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domingo, 27 de diciembre de 2009

PROPUESTA DE LA PERSONALIDAD Y LA RELACION TERAPÉUTICA -25-


Carl R. Rogers (1902-) es ante todo un terapeuta. La investigación sobre su trabajo terapéutico y la profundización de sus hallazgos dieron lugar a una serie de puntos de vista sobre la personalidad y luego sobre las relaciones humanas.

Entiende que “el ser humano tiene una capacidad, latente o manifiesta, de comprenderse a sí mismo, de resolver sus problemas de modo suficiente para lograr la satisfacción y la eficiencia necesarias a un funcionamiento adecuado; tiene igualmente una tendencia a ejercer esta capacidad” (Psicoterapia y relaciones humanas,  1971).

La palabra “tendencia” hace referencia a “espontaneidad automática”, es decir, responde a la idea de que en situaciones favorables el organismo siempre tiende al desarrollo. Desarrollo y actualización o tendencia actualizante hace referencia a cosas muy similares: un sujeto percibe algo bueno para él, como enriquecimiento para su organismo, y tiende a hacerlo acto (actualizarlo) en él, para él, obviamente, lo que este sujeto percibe como bueno o enriquecedor para sí.

El yo, que es “una expresión de la tendencia general del organismo a funcionar de manera que él quede preservado y revalorizado” (Psicoterapia ...), es ante todo una estructura perceptual, es decir, “un conjunto organizado y cambiante de percepciones que se refieren al sujeto” (Psicoterapia ..)

Una noción del yo realista, o una aceptación del sujeto tal como es, permitirá que la operación de la tendencia actualizante esté guiada adecuadamente por el yo, con lo que el sujeto logrará sus objetivos; dicho en otras palabras, la aceptación del sujeto como tal, permitirá un desarrollo que tienda a la consecución de sus ideales y, por el contrario, una percepción del yo errónea hará que la tendencia actualizante no aparezca clara y, por lo tanto, que los fines u objetivos sean difícilmente asequibles y alcanzables, con las consecuencias subsiguientes.

El objetivo de la  terapia centrada en el cliente es: el terapeuta rogeriano pretende crear condiciones en las que  el sujeto pueda cambiar lo que no está funcionando bien en él. El terapeuta no es el agente de cambio, no es el que lo dirige; él se limita a posibilitarlo, a facilitarlo (Rogers concibe su labor en todos los campos como la de un “facilitador”). Rogers afirma: “si podemos proporcionar al cliente la visión de la manera como se ve a sí mismo, él mismo puede hacer el resto. El terapeuta, por lo tanto, no hace cambiar al sujeto; su labor consiste en crear las condiciones, en las que el cambio sea posible al cliente” (El proceso de convertirse en persona, 1972).

En el ámbito de las relaciones humanas en general, parece que las más fecundas se dan cuando hay unas condiciones “ambientales” que las favorecen, la relación terapéutica entendida por Rogers no escapa a este principio y puede decirse que el ambiente, la atmósfera, es terapéutica  cuando está impregnada de seguridad y de calor.  Pues, “el terapeuta tiene que comunicar a la  persona que solicita su asistencia que ella misma tiene recursos, que es capaz de conocer el origen de sus dificultades e incluso es capaz de resolver éstas por sus propios medios” (Psicoterapia y relaciones ...).

Las formas de lograr un lazo de cordialidad en las relaciones son muy variadas y depende de las cualidades personales del terapeuta; pero, en último término, es la actitud de disponibilidad afectiva y mental la que pondrá la calidez más adecuada a la relación. La empatía o comprensión empática consiste en la percepción correcta del marco de referencia de los demás, con las cosas subjetivas y los valores personales que van unidos. Percibir de modo empático es percibir el mundo subjetivo de los demás como si fuéramos esa persona, no obstante,  sin perder de vista que se trata de una situación análoga, “como si”.

Frente a la preocupación de la pedagogía tradicional por las técnicas, Rogers responde con su inquietud por las actitudes; ante la distribución de conocimientos definidos de antemano por el experto de la pedagogía tradicional, Rogers intenta facilitar el aprendizaje merced a la creación de un clima determinado. Frente a la pedagogía de la represión, levanta la de la empatía. Conceptúa que el problema es de valores. “El trabajo del maestro y del educador, así como el del terapeuta, está inextricablemente ligado al problema de los valores” (Libertad y creatividad en la educación, 1975).

Rogers manifiesta que se trata de un enfrentamiento entre los valores democráticos y los que no lo son. El opta por los primeros, al declararse no dispuesto a “producir técnicos bien formados que estén completamente dispuesto a llevar a cabo todas las órdenes de la autoridad constituida sin cuestionarla” (Libertad y ...). sostiene que el ser humano posee una potencialidad natural para el aprendizaje; tiene una curiosidad innata por su mundo, la cual le moverá constantemente a asimilarlo. Aquel aprendizaje y esta asimilación necesitan de determinadas circunstancias y condiciones.

Sostiene que el aprendizaje significativo tiene lugar cuando el estudiante considera el tema estudiado como importante para sus objetivos. Entiende que los contenidos deben ser no “amenazantes” para el yo, porque los aprendizajes que necesitan cambios amenazantes en la organización del yo encuentran resistencia y son rechazados. El yo se hace rígido frente a las amenazas y obstaculiza el aprendizaje que pueda alterarlo. Al contrario, cuando las amenazas desaparecen, el yo amplía sus límites y el aprendizaje se hace más fácil. “El aprendizaje significativo será mayor cuando el alumno elige su dirección, ayuda a descubrir sus recursos de aprendizaje, formula sus propios problemas, decide su curso de acción y vive la consecuencia de cada una de sus elecciones” (Libertad y ...).

Por tanto, defender la autoevaluación implica manifestar una vez más la confianza en la persona, y facilitar el sentido de independencia y autonomía del estudiante. Por ello sostiene que “el aprendizaje social más útil en el mundo moderno es el aprendizaje del proceso de aprendizaje, que significa adquirir una continua actitud de apertura frente a las experiencias e incorporar a sí mismo el proceso de cambio” (Libertad y ...).

Para Rogers, el núcleo de la relación educativa está centrada en el aprendizaje, no en la enseñanza; o sea, “la falsa hipótesis”, según la cual aquello que se enseña es idéntico a aquello que se aprende, reside en la base de todo el absurdo sistema educacional; entre lo que el maestro enseña y el alumno aprende existe siempre una gran diferencia, que no es más sino el reflejo de la separación entre el uno y el otro. Desde su punto de vista, todo cuanto una persona enseñe a otra es relativamente intrascendente y sin influencias apreciables para la conducta. Por tanto, si la enseñanza carece de interés y de efectividad, no debe extrañarnos que uno de los principios más queridos por Rogers sea aquél según el cual “no podemos enseñarle a otra persona directamente; sólo podemos facilitar su aprendizaje” (Psicología centrada en el cliente, 1972).

Entiende que el “aprendizaje memorístico” tiene algo que ver con repetición de fórmulas o fechas, que se realiza con el fin de presentar un examen; se trata de un aprendizaje estéril, sin vida, logrado por la coerción, y olvidado en cuanto las condiciones que lo hacían obligatorio desaparecen; se trata de un ejercicio puramente mental, sin significación personal alguna.

Características del aprendizaje vivencial o significativo son:

1)    posee una cualidad de compromiso personal;
2)    pone en juego factores afectivos y cognitivos;
3)    es autoiniciado, es decir, no se basa en el currículo predeterminado sino en la autoselección de los planes de estudio (pensum);
4)    las tareas no son uniformes para todos, sino que como cada estudiante determina la suya, es natural que también sabe si responde o no a una necesidad personal y, así, el aprendizaje que se produce es penetrante, pues no consiste en un simple aumento de caudal de conocimientos, sino que se enlaza con la vida misma del educando.

El aprendizaje significativo introduce una verdadera diferencia en la vida de quien lo realiza; introduce una diferencia de la conducta del individuo en sus actividades futuras, en las actitudes y en su personalidad. Rogers lo describe así: “Si bien a mí me desagrada reajustar mi pensamiento y abandonar viejos esquemas de percepción y conceptualización, en un nivel más profundo he logrado admitir que estas dolorosas organizaciones constituyen lo que se conoce como aprendizaje” (Libertad y ...)

Es importante diferenciar entre el aprendizaje memorístico y el vivencial o significativo. Rogers manifiesta que en la pedagogía tradicional “todo lo que es iniciativa y actividad es acaparado por el maestro. Todo transcurre como si desde el punto de vista de su actitud fundamental, el maestro estuviera centrado en sí mismo, sobre sus problemas, sus dificultades y su ansiedad latente. En función de ello, el maestro elige un papel y se supone que los alumnos deberían comportarse de modo que le permitieran representarlo” (Libertad y ...).

La pedagogía rogeriana plantea la exigencia y búsqueda del otro: el acto educativo es un acto esencialmente relacional y no individual; implica aprender y mirar al otro, a considerarlo, a tenerlo en cuenta; es decir, implica abandonar el viejo subjetivismo individualista de la pedagogía tradicional; educador y estudiante son los elementos de una pareja: no son nada el uno sin el otro. Se trata de liberar las comunicaciones, de hacerlas posibles, de alentarlas. Rogers escribe que “en nuestras escuelas y universidades hay una urgente necesidad de que los estudiantes participen en un mayor grado en todo el programa y exista una mejor comunicación entre profesores y alumnos, entre directivos y profesores y entre directivos y estudiantes”. “La interacción humana es un hecho que permanecerá a lo largo de la vida de profesores y estudiantes y las energías dedicadas a promoverla y generalizarla a nivel educativo no serán gastadas en balde” (Grupos de encuentro, 1973).

Por tanto, el educador debe buscar un objetivo manifiesto en: crear condiciones que hagan posible el aprendizaje; en vez de preocuparse por la forma en que podrá enseñar algo o transmitir determinado conocimiento, debe preguntarse de qué manera será capaz de crear una relación y un clima que el estudiante pueda utilizar para su propio desarrollo. La facilitación del aprendizaje centrado en el estudiante debe ser el objetivo que se proponga el maestro.

Según M. Pages, en este postulado rogeriano, “enseñar es, ante todo, aceptar que los alumnos aprendan” y “organizar el entorno de tal forma que ese aprendizaje sea posible” (en Herbert, E. L. Y Ferry G., Pedagogía y Psicología de los grupos, 1973).

Las actitudes que el educador, como facilitador del aprendizaje, Rogers, las sucintamos así:

a.    “Corresponde al facilitador crear un clima inicial, en el que las experiencias de grupo y clase se vean posibilitadas.
b.    Comunicar (de la forma como lo hacía el terapeuta) a todos los componentes del grupo, su confianza básica en la clase como tal y en cada uno d e sus integrantes.
c.    El educador facilita el esclarecimiento de los objetivos individuales, así como el de los propósitos del grupo.
d.    Otorga plena confianza a la fuerza motivacional básica del individuo.
e.    Suministra todo tipo de recursos de aprendizaje.
f.    El mismo se pone a disposición de los estudiantes como recurso que puede ser utilizado.
g.    No pone resistencia a la aparición de cualquier tipo de contenido de la parte de los estudiantes, ya se trate de intelectualizaciones, racionalizaciones, expresiones de sentimientos profundos, etc.
h.    Como facilitador se esfuerza por llegar a convertirse en un miembro más del grupo, intentando intervenir en plano de igualdad con los demás integrantes.
i.    Presentará especial atención a las expresiones de sentimientos personales profundos.
j.    El facilitador debe situarse entre los estudiantes como lo que es: una persona factible, con sus propios problemas por resolver y sus propias inquietudes” ( Libertad y ...).

Según Rogers interesa resaltar que cualquier recurso es válido y nada impide utilizar unas u otras técnicas, siempre y cuando las que se usen sean adecuadas a los objetivos que se persiguen. La flexibilidad frente a los recursos aprovechables es considerable, sin embargo, no lo es tanto en cuanto a los recursos que no deben utilizarse; por ejemplo, el facilitador no debe poner deberes o tareas, no dictar clases magistrales, a no ser que los alumnos se lo pidan para un tema especial, no dar bibliografía obligatoria; no criticar ni evaluar  los trabaos de los estudiantes, a menos que ellos lo pidan y él lo considere necesario.

En este contexto, la evaluación no es un problema secundario en la pedagogía rogeriana, simplemente toma la dirección consecuente con ésta. Pues, si el núcleo organizador de un curso está constituido por los objetivos del individuo y del grupo, y si estos objetivos se consiguen en la medida en que se logran aprendizajes significativos, sólo hay una persona, concluye Rogers, en condiciones de evaluar el grado en que ha alcanzado sus propias metas, y lógicamente esta persona no es otra que el estudiante mismo, ya que el aprendizaje autodirigido, automotivado sólo puede ser autoevaluado.

Según Rogers, la propia evaluación del aprendizaje estimula al estudiante impulsándolo a ser más responsable. Cuando el estudiante debe decidir los criterios que le resultan más importantes en los objetivos que se propone alcanzar, y cuando debe juzgar en qué medida los ha logrado, no hay duda de que está aprendiendo a ser consciente de la responsabilidad; la vivencia de su aprendizaje general aumenta y se hace más satisfactoria; el individuo se siente más libre y satisfecho.

La pedagogía rogeriana fue considerada por algunos como una educación en extremo libertaria y espontaneísta, sin norma ni coerciones, una pedagogía de Laisser-faire (o pedagogía del dejar hacer); pero Rogers responde que la libertad que él pretende dar aparece limitada por una serie de factores diversos:

Un primer tipo de limitaciones proviene del mismo facilitador, dado que el verdadero facilitador no dará más libertad que aquélla con que se siente auténtico y comprometido.

Un segundo tipo de limitaciones proviene de las circunstancias concretas de la vida: no se puede estudiar ingeniería sin poseer unos amplios conceptos de matemáticas, no se puede conducir un carro sin tener licencia, etc.

Un tercer nivel de limitaciones estará dado por la edad de los estudiantes: a un niño no se le puede pedir que decida por sí sólo su destino.

Un cuarto tipo de limitaciones proviene de los estudiantes: quizá no todos ellos se sientan a gusto en este ambiente; si son libres deben poder elegir el tipo de aprendizaje.

Según Rogers,  el objetivo de su pedagogía es: “ayudar a los alumnos a convertirse en individuos que sean capaces de tener iniciativas propias para la acción y ser responsables de sus acciones; que sean capaces de una dirección y autodirección inteligente; que aprendan críticamente, con la capacidad de evaluar la contribuciones que hacen los demás; que, fundamentalmente, sean capaces de adaptarse flexible e independientemente a situaciones problemáticas nuevas; que hayan internalizado una modalidad adaptativa de aproximación a los problemas, utilizando toda la experiencia pertinente de una manera libre y creadora; que sean capaces de cooperar eficazmente con los demás en esas diversas actividades; que trabajen no para obtener la aprobación de los demás, sino en términos de sus propios objetivos socializadores” (Psicoterapia ...

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