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sábado, 4 de septiembre de 2010

Conversaciones espontáneas

Edad escolar: Conversaciones espontáneas.

Las observaciones que contiene este capítulo se basan en la lectura cuidadosa de 100 conversaciones entre niños de primer grado, y 40 entre niños de cuarto grado. La limitación de nuestros materiales impone reservas respecto al valor general de las conclusiones. El lector debe interpretarlas como simples caminos abiertos a una investigación más extensa. El motivo de haber elegido los grados 1.° y 4.° es el siguiente: Al terminar la edad preescolar se produce un cambio que amplía considerablemente los recursos idiomáticos. Podemos fecharlo con alguna aproximación entre los 6 y 8 años. En la edad de los niños de primer grado, los cambios están consolidados o están en vías de consolidarse, según aptitudes y circunstancias individuales. El habla infantil entra entonces en una etapa de lenta evolución, que dura hasta la proximidad de la adolescencia, es decir, hacia el 4.° grado. De aquí en adelante pasamos de modo más o menos brusco, a una nueva fase de la expresión lingüística, que ya no es propiamente in¬fantil y queda fuera de nuestra investigación.

DIÁLOGO
Los maestros transcribían conversaciones espontáneas, sin intervenir generalmente en ellas. La forma dialogada es general, salvo los pocos casos en que algún niño contaba un cuento o refería un suceso cualquiera.

Entre las 100 conversaciones de l.er grado estudiadas, 33 giraron sobre un asunto único; 10 mezclaron dos asuntos diferentes. En las demás, la atención se dispersó entre varios asuntos, por lo menos tres. La pluralidad de asuntos en un diálogo continuado se debe a menudo a que entran y salen interlocutores, con lo cual van variando los temas de la conversación. Esta circunstancia no está indicada en las transcripciones, y por consiguiente no es posible medirla. La conversación es congruente cuando logra absorber la atención total de los niños en un interés determinado, por ejemplo en los juegos, o en las noticias y comentarios de guerra. Nótese que nuestros materiales fueron recogidos en el último año de la guerra mundial.

No habiendo un interés común, la conversación se dispersa en multitud de direcciones, y cada una de ellas consta sólo de tres o cuatro frases coherentes. Contribuye a ello la movilidad natural del pensamiento infantil y la tendencia egocéntrica de su lenguaje.
Jean Piaget y sus colaboradores en el Instituto Internacional de Educación de Ginebra * estudiaron el lenguaje de dos niños de 6 años, que trabajaban y se movían en la escuela con toda libertad para entrar y salir de clase, dibujar, construir objetos, jugar, etc. Los maestros se limitaban a transcribir la conversación de los niños sin intervenir en ella. Observaron que el lenguaje egocéntrico tenía dos formas principales:

1 .a Monólogo puro: Cada uno iba haciendo su trabajo y hablaba para sí, como un comentario a su actividad propia.
2.a Monólogo colectivo: Los niños hablan unos con otros, pero no se escuchan ni esperan respuesta a lo que dicen. Ambas formas del habla infantil dieron a los investigadores un promedio que se acerca
4. J. Piaget, El lenguaje y el pensamiento en el niño, trad. por D. Barnésj ed. «La Lectura», Madrid, s.a. al 45 % del total de la conversación. El 55 % restante podría cla¬sificarse como lenguaje socializado o diálogo coherente, más o menos continuado.
Notaron asimismo que hacia los 7 años se produjo un cambio casi brusco que hizo descender el lenguaje egocéntricc/al 25 %, y que esta proporción bajaba rápidamente a medida que se acercaban a los 8 años.
Por los motivos explicados, no nos es posible llegar a establecer proporciones tabulables. Nuestros niños de primer grado han pasado ya el momento en que el lenguaje avanza con rapidez hacia el verdadero diálogo socializado. Pero conservan huellas evidentes, y hasta numerosas, de egocentrismo, en frases sueltas sin ilación alguna con el contexto. He aquí un ejemplo en el que los niños no se escuchan ni esperan respuesta:
—Se me está cayendo un diente. Me va a nacer de nuevo.
—Mira aquel nene trepao en la mesa.
—En Fajardo hay un perro como ése.
—Yo tengo las manos sudas.
Podríamos extraer de nuestros materiales hasta una docena de fragmentos parecidos. No es mucho; pero basta para convencernos de que existe una tendencia egocéntrica ya en declive. En las conversaciones de 4.° grado no encontramos ni una sola muestra de incongruencia que pueda ser interpretada como frase sin ilación.
El egocentrismo de los niños de primer grado se manifiesta más bien en el afán de centrar la conversación entera en torno a su propio yo. El pronombre yo y el posesivo mío se repiten insistentemente; la gran mayoría de los verbos están en primera persona. Tales referencias a sí mismo disminuyen notablemente en las conversaciones de 4.° grado: aunque hablen en primera persona, yo y los actos propios son muy pocas veces el objeto del diálogo; la conversación se objetiva y multiplica los asuntos tomados de la actualidad y del mundo circundante. Hay, pues, en el habla infantil dos transiciones bien determinadas, que dan carácter a toda la actividad expresiva: Grosso modo, en la edad preescolar el niño tiende a hablar para sí mismos o de sí mismos; sus relaciones sociales están confinadas esencialmente en un círculo doméstico, que viene a ser prolongación de su persona. En torno a los 7 años da un salto rápido hacia una socialización idiomática que irá borrando casi todas las huellas de expresividad egocéntrica. Después, ya en plena adolescencia, suele producirse un ensimismamiento pasajero, que no es reaparición de la fase infantil, sino un reajuste de la posición del propio yo ante el mundo exterior ya conocido.

Para medir el grado de objetivación son muy instructivas las discusiones entre niños. Cuando en la edad preescolar ya avanzada aparece alguna discrepancia de opiniones, rara vez se apoya la disconformidad en motivos o razones lógicas. A una afirmación se opone una negación sin más: —Porque sí. —Porque no. He aquí un ejemplo entre niñas de primer grado (escuela rural):
—Oye, Hilda, mi dibujo quedó chuchín y el tuyo parece una cucaracha.
—Eso te crees tú. Yo lo pinté. —Pues ¿y qué te parece? —Un gatito. —Mejor pa ti.
Pero en el mismo grado hemos reunido numerosos ejemplos de discusión motivada, con el propósito de convencer al interlocutor, por ejemplo (escuela rural):
— Vamos [a] hacer una silla todas para la Mrs.
—Muchacha, ni veinte podemos.
—Muchacha, pero una que tenga fuerza puede.
—Pero hay que saber.
La abundancia de estas discusiones dirigidas a convencer a los demás indica en nuestros materiales de primer grado un progreso notable de la socialización. Hasta los 6-7 años el niño quiere hacer su voluntad por la fuerza o con el ruego, pero raras veces se le ocurre defenderla con razones. Es interesante a este respecto el uso relati¬vamente frecuente de la conjunción porque de motivación o explicación causal, de naturaleza lógica. Antes de esa edad abunda también —como dijimos— la conjunción porque; pero su significado vacila a menudo entre causal, final, modal, o se limita a ser un nexo conjuntivo incoloro semejante a que. El ¿por qué...? habitual en los niños pequeños, que son preguntones, no trata de indagar precisamente la causa: ¿Por qué es eso? equivale muchas veces a ¿qué es eso?, o a cómo, para qué, cuándo, cuál, quién, etc. Es una forma interrogativa general que no suele consolidar permanentemente su valor causativo antes de los 6 años por lo menos. Los padres y las personas mayores califican de absurdas muchas preguntas de los niños, porque las interpretan según su idioma propio, y no según el uso infantil. Al comenzar la edad escolar, aquella etapa ha sido ampliamente superada, y tanto el porque enunciativo como el ¿por qué? interrogativo, van fijando su sentido concretamente causal.

Para terminar con las exigencias propias del diálogo, es casi ocioso añadir que nuestras conversaciones de primer grado ofrecen gran abundancia de vocativos, imperativos, interjecciones y frases exclamativas, como llamadas a la atención de los interlocutores, con la función apelativa tan frecuente en el habla coloquial. Las edades no se diferencian más que en la variedad de los medios apelativos empleados.

ADJETIVACIÓN
Aunque nuestros materiales no ofrecen base para una comparación numérica, la adjetivación pobre de la edad preescolar sigue siendo extremadamente escasa en primer grado. Sólo 10 adjetivos podemos añadir a la lista que ya dimos. La explicación que dimos sobre sus causas parece confirmarse por entero: la expresión de cualidades supone una actitud contemplativa opuesta al dinamismo del pensamiento infantil.
Los progresos son tan lentos, que las 40 conversaciones de 4.° grado no amplían el repertorio preescolar más que con 28 adjetivos (menos del doble) a pesar de que la lectura y cuatro años de escuela harían esperar proporciones mucho mayores. Tengamos en cuenta, sin embargo, que aquí se trata de habla coloquial, que es la menos propicia al empleo frecuente de adjetivos, a diferencia de lo que ocurre en los estilos narrativo y descriptivo.

Por otra parte, las conversaciones de 4.° grado ofrecen vivo contraste unas con otras. Hubo dos conversaciones que se desarrollaron sin un solo adjetivo, y en otras dos aparecieron más de 20. Esto parece indicar que las posibilidades de adjetivación se han ensanchado considerablemente; pero la actualización de aquellas posibilidades en el habla espontánea sigue siendo pobre. Dicho de otra manera: el vocabulario potencial de reconocimiento es muy superior al vocabulario de expresión. Así parece confirmarlo la calidad de muchos adjetivos que sólo se presentaron una sola vez, o muy pocas veces. Quede esta hipótesis para estudios ulteriores con más datos y mayor variedad de fuentes.

MODOS Y TIEMPOS DEL VERBO
En el inventario de formas verbales que ahora vamos a trazar, figurarán sólo las que por algún motivo tengan valor diferencial entre la edad preescolar y el primer grado, u ofrezcan algún contraste digno de tenerse en cuenta entre el grado primero y el cuarto de las escuelas primarias. De esta manera ahorraremos al lector repeticiones inútiles. '

Imperativo
Las variadas formas del mandato y del ruego se amplían con la interjección exhortativa ¡Ea! El presente de mandato, raro en edad preescolar, aumenta su empleo en el primer grado (Me cuidas el lápiz), y lo regulariza en 4.° (Tú vas detrás; Sí vamos, pero me dejas pedir primero). Ni en uno ni en otro grado aparece el futuro de mandato (Saldrás y le dirás que...), a causa de la escasez general del futuro a que nos hemos referido. Tampoco encontramos casos de infinitivo con significación imperativa. Es probable que en España, donde están en uso las segundas personas de plural del imperativo (¡corred! ¡salid!), el infinitivo que las sustituye a menudo en el habla coloquial (¡correr!, ¡salir!) figure desde edad temprana en el lenguaje infantil.

Presente de indicativo
Aparte de la consolidación del presente de mandato, no aparece en nuestras transcripciones más novedad que un caso de presente histórico narrativo en 4.° grado: Y viene uno y le da a la bola.

Pretérito imperfecto
El imperfecto en las oraciones condicionales se halla atestiguado en algunos ejemplos sueltos: Si le ayudaba le daban. En 4.° grado aparece más a menudo: Si tuviera libreta copiaba el trabajo. Es bien conocida la costumbre de usar el imperfecto hipotético al repartirse los papeles en los juegos infantiles: Tú eras la maestra y yo estaba aquí sentada; Yo era el ladrón y éste el policía. Sin embargo, no po¬demos aducir ejemplos en nuestras transcripciones.

Pretérito perfecto
Es bien sabido que en la lengua general, el pretérito perfecto es la forma subjetiva del pasado, en tanto que el indefinido es objetivo. Pero esta diferencia sólo se produce en las regiones donde ambas formas mantienen su vitalidad originaria.
Como quedó explicado, el pretérito perfecto (he cantado) apenas se usa en Puerto Rico. Su rival, el indefinido (canté) lo sustituye casi por entero en el habla usual. La situación actual del pretérito perfecto, en rápido declive, puede definirse así: se emplea con valor enfático para expresar el resultado presente, por ejemplo: He comido demasiado; Yo no lo he hecho; He sentido que... Puede indicar también lo habitual: He usado este perfume tantos años. Hasta donde es posible definir un significado en plena regresión, parece que ambos usos son potestativos y se sienten como enfáticos.
Siendo así en el habla de los adultos, sorprende que en los niños aparezca con relativa frecuencia el pretérito compuesto, tanto en la edad preescolar como en primer grado. Antes de pasar adelante, conviene advertir que en los niños de 4 años es frecuente el participio sin verbo auxiliar:

Yo ido a los caballitos.
No visto eso.
Yo vi un caballo que pasado por la calle.

Desde los 5 años, todos nuestros ejemplos contienen el verbo auxiliar seguido del participio, sin excepción. Hay que advertir también que entre los niños puertorriqueños, el auxiliar de primera persona del sigular es a menudo ha, y no he: Yo lo ha visto; Yo ha corrió na.

Si tenemos en cuenta que la casi totalidad de los ejemplos recogidos por nosotros están en primera persona del singular, podemos explicar la abundancia relativa del pretérito compuesto enfático como una manifestación más del egocentrismo infantil. Entre 28 ejemplos preescolares, sólo dos son de tercera persona; todos los demás están en primera persona. En el primer grado escolar, la proporción baja ligeramente: de 25 casos en total, 19 en primera persona singular; 2 en segunda s.; 1 en tercera s., y 3 en tercera del plural. Confirma la exactitud de nuestra interpretación la baja considerable del pretérito compuesto en 4.° grado: 8 ejemplos en 40 conversaciones. La proporción debe de acercarse a la del habla coloquial entre personas mayores. Si andamos acertados, esta será la explicación a la anomalía aparente de que el uso de he cantado decrezca con la edad.

Pluscuamperfecto
No hay que registrar más que un ligero aumento de su frecuencia en primer grado, y un aumento notable en cuarto. La proporción aproximada sería: 2 en edad preescolar; 4 en primer grado y 10 en cuarto grado.

Futuro
Sólo cinco casos de futuro (en las conversaciones) para denotar la acción venidera, confirman la rareza de este tiempo, ya explicada en los capítulos precedentes. En 4.° grado aparecen algunos más, pero no dejan de ser esporádicos: Tú te reirás mucho cuando te pongan esos dientes. Son frecuentes en ambos grados los futuros de probabilidad: ¡Eal Será que da mucha leche (l.er grado); ¿De quién será? (4.°). Este predominio del futuro de probabilidad sobre el futuro que consideramos normal, coincide con el habla popular moderna en Puerto Rico y en otras partes, y ha de tener alguna explicación que por ahora no entrevemos. 

La pura expresión del tiempo venidero se hace normalmente entre los niños por medio de los presentes de indicativo y subjuntivo, o bien con la locución verbal ir a + infinitivo: Mañana traigo flores para ponerlas en el florero; Te manda decir Amparo que cuando vayas te va a dar una pela; Mami y papi cuando cobren me van a comprar eso.
Potencial

Sin dejar de ser raro, aparece a veces en narraciones de niños de 4.° grado: El dijo que pelearía y Dios le ayudaría; Tenía que volver a cuidar las ovejas, pero volvería. No hemos registrado ni un solo caso en la apódosis de las oraciones condicionales. Un ejemplo en oración dubitativa independiente: ¿Cómo se vería la puerca?

Subjuntivo
Sus formas casi exclusivas son el presente y el imperfecto en -ra; el imperfecto en -se es literario en Puerto Rico, y por consiguiente no hay que esperarlo en la conversación infantil, como ya se dijo. Las formas compuestas del subjuntivo sólo aparecen esporádicamente: Si yo hubiera sido él, no le doy nada al tigre (l.er grado); Yo le hubiera pedido más (4.°), son los únicos casos de pluscuamperfecto que aparecieron en nuestras fuentes. Caso único de pretérito perfecto, en cuarto grado: No se puede dibujar una lámina de un cuento que no haigamos (sic) leído.

Vimos que el predominio extraordinario del subjuntivo final con para que a los 4 años (80 %), se reduce durante la fase preescolar de manera progresiva. En las conversaciones de primer grado sigue siendo muy frecuente; pero los demás valores del subjuntivo están representados con tal abundancia, que entre todos alcanzan el 50 °/0 del total. Nótese que, ya en la edad preescolar, los subjuntivos no finales, registrados como excepcionales, pertenecían en su mayoría a niños de 6 y 7 años. En el primer año escolar alcanzan proporciones elevadas los subjuntivos dependientes de verbos de voluntad, por ejemplo: Dice que manden los niños a buscar agua; Quiere que le den más. Sin verbo subordinante expreso: ¡Que vengan! (por el contexto se ve que no es mandato, sino deseo). Estas consideraciones invitan a pensar que las oraciones finales son la vía principal de penetración del subjuntivo en el habla de los niños.

Los subjuntivos de tipo potencial abundan menos. Entre ellos menudean especialmente los que figuran en la prótasis de oraciones condicionales y temporales: Si usted me buscara una lata de galletas vacía, yo se la traigo llenita; Cuando vaya a casa lo busco. En cambio, son muy escasos los ejemplos de subjuntivo dubitativo: Una que tenga fuerza puede [hacerlo}, tanto en primer grado como en cuarto. Según esto, no parece arriesgado concluir que el subjuntivo dubitativo es el de aparición y fijación más tardía en el desarrollo idiomático individual. Se comprende fácilmente que los matices de la duda y el empleo posible del indicativo o el subjuntivo en muchos casos, envuelvan delicados valores de expresión que tardan en percibirse y consolidarse.
Los progresos que se alcanzan en cuarto grado son puramente cuantitativos, pero no suponen relaciones modales nuevas con respecto al primer grado. Crece la proporción, especialmente con verbos de voluntad y en las oraciones condicionales y temporales. Es posible que una exploración más amplia diera ejemplos de subjuntivo dependiente de verbos de temor, emoción y posibilidad, cuya falta llama la atención en nuestras transcripciones. No parece que haya razón que explique a priori la ausencia de éstos y otros usos del subjuntivo ; pero un deber de probidad científica nos obliga a ceñirnos a los datos que tenemos. Cabe, eso sí, conjeturar provisionalmente que tales subjuntivos deben de ser tardíos o poco frecuentes en las edades que estudiamos aquí.

Frases verbales
En la edad preescolar señalamos el uso ya fijado de las locuciones verbales estar + gerundio (está llorando); ir + gerundio (iban viendo) e ir a + infinitivo (voy a aprender). A ellas se añadía un caso esporádico de echar a + infinitivo y otro de tener que + infinitivo.
En el primer grado escolar todas ellas están ampliamente representadas. Las dos que eran esporádicas se han convertido en normales, sobre todo tener que para expresar obligación: Tuve que dirme por otro camino; Tienes que pagar; Tengo que lavarme las manos. A ella añadimos la expresión obligativa impersonal haber que: Hay que amarrarlo; Hay que olvidarse de eso; Mi asiento hay que clavarlo.
Las transcripciones de cuarto grado intensifican el uso de todas estas perífrasis verbales, especialmente tener que. Pero añaden la novedad de numerosas locuciones verbales formadas por un verbo en función auxiliar, unido a un infinitivo por medio de la preposición a, por ejemplo: Embaló a correr; Empezó a llover; Se puso a rempujar; Se pusieron a mirarme. De estas perífrasis encontramos ejemplos sueltos en primer grado, pero no adquieren tanta variedad y frecuencia. Abundan asimismo los verbos modales seguidos de infinitivo sin preposición, por ejemplo: No se podía levantar; Los ancianos se deben respetar; Dejaban salir; Quiso ver; Me dejó venir.

Pasiva e impersonal
En 4.° grado encontramos el primero y único ejemplo de pasiva con el auxiliar ser: fue herido. La pasiva refleja impersonal, poco frecuente en la etapa preescolar, se afirma en primer grado y se usa con cierta abundancia en cuarto: Los ancianos se deben respetar porque son viejos; Éste dice que la primera biblioteca se fundó ayer; Eso se sabe que tiene que ser así. A pesar de ello, es manifiesta la preferencia por la construcción activa, como corresponde al genio del idioma general. Las personas cultas de Puerto Rico suelen hacer de la pasiva (especialmente con el auxiliar ser) un uso muy extenso, y a veces erróneo, en el cual se reconoce la influencia del inglés.
Aparece ya normalizado el empleo de las oraciones reflexivas y recíprocas. Abundan asimismo las impersonales con haber: Había un león en un bosque; Los indios no cazaban mucho porque no habían (sic) muchos animales.

PREPOSICIONES Y CONJUNCIONES

Preposiciones
Al repertorio de las preposiciones usuales en la etapa preescolar, hay que añadir como consolidadas en primer grado: desde, entre, hasta, contra y sin. Las conversaciones de cuarto grado no añaden ninguna más. El habla popular de la isla no usa hacia (sustituida por para: Van pa casa) ni sobre (encima de). En todos los países hispáni¬cos, hacia y sobre pertenecen al habla culta.

Enlace de oraciones
La andadura sintáctica del diálogo favorece el predominio de las oraciones breves, independientes o yuxtapuestas. No son frecuentes en el habla coloquial los períodos extensos, de estructura complicada, que exigen el empleo de numerosos nexos gramaticales. Bastan en general unas cuantas conjunciones, que se repiten con pocos matices diferenciales, para asegurar la trabazón de las oraciones que no vayan simplemente yuxtapuestas. Por esto terminábamos diciendo cuan lento es el progreso de los enlaces oracionales. Ahora veremos que los grados escolares primero y cuarto apenas superan el inventario de relativos y conjunciones de la edad preescolar. Entre los adultos de escasa cultura son muchos los que no rebasan, en este aspecto, el estado del habla infantil.

a. Coordinación: Continúa muy activo el polisíndenton copulativo en los relatos: Vino y cogió y se fue sin darle permiso (4.° grado). He aquí un párrafo de un cuento, contado con poca habilidad: El topo la llevó por el río bien lejos, y una hoja se la llevaron los pe-ce citos, y fue río abajo y la vieron, y el escarabajo y los insectos dijeron que era fea, y ella tejió una hamaca... (4.°).
Son raros los ejemplos de la disyuntiva o; 2 ejemplos en primer grado y 3 en cuarto. Se confirma, pues, nuestra impresión de que la coordinación disyuntiva tarda en consolidarse más de lo que a primera vista esperaríamos. Las cifras del Recuento indican también una desproporción muy grande entre el habla infantil y el uso general.
Para establecer relación adversativa basta con oponer una oración negativa a otra afirmativa: Dicen que este rabito no es así, que tiene que ser bien abierto (4.°). Este medio es poco frecuente. Como en la edad preescolar, pero es la única conjunción. Un caso aislado de sino, en cuarto grado, carece de significación. Además de su empleo normal, la conjunción pero aparece abundantemente con valor enfático en principio de frase interrogativa o exclamativa: Pero ¿no ves que está ahí?; Pero, zángana, si son de los mismos; Pero, nenito, no rempujes (todos estos ejemplos son de primer grado).

b. Subordinación: En las oraciones de relativo domina casi exclusivamente que en el primer grado escolar. Los demás pronombres relativos son raros, y sólo aparecen pocas veces en forma interrogativa: quién, cuál. Por consiguiente no hay variaciones con respecto a la etapa preescolar.
En cuarto grado se amplía considerablemente el uso de quien con preposición o sin ella: Tengo a mi mamá muerta y no tengo a quien querer; No hay quien salve a Pedro; Por las cintas de los premios se sabe quienes están ganando.
Nada nuevo hay que añadir con respecto a las subordinadas sustantivas con que anunciativo, ni a las finales con a que o para que: los usos preescolares continúan sin alteración. Únicamente merecen anotarse dos casos de asíndeton en cuarto grado: Le pidió se quedara; El dueño dijo se lo llevaran para la finca. Los interpretamos como propagados de la lengua escrita, que a esa edad puede influir ya en el habla. Sigue muy activo el uso de que o y que en principio de oración, a la manera de los relatos populares: Mr., que había un león en un bosque...; Y que le dijo a Misi que tú estabas buscando leche (4.°).
En este capítulo hemos dicho ya todo lo necesario acerca de los valores de la causal porque en las edades preescolar y escolar. Varios ejemplos representan el que causal: Vete tú, que ella te llamó (l.er grado); Mrs., siga dando Aritmética, que eso sí me gusta (4.°). Sigue siendo raro el empleo de pues con significación causal: Nadie se atrevería a ir donde él, pues tenía una lanza.
Ordinariamente pues se usa como expletivo, a veces como muletilla de la conversación: Me monté en los caballitos y entonces pues mi hermano se trepó (4.°). Abunda pues como consecutiva, especialmente en cuarto grado: ¿Quieres eso?, pues tómalo. La oración consecutiva se sirve con relativa frecuencia del nexo conjuntivo por eso: La flotilla japonesa no se ha rendido; por eso los soviéticos siguen peleando(l.er grado); Me dijo que ella estaba enferma, y por eso no podía venir a la escuela (4.°).
Las condicionales aumentan grandemente su frecuencia, pero no presentan formas nuevas.
Es curioso señalar un caso único de la concesiva aunque (l.er grado), pronunciada en su forma popular manque: Mira a Hilda, manque Hilda está aquí, pero la otra Hilda. No encontramos más ejemplos de expresión concesiva; ordinariamente los niños se valen para ella del adversativo pero, dando otro giro a la oración.
No hay variación entre la etapa preescolar y el primer grado respecto a las subordinaciones temporales, limitadas a los adverbios conjuntivos cuando y después que. Este repertorio se amplía en cuarto grado con las expresiones antes que y tan pronto como. Le voy a sacar punta antes que entren; Tan pronto llegó como se fue. Encontramos también ejemplos de subordinadas modales: Escribo corno la teacher me dijo (4.°).
Desde el primer grado escolar abundan en la conversación infantil las frases y oraciones comparativas que denotan emulación o rivalidad. El niño gusta de compararse con los demás: Yo corro más que tú: A que no me coges; Mi vestido es más lindo que el tuyo; Yo sé hacer más cosas que tú; Yo hago los números mejores que eso. La aptitud comparativa existe sin duda en la edad preescolar; pero la escuela ensancha el círculo de las relaciones sociales y da al niño ocasión continua para ejercitarla. Predomina el afán de comparar sus actividades y pertenencias con las ajenas; pero al mismo tiempo surge la comparación objetiva de las cosas entre sí, por ejemplo: El espejo de papi afeitarse es redondo como el reloj; Papá tiene una cabra que es como una vaca. El desarrollo de los juicios de valor y su enunciación lingüística deben de estar relacionados con la inclinación comparativa del alma infantil.

Fuente: Samuel Gili Gaya
Estudios de lenguaje infantíl.

1 comentario:

  1. ¡Enhorabuena por la publicación! Buscaba cómo los niños de lengua española se expresan y este texto me va a ayudar a entenderlo, incluso para comprender cómo se da el proceso de adquisión del idioma. También me gustaría saber sobre cómo ello se desarrolla en los niños que tienen entre 12 y 14 años, si tienen algo al respecto, por favor, les pido que lo publiquen. Y los ejemplos de conversación también serán bienvenidos.

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