas, estaban concentradas en una sola mano. Sea cual fuere la explicación del poder del hechicero o del evangelista o del agua bendita de Lourdes, no hay la más mínima duda de que a menudo tuvieron espectaculares efectos curativos sobre los enfermos, efectos aún más fundamentales en ciertos aspectos que muchas de nuestras drogas, pasibles de ser analizadas químicamente y cuya acción farmacológica conocemos con gran precisión. Estaparte psicológica de la medicina sobrevivió sólo en forma rudimentaria, como arte médico, y se traduce en la conducta seguida a la cabecera del enfermo; permanece cuidadosamente separada del aspecto científico de la terapéutica, y es considerada esencialmente como la influencia sugestiva y restauradora del médico sobre el paciente.
La moderna psicología médica científica no es más que una tentativa de colocar el arte médico —el influjo psicológico del médico sobre el paciente —sobre bases científicas, haciéndolo formar parte integral de la terapéutica. No hay duda de que buena parte de los éxitos del arte de curar, tanto del hechicero y del sacerdote, como del moderno profesional, se debe a esa indefinida simpatía emocional establecida entre médico y paciente. Sin embargo esta función psicológica del médico fue descuidada, y tal vez más que nunca, en la ultima centuria, en la que la medicina se convirtió en germina ciencia natural basada en la aplicación de los principios de la física y la química sobre el organismo vivo. El postulado filosófico fundamental de la medicina moderna es que el cuerpo y sus funciones pueden ser entendidos en términos físico-químicos, que los seres vivientes son máquinas fisicoquímicas, y que el ideal del médico es el de llegar a ser un ingeniero del organismo. El reconocimiento de fuerzas psicológicas, un enfoque psicológico de los problemas de la vida y de las enfermedades aparece como un volver a caer en la ignorancia de la edad antigua, en la que la enfermedad era considerada como producto de la actividad de un espíritu maligno y su terapéutica era el exorcismo para expulsar al demonio del cuerpo enfermo. Nada más natural que el hecho de que la nueva medicina, basada en la experimentación de laboratorio, defendiese celosamente su halo científico, recientemente adquirido, contra anticuados conceptos místicos tales como los de la psicología. La medicina, recién incorporada a las" ciencias naturales, asumió en muchos aspectos la típica actitud del advenedizo que quiere hacerse olvidar a sí mismo su bajo origen mediante una actitud más intolerante, exclusivista y conservadora aún que la de los genuinos aristócratas. La medicina llegó al máximo de intolerancia contra todo aquello que pudiera hacerle recordar su pasado espiritualista y místico en una época en la que su hermana mayor, la aristócrata de las ciencias naturales, la física, estaba sufriendo la más profunda revolución en sus conceptos fundamentales, cuestionando hasta lo incuestionable, la validez general del determinismo científico*
Estas observaciones, sin embargo, no tienen la intención de minimizar los éxitos del período de laboratorio experimental de la medicina, que representa la fase más brillante de su historia. La orientación fisicoquímica caracterizada por el estudio preciso de sutiles detalles es sin duda responsable del gran progreso alcanzado por la moderna bacteriología, la cirugía, la quimioterapia y la farmacología en general. Una de las paradojas del desarrollo histórico es el hecho de que cuanto mayores son los méritos de un método o principio científico, mayor es su influencia retardadora en un período posterior, más avanzado, de desarrollo. La inercia cíe la mente humana hace que ésta se aferré a ideas y métodos que han probado ser de gran valor en el pasado, aun cuando ya hayan cumplido su ciclo de validez. El desarrollo de la más exacta de las ciencias, la física, está preñado de tales ejemplos. El progreso requiere, en todos los campos, reorientaciones continuas y la introducción de nuevos principios. Estos nuevos principios, aunque realmente no están siempre en contradicción con los antiguos, son sin embargo frecuentemente rechazados, y deben luchar para ser reconocidos. En lo que a esto respecta, el científico es tan estrecho de miras como el hombre común. La misma orientación fisico-química de la etapa de laboratorio, a la que la medicina debe sus más grandes triunfos, se ha transformado, por su misma unilateralidad, en un obstáculo para su posterior desarrollo. Esa nueva era científica de laboratorio de la medicina, hállase caracterizada por su actitud analítica. Es típico de ese período un interés concentrado en mecanismos detallados, en la comprensión de procesos parciales. El descubrimiento de métodos de observación más perfeccionados, especialmente del microscopio, reveló un nuevo microcosmos, al proporcionar una posibilidad de penetración sin precedentes en las partículas mínimas del cuerpo. Consecuentemente, en etiología —o sea el estudio de las causas de las enfermedades—, la localización exacta del proceso morboso se convirtió en el objetivo principal. La medicina antigua estaba gobernada por la teoría humoral, de acuerdo con la cual los fluidos del cuerpo eran considerados los portadores del mal. El desarrollo progresivo de los métodos de autopsia, acaecido durante el Renacimiento, permitió un estudio preciso de las particularidades del organismo humano, lo que condujo a conceptos etiológicos más realistas, aunque simultáneamente más restringidos y localistas. Morgagni, a fines del siglo xvm, afirmó que los órganos en particular —como el corazón, los ríñones o el hígado— eran el asiento de las enfermedades. Con la aparición del microscopio, la localización de la enfermedad se limitó aún más: la célula pasó a ser el asiento de la misma. El principal responsable de esta concepción particularista de la medicina es Virchow, a quien la patología debe más que a ningún otro; él afirmó que no había enfermedades generales, sino solamente enfermedades de órganos y de células. Sus importantes aportes en el campo de la patología, y su gran ascendiente, hicieron de la patología celular un dogma que todavía hoy influye en el pensamiento médico. El peso de la figura de Virchow sobre la concepción etiológica es un ejemplo ya clásico de la paradoja histórica mencionada más arriba. La mayor contribución del pasado se transformó en el mayor obstáculo para una evolución posterior. El descubrimiento, con ayuda del microscopio, de los cambios histoló¬gicos en los órganos enfermos, se convirtió en norma universal para la etiología. La búsqueda de las causas de las enfermedades se limitó, durante un largo período, a meras tentativas de descubrir cambios patológicos locales en los tejidos. El concepto dé que tales cambios locales son tan solo una causa inmediata, que a su vez, pueden resultar de trastornos más generalizados producidos como consecuencia de fallas funcionales, de sobreesfuerzos o hasta de factores emocionales hubo de ser descubierto posteriormente. La teoría humoral, menos particularista —desacreditada Cuando Virchow derrotó con éxito a su último representante, Rokitansky —, tuvo que aguardar, para su rehabilitación, el surgimiento de su expresión moderna, la endocrinología.
Pocos han comprendido la esencia de esta fase del desarrollo de la mejor medicina que Stefan Zweig6, un lego. En su libro Die Heüung durch den Geist, dice:
Enfermedad ya no significó lo que ocurría con todo el organismo, sino lo que ocurría con sus órganos... Y así la misión natural y original del médico, el enfoque de la enfermedad como un todo, pasa a ser la tarea menor de localizar la molestia, identificarla y adscribirla a un grupo preestablecido dé enfermedades... Durante el siglo xrx esta inevitable objetivación y tecnificación de la terapéutica llegó a extremos excesivos porque interpuso entre paciente y médico un tercer elemento, completamente mecánico, el instrumento de observación. La visión penetrante, orientadora y sintetizadora del médico nato se hizo cada vez menos necesaria para la tarea de diagnosis...
No menos contundente es la declaración del doctor Alan Gregg, un hombre que observa el pasado y el futuro de la medicina con una amplia perspectiva.
El todo que es el ser humano ha sido dividido para su estudio en partes y sistemas; si bien no es posible desacreditar ese método, tampoco es obligatorio el quedar satisfecho únicamente con sus conclusiones. ¿Qué es lo que impulsa y mantiene a nuestros órganos y sus muchas funciones en armonía y cooperación? ¿Y qué tiene que decir la medicina acerca de la cómoda separación entre "mente" y "cuerpo"? ¿Qué es lo que hace del individuo lo que la palabra no dividido implica? La necesidad de un mayor conocimiento en este campo es obvia. Pero más que una mera necesidad, hay un presentimiento de cambios futuros. La psiquiatría está en marcha, la neurofisiología en pleno desarrollo, la neurocirugía en su apogeo, y una estrella pendiendo aún sobre la cuna de la endocrinología... Habrá que buscar el aporte de otros campos, de la psicología, de la antropología cultural, de la sociología y la filosofía, así como de la química, la física y la medicina interna para resolver esa dicotomía mente-cuerpo que nos legara Descartes.












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