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jueves, 2 de septiembre de 2010

La edad preescolar

Edad preescolar

AFECTIVIDAD

Con frecuencia las maestras anotaron entre paréntesis la actitud sentimental de los niños ante las láminas que les presentaban. Abundan las indicaciones como estas: Se muestra contento; Parece entristecerse; Está cansado; Ríe y palmotea; Contesta con timidez, etc. Tales reacciones afectivas se manifiestan casi siempre con gestos, tonos de voz agudos o graves, gritos más o menos articulados de carácter interjectivo. Las interjecciones que emplean son las más generales y menos lexicalizadas (¡Oh!, ¡Ahí, ¡Ay!), es decir, las más próximas al grito espontáneo.
Entre las formas propiamente lingüísticas, son frecuentes los im¬perativos con función apelativa dirigidos a la maestra que les enseñaba las láminas: ¡Mira, mira!, ¡Oye! También aparecen vocativos como ¡Maestra!, ¡Tú!

Diminutivos
En una fase algo superior, en que los matices emocionales tienden a objetivarse en cierto modo, aparecen los diminutivos de carácter apreciativo o cariñoso, tan propios del habla familiar en todas las clases sociales, especialmente cuando se trata con niños. En nuestros materiales aparece únicamente el sufijo -ito como diminutivo; un solo caso en -illa (varilla) y ninguno de los demás (-ico, -uelo, -ín, -ino). No es una particularidad infantil este uso exclusivo de -ito, sino que coincide con el lenguaje general de Puerto Rico. La preponderancia de -ito sobre los demás sufijos diminutivos tiende a afirmarse modernamente en todos los países de lengua española, en mayor o menor grado. Varía mucho de unos niños a otros la abundacia o escasez de diminutivos; mientras unos sólo los usan esporádicamente, otros emplean la forma diminutiva en casi la mitad de los sustantivos y adjetivos. No parece que tal desigualdad guarde relación alguna con el medio rural o urbano; pero sí la guarda evidentemente con el ambiente doméstico de cada niño y con la actitud circunstancial más o menos cariñosa o fría, que cada uno tomó al comentar las láminas.

Adjetivación
Alguna vez la reacción afectiva se manifiesta por medio de juicios de valor: me gusta, no me gusta: ¡qué feo es! Algo más frecuente es el empleo de adjetivos valorativos en corto número. Sorprende que entre 50 niños de 4 a 7 años la adjetivación valorativa de carácter estético se haya reducido a lindo, bonito, guapo y feo, y en la de carácter moral no se haya registrado más que la pareja bueno y malo. Se comprende que en la operación de estimar o desestimar, es decir, valorar cualidades aplicando a las cosas adjetivos más o menos abstractos, el repertorio infantil sea muy escaso. Pero es más sorprendente todavía que la falta de matices alcance también a la adjetivación descriptiva. En el conjunto de 50 transcripciones hemos registrado los siguientes casos, además de los ya mencionados:
Adjetivos de tamaño: grande, chiquito, gordo, bajito, alto, largo.
Adjetivos de color: blanco, negro, prieto, brown (castaño), co¬lorado, rojo, azul, verde, verdoso (una sola vez), amarillo.
Otros adjetivos calificativos: sucio, cojo, solo, bravo, contento, alegre, serio, triste, dulce.
Esta adjetivación tan escasa en su conjunto se reparte de un modo desigual: cinco niños (2 de 4 años y 3 de 5) no emplearon calificativo alguno; otros cinco niños (entre 6 y 7 años de edad) emplearon casi los dos tercios de la lista anterior; los 40 niños restantes usaron un promedio de 6 a 8 adjetivos calificativos diferentes.
En los capítulos que siguen haremos la misma comprobación entre niños en edad escolar. El sentido de la adjetivación valorativa y descriptiva avanza muy lentamente en el habla infantil, lo cual nos autoriza para aventurar una explicación. Ver y expresar cualidades de las cosas supone en el hablante una actitud en cierto modo contemplativa, descriptiva, estática. Pero el lenguaje infantil está íntimamente ligado a la acción propia o ajena, y tiende a saltar del sustantivo al verbo sin detenerse en las cualidades de los seres.

ENUMERACIÓN
Es la forma más simple de explicar las láminas. El niño nombra las cosas y los seres que ve y conoce. No hay frase propiamente dicha, sino una sucesión de sustantivos pronunciados aisladamente y sin nexo gramatical alguno entre sí. Las maestras suelen expresar este aislamiento escribiendo punto, o punto y coma, después de cada sustantivo.
Con mucha frecuencia los sustantivos llevan artículo determinado o indeterminado, o bien los demostrativos este, esta, esto, estos, estas; el empleo de ese es poco frecuente, y rara vez aparece el demostrativo aquel en nuestras transcripciones. La presencia de tales palabras determinativas asegura que al llegar a los 4 años los niños saben con seguridad el género y el número de los sustantivos que conocen, con rarísimas faltas de concordancia, a pesar de que la pronunciación puertorriqueña, al perder la s final o convertirla en una ligera aspiración, puede producir confusiones entre el singular y el plural (la casa y lah casah; ehta nena y ehtah nenah). El género se aprende por la asociación de cada sustantivo con el artículo, adjetivos y pronombres que conciertan con él; la idea de esta asociación permanente va unida al significado del sustantivo y funciona sin vacilaciones importantes a los 4 años, mucho antes de que los niños puedan establecer analogías por la terminación o tengan concepto de los sexos. Por supuesto, no existe para ellos el artículo neutro; el demostrativo esto sirve sólo como identificación (esto un perro) o para cosas de nombre desconocido (esto no sé). En el habla vulgar de Puerto Rico se usan a menudo las palabras desto y deso para suplir sustantivos de nombre ignorado u olvidado: Dame el deso; Tenía un desto. Consecuentemente tales pronombres abundan entre los niños de todas las edades.
La simple dicción de sustantivos aislados es una forma rudimentaria de la expresión, que no puede ser calificada de frase. La frase enumerativa nace en realidad cuando los niños establecen relaciones de cualquier clase entre las cosas nombradas, bien por estar contiguas en la lámina, o porque las agrupan con cualquier motivo. Se trata ya de grupos ordenados de palabras, es decir, de complejos sintácticos, p. ej.: Una paloma, un nido, huevitos. En estas condiciones aparece la conjunción y como signo de agrupación enumerativa: Un nene y caballos. Es bien sabido que el lenguaje infantil y popular prodiga la unión copulativa con y, abundancia que los retóricos conocen desde la Antigüedad con el nombre de polisíndeton. He aquí tres ejemplos recogidos en nuestros materiales: Unas flores y unas flores; Dos señoras y una nena y dos señores; Una nena y otra nena y dos gatitos y comida. Los ejemplos pertenecen a niños de 5, 6 y 7 años, respectivamente.
Encontramos, pues, tres tipos de enumeración sin verbo: 1.° Sustantivos aislados por completo unos de otros y separados por pausas largas; 2.° Series de sustantivos en conexión mental asindética; 3.° Unión sindética y a veces polisindética.

DESCRIPCIÓN
Explicar una lámina supone una actitud esencialmente descriptiva de lo que tenemos ante los ojos en figuras inmovilizadas. Sólo cuando el niño interpreta el movimiento como suceso, con un antes y un después, podrá emplear estilo narrativo si su imaginación le conduce a ello. Hay, en efecto, niños que no sólo interpretan lo que personas y animales hacen, sino que les atribuyen intenciones e inventan actos que no están en la lámina. Se comprende, sin embargo, que estos momentos han de ser excepcionales aun en los niños de gran fantasía. Más rara es todavía la forma dialogada, aunque en algún caso ciertos niños hagan hablar las figuras que ven dibujadas. Tanto la naturaleza de los materiales como la manera de recogerlos imponen a los niños un estilo primordialmente descriptivo, que vendrá a unirse a la forma enumerativa antes estudiada.

Palabras mostrativas
La explicación de cada lámina va siempre acompañada de gestos mostrativos o indicadores. El dedo señala figuras y describe movimientos; las manos, los brazos y los gestos faciales corroboran la actitud general indicadora del niño. Tanto los ademanes como las palabras a que acompañan pertenecen al campo deictico o mostrativo, según la denominación de Bühler. Es natural que las transcripciones contengan con elevadísima frecuencia los pronombres demostrativos: este es el más general, y lo emplearon todos los niños sin excepión; algunos no usaron otro, especialmente los de 4 y 5 años. El demostrativo ese es relativamente escaso y, al parecer, se usa como una mera variante de este, sin que los niños se den cuenta de sus diferencias. Como quedó dicho, raras veces se ha presentado en nuestros materiales algún caso de aquel.
Los demostrativos ejercen además la función distributiva, acompañados generalmente de la conjunción y: estos zapatos [son] blancos y estos negros; a veces sin y: este [es] el niño Jesús, esta la Virgen. Es el único medio que en edad preescolar los niños han em¬pleado para presentar las ideas en forma alternativa o distributiva.
Para la localización mostrativa emplean gran variedad de adverbios de lugar, que suelen acompañar al gesto indicador. Hemos registrado los siguientes en la totalidad de las transcripciones: abajo, acá, adelante [alante], adentro [aentro], afuera, ahí, allá, allí aquí, arriba, atrás, debajo, dentro, detrás, donde, encima, juera y lejos. Todos los niños, sin excepción, usaron ahí, y con frecuencia muy superior a todos los demás adverbios; cinco niños (entre 50) no usaron otro. En orden de mayor a menor frecuencia siguen aquí, allá, allí, acá y arriba. Los demás de la lista se emplean poco. Es posible que la preferencia general por ahí responda a un uso local. Quizás en otro país hispánico hubiera predominado aquí. Como quiera que sea, ahí y aquí son los de localización más adaptable cuando van acompañados del gesto mostrativo. Acá expresa proximidad poco determinada; allá y allí indican lejanía imprecisa o precisa, respectivamente. Es interesante observar que cada niño, considerado en un momento de su desarrollo idiomático, emplea un sistema de relaciones locales más o menos extenso. El caso extremo es el de los cinco niños que usaron únicamente ahí; otros usan la pareja ahí-allá en oposición; otros oponen el trío ahí-aquí-allí ( ahí, indicación mostrativa imprecisa; aquí, proximidad; allí, lejanía). Nuestros materiales impiden precisar más. El estudio completo requeriría observar a uno o varios niños durante unos cuantos años seguidos, para ver cómo se amplía y se afina el sistema de los adverbios locales en relación con las demás expresiones mostrativas.

Oraciones de predicado nominal
La oración atributiva o de predicado nominal es una de las formas habituales de la descripción. El verbo copulativo puede faltar sin que se altere la relación lógica entre sujeto y atributo. Las oraciones atributivas con el verbo copulativo tácito son frecuentes en el lenguaje de los adultos; pero lo son mucho más, y por otros motivos, en el de los niños de corta edad.
Adelantémonos a decir que a los 4 años todos los niños saben construir oraciones con ser o estar expresos. Sólo un niño entre los 50 estudiados explicó todas las láminas sin emplear verbos copulativos ni una sola vez: unía simplemente un sustantivo con un adjetivo : El perro grande, que en la mente infantil equivale a El perro [es] grande. He aquí algunos ejemplos característicos:

1. Aquí [está] escondida la nena.
2. El perrito [está] adentro en el baño.
3. La nena [está] en una casa.
4. En un charco [están].
5. Eso [es] una maleta y eso una cartera.
6. Esto aquí [es] agua.

Todos pertenecen a niños de cuatro años que alternaban en sus explicaciones las atribuciones sin verbo con otras de verbo expreso.

En todas las edades que comprende la etapa preescolar aparecen atri¬butivos sin verbo. Ejemplos:
Este [es] el sombrero; este [es] el alfiler (5 años).
Muchos muchachos [están] con la nena (id.).
Malo el nene [está] (6 años).
Esa muñeca [es] grande (id.).
Esto [es] un muñeco con los ojos cerrados (7 años).
Este [es] un aparato (id.).

Lo que varía notablemente es la proporción de tales atribuciones sin verbo. Por primera vez señalamos una relación visible y constante con la edad. Abundan a los 4 años, sin predominar, y decrecen rápidamente después, hasta ser excepcionales entre 6 y 7 años. Podemos conjeturar que a los 4 años los niños consolidan, aunque con titubeos y retrocesos, el uso de los copulativos ser y estar por lo menos en tiempo presente. El estudio cuidadoso de algunos niños de tres años podría decidir por entero esta cuestión. Por los datos que anteceden, y por lo que sabemos de la historia de las lenguas, parece seguro que la oración con verbo copulativo es un desarrollo ulterior de la simple atribución sin verbo. Al decir desarrollo ulterior no debe entenderse que represente una perfección, puesto que son numerosas las lenguas —aún entre las de alta cultura, como el ruso— que no usan el verbo copulativo. Pero los niños de idioma español tienen que aprender una práctica que su comunidad lingüís¬tica les impone, y este aprendizaje es gradual. Todo hace pensar que en sus primeros pasos los verbos copulativos, reducidos al pre¬sente (é y tá en la pronunciación infantil puertorriqueña), no tienen carácter verbal y funcionan como simples partículas de enlace entre el sujeto y el atributo.

ACCIÓN Y MOVIMIENTO

Las figuras que aparecen en las láminas no sólo se enumeran y se describen. Los seres vivos y las cosas inanimadas hacen algo, son sujeto u objeto de acciones y movimientos, que al explicarlos requieren el empleo de verbos predicativos conjugados. Entran aquí en juego todos los recursos morfológicos y sintácticos de las oraciones de predicado verbal que cada niño sea capaz de formar. Es la parte más delicada y compleja de nuestro estudio; pero también la de mayor rendimiento para caracterizar el habla infantil.
Ordenamos nuestras observaciones según los modos y tiempos del verbo. Ya quedó dicho en el Prólogo que al hablar de modos y tiempos no entendemos sólo las formas que aparecen en los paradigmas gramaticales con una denominación determinada, sino el significado y valor funcional: Por imperativo entenderemos cualquier manera de expresar ruego o mandato, además de la forma así llamada en las gramáticas. Llamaremos futuro a todos los medios que sirven para enunciar la acción venidera, entre ellos las formas verbales que la conjugación registra con el nombre de futuro. Nuestras denominaciones tendrán, pues, este sentido amplio.

MODOS Y TIEMPOS DEL VERBO

I. Imperativo
Los niños llaman, piden, prohiben y mandan desde sus primeros balbuceos, por medio de gestos y gritos expresivos de llamada, deseo, repugnancia, volición. No tiene nada de extraño que, cuando su habla va tomando carácter social y articulado, la función imperativa ocupe el primer plano. Uno de sus primeros recursos consiste en nombrar las cosas deseadas con entonación volitiva: ¡Agua!, ¡Pan! Los vocativos (¡mamá! ¡chacha!) unen a su significado de llamada un claro sentido volitivo, del mismo modo que cualquier expresión de mandato cumple a la vez una función apelativa: los imperativos ¡mira! ¡oye!, tan abundantes en nuestras transcripciones, son a ma¬nera de vocativos dirigidos a la maestra que presentaba las láminas a los niños. La apelación y el mandato van siempre unidos inseparablemente.
Es bien sabido que el imperativo indoeuropeo es una forma abreviada y condensada que tiende a presentar la raíz verbal con la mayor desnudez; por ejemplo, en latín dic, duc, fac, fer, o con la vocal temática de cada conjugación, sin desinencia alguna, como en ama, dele, le ge, dormí. Los imperativos castellanos di, ve, ven, etc., responden a la misma tendencia. Por esto son las primeras formas que aparecen en la conjugación infantil. Poco después, cualquier presente de indicativo puede asumir su papel (presente de mandato: tú juegas, saltas, te vas). Este es también el motivo principal de que el imperativo —en español y en otras lenguas— se haya reducido a las segundas personas y haya sustituido las demás por las correspondientes del subjuntivo. En Hispanoamérica la reducción ha sido mayor: al perderse en el habla usual el pronombre vosotros, sustituido por ustedes, las segundas personas del plural de toda la conjugación han quedado relegadas al estilo literario enfático: no se dice entrad, salid, sino entren, salgan. Sólo la entonación y el contexto pueden determinar si estas formas son imperativas o subjuntivas.
Todas estas etapas de la expresión imperativa han sido ya alcanzadas y consolidadas por nuestros niños de 4 años, según demuestran abundantemente los materiales de que nos hemos servido. Todas ellas subsistirán a lo largo de la vida en el habla usual de todas las clases sociales.
Quizás sea casualidad que sólo hayamos encontrado dos ejemplos de infinitivo de mandato, ¡Correr!, ¡A comer desto!, en niños de 6 y 7 años. Lo cierto es que este uso aparece abundantemente representado en el habla española general. Tampoco hallamos interjecciones exhortativas del tipo ¡Ea! ¡Hala!, ni formas del verbo desposeídas de significado verbal y usadas con valor de interjecciones, como ¡Anda!, ¡Venga!, ¡Vamos! Es probable que el lenguaje dialo¬gado alterase estos resultados.

II. Indicativo
Presente. — Es natural que, en una explicación de láminas, el presente sea la forma habitual y su frecuencia supere con mucho a todas las demás formas verbales juntas. Antes hemos aludido al presente de mandato (tú vas y le dices a mami...) si bien su uso no es frecuente en nuestras transcripciones. No tenemos ejemplo alguno de presente histórico, lo cual no niega su posible empleo en las narraciones de niños menores de 7 años (el ratoncito coge y dice..., y el gato coge y salta...). En cambio, abunda el presente con el valor de futuro: Mañana me llevan al dentista; Los Reyes me traen una muñeca. Se usa con relativa frecuencia en la prótasis y en la apodosis de oraciones condicionales: Si siguen le doy una piedra (6 años). Si se cae este nene se mata (6). Si se le cae una botella se rompe y se cortan un pie (7 años).
Imperfecto. — Al llegar a los cuatro años los niños usan el imperfecto con seguridad y con la frecuencia normal en el idioma: Era el niñito Jesús; Esa yo la quería; Ponía los pies en los patines; El perrito estaba ahí, etc., etc. Sorprende encontrar en boca de un niño de 4 años esta complicada oración condicional con imperfecto en la apodosis: Yo si no fuera de papel, yo lo cogía y se lo daba al nene: El empleo del imperfecto en la apódosis, y aun en la prótasis, es frecuentísimo en el habla coloquial de todos los países hispánicos, aunque sea raro en lenguaje literario: Si tuviera (o si tenía) dinero compraba esta casa. La aparición del imperfecto en el habla infantil hay que buscarla por consiguiente antes de los cuatro años.
Pretérito indefinido. — También el uso del pretérito indefinido se halla firmemente consolidado a los cuatro años. Es la forma verbal más abundante después del presente. En Puerto Rico, como en gran parte de la América hispana y en algunas regiones de España (Asturias, Galicia) compite ventajosamente con el pretérito perfecto (he cantado) y llega a desterrarlo del habla corriente.
Pretéritos compuestos. — Contra lo que podíamos esperar de lo dicho en el párrafo anterior, nuestras transcripciones ofrecen ejemplos relativamente numerosos de pretérito perfecto (he cantado) dentro del predominio general del indefinido; y no en determinados niños, sino en todos o casi todos. Aunque parezca sorprendente, todo hace pensar que el uso del perfecto tiende a decrecer con la edad. Este fenómeno requiere una explicación de conjunto.
El pluscuamperfecto aparece únicamente en dos casos: Esa también yo la había visto (6 años) y ha vaca había parido (7 años). El pretérito anterior (hube cantado) es un tiempo literario que no se usa en la lengua oral de ningún país.

Futuro y potencial. — El futuro simple para indicar la acción venidera no se ha presentado más que una sola vez: Ya tú verás (4 años). En cambio es muy frecuente el empleo del presente por el futuro, según quedó indicado más arriba; usan mucho también la frase o locución verbal ir a + infinitivo: Esta nena se va a caer; No se la voy a dar. Puede afirmarse que el presente-futuro y la frase verbal mencionada constituyen la forma normal para indicar la acción venidera en el lenguaje infantil. 

Sorprende, en cambio, que el futuro de probabilidad aparezca con relativa frecuencia en la edad preescolar para designar conjetura o hipótesis referida al presente: Será algo; ¿Por qué será que lleva zapatos el nene? (4 años); Habrán como seis (7 años). En los primeros grados escolares el futuro de probabilidad se hace muy frecuente, en contraste con la gran lentitud con que se propaga el futuro normal de los paradigmas gramaticales.
Del potencial simple tenemos un ejemplo único: Me gustaría jugar (7 años). No se han dado en nuestras transcripciones el futuro compuesto (habré cantado) ni el potencial (habría cantado).

III. Subjuntivo
El subjuntivo aparece ya afianzado desde los cuatro años en algunas de sus significaciones. Sus formas son el presente y el imperfecto en -ra (cantara). En el habla común de Puerto Rico domina absolutamente -ra; la forma en -se (cantase) es literaria, y no se nos ha presentado nunca en edad preescolar. En edad escolar se registra algún ejemplo suelto de -se, imitado de los libros, en los ejercicios de redacción; pero no en las conversaciones espontáneas. Fuera del presente y el imperfecto, no hallamos más que un caso esporádico de pluscuamperfecto: Si no lo hubieran perdido, hubiera más (7 años).
Entre 67 casos de subjuntivo registrados en la totalidad de núes tras transcripciones, 53 pertenecen a oraciones finales con a que o pa [ra] que: Donde el zapatero a que le arregle los zapatos; Velando los carros a que no choquen; Dándole fuerte pa que camine; El perro aguantó al nene por aquí pa que no se cayera; Ven pa que lo veas. La proporción de subjuntivos finales se acerca, a los cuatro años, al 80 % de la totalidad. Ya veremos luego que en la edad preescolar esta proporción baja progresiva y rápidamente, hasta que en el primer grado escolar (7 años) queda reducida al 50 %, a medida que aumenta el uso de otros valores del subjuntivo.
5 casos que dependen de verbos de voluntad, p. ej. Este no quiere que le haga fuerza; Le dijo al padre que fuera allá.
3 casos en oraciones condicionales: Yo si no fuera de papel, yo lo cogía y se lo daba al nene; Si yo tuviera un carrito así, iba...
3 casos en oraciones independientes de deseo: Que no se caiga; ¡Ay qué muchos güevitos!; Pichón, yo los cogiera.
2 casos en subordinadas temporales: Dice la maestra que cuando yo la haga pues escribe; Cuando se acabe ése, cogen más.
Caso único de subjuntivo dubitativo: No sé que te diga (6 años).
No podemos pretender que este breve inventario represente el habla preescolar en su totalidad. Es de suponer que en otras circunstancias de la conversación las proporciones variasen notablemente, y que quizás se presentasen otros tipos de subjuntivo. De todas maneras, la proporción elevadísima del subjuntivo final invita a pensar que el sentido modal de irrealidad se propaga en el habla infantil por el ancho cauce que le abren las abundantísimas oraciones finales, las cuales tienen la ventaja de apoyarse en la fórmula uniformemente repetida para que + subjuntivo. En oraciones de duda, posibilidad, deseo, temor, etc., los límites no son tan precisos y, sobre todo, la construcción no tiene el apoyo mecánico de una fórmula hecha para todos los casos. Así se explica que el subjuntivo final se use con tanta seguridad y frecuencia a los 4 años, y que los demás valores del subjuntivo se muestren vacilantes. Nuestros datos indican que el dubitativo es muy tardío: es sabido que, aun entre los adultos, el empleo de los modos en oraciones de duda deja un amplio margen a la interpretación personal.
Gerundio y frases verbales. — Todos los niños usan con gran abundancia el gerundio narrativo en la explicación de las láminas: Estos niños nadando; Comiendo manzanas; Jugando a la gallinita ciega; Alzando la mesa; Cosiendo. Se trata de un uso normal del gerundio para pintar acciones presentes en su aspecto durativo, en su transcurso, y lo hallamos a menudo en los periódicos al pie de dibujos y fotografías: El Presidente dirigiendo la palabra al público. Con todo, llama la atención su extraordinaria frecuencia, muy superior a la que se obtendría, en las mismas condiciones, en cualquier otro país de lengua española. Los niños siguen en esto al habla general de Puerto Rico. .

No es menos frecuente el gerundio en frases o locuciones verbales con el auxiliar estar, p. ej. Está llorando porque se cayó; Está bebiendo; Estaba molestando; Ese está vendiendo mantecado. Estas locuciones refuerzan el aspecto durativo de la acción y son corrientes en todos los países de nuestro idioma; pero sus inusitadas propor¬ciones numéricas indican visible influencia del inglés.

La locución ir + gerundio aparece unas cuantas veces: La paca iba andando; Un muchacho trepado en una tabla pa después irse res¬balando; Ellos van viendo lo que van leyendo; Va bajando.
Ir a + infinitivo se emplea sin vacilaciones desde los 4 años, y es en la edad preescolar un medio habitual para denotar la acción futu¬ra: Va a caer; va a escribir; voy a aprender; Que no se vaya a caer; Iba a hablar.
Un niño de 7 años usó también echar a y tener que con infinitivo: ha echa a volar; Tiene que ver la luz roja. Debemos considerar estas frases como esporádicas. En edad escolar se consolidará su empleo y se le añadirán algunas nuevas.

PREPOSICIONES Y COMPLEMENTOS

Las preposiciones que desde los cuatro años aparecen enteramen¬te consolidadas son las siguientes: a, con, de, en, para y por. Son de uso raro: entre, hasta y sin. No se han presentado en nuestras fuentes preescolares: contra, desde, hacia y sobre. Las restantes preposiciones castellanas {ante, bajo, tras, etc.) son de uso literario o culto, y por consiguiente no figuran en el habla infantil.
Sólo hemos registrado tres casos (en niños de 4 años) de complementos sin la preposición: Aquí este hombre pega caballo palo; Un nene lleva una silla cabeza; Ordeñando la vaca, beber leche. Por ser excepcionales, hay que interpretar quizá estas oraciones como indicio de retraso en relación con su edad.
Todos los niños han usado sin equivocaciones las formas átonas de los pronombres personales complementarios, con excepción de os; entre las tónicas falta vosotros. Coinciden, pues, con el habla general hispanoamericana, donde estas formas son enfáticas y apenas se emplean, en contraste con el uso de España. Los preescolares puertorriqueños usan abundantemente el reflexivo se; pero no la forma sí.
Faltan por completo las oraciones pasivas con el auxiliar ser, en contraste con el uso frecuentísimo que se hace de ellas entre las personas instruidas de Puerto Rico, sin duda por influencia del inglés. En cambio los niños usan con bastante seguridad, aunque con escasa frecuencia, la pasiva impersonal con se: El agua se perdió; Esto se hace así; Yo no sé como se llama esto. Desde los 4 años en¬contramos ejemplos de oraciones impersonales con haber, casi todas en tiempo presente: Hay una canasta (4 años); Aquí hay nidos pa las gallinas -poner huevos (5); En casa de Clara hay patos (6); En el balde hay agua (7). Un solo niño, de 7 años, empleó tiempos distintos del presente: Si no hubieran perdido, hubiera más; Habrán como seis, concertando en plural con el supuesto sujeto, según la práctica usual entre los adultos poco instruidos.

ENLACE DE ORACIONES

En armonía con los tipos de enumeración estudiados al principio de este capítulo, las oraciones pueden presentarse: 1.°, en completo aislamiento unas con otras y sin relación mental alguna; 2.°, en relación mental, pero sin nexos gramaticales; y 3.° en relación mental y gramatical. He aquí ejemplos característicos:

1. Oraciones aisladas e independientes. Son frases sucesivas sueltas, que expresan representaciones aisladas y sin conexión mental. Es la forma más rudimentaria de la elocución. La atención del niño salta de un lugar a otro de la lámina, y su explicación carece de coherencia interna. Ejemplo (4 años): En bicicleta van. Una casa aquí sale humo, ha vaca comiendo flor.

2. Oraciones mentalmente asociadas. Con sentido coherente, pero sin nexo gramatical que las enlace. Es la forma conocida en las gramáticas con el nombre de yuxtaposición. En el conjunto de nuestros materiales la yuxtaposición predomina. He aquí una explicación hecha por una niña de 5 años (medio rural):
En un caballo andando. Un nene montado en un carro. Dos nenes montados en un carro. Dos nenes aguantándolo. No, un nene aguantándolo fue. El caballo porque jala la soga. En el carro van. Sí.
Otra explicación yuxtapositiva construida con más habilidad (6 años) tal como fue puntuada por la maestra:
Una gallina ciega. Una nena y un nene. En el patio. Se ponen un paño. Coge al otro. Yo lo he jugado. En casa de mis amigos.

3. Oraciones con enlace gramatical. Entran en este grupo las oraciones de relativo y las enlazadas por conjunciones coordinantes y subordinantes.
a) Pronombres relativos. — En el conjunto de nuestras trans¬cripciones la única forma usual es que, tanto en oraciones enunciativas como en las interrogativas y exclamativas (qué). Un solo caso de cuál (Yo no sé cuál es esa) y otro de quién (Yo no sé quién es ese viejo), entre 50 niños que usan pro¬fusamente que y qué, deben ser mirados como raros en la edad preescolar. Es probable que en el diálogo, la forma quién de la pregunta directa se use con mayor frecuencia: ¿Quién llama? De vez en cuando encontramos ejemplos del adverbio relativo donde: Jugando ahí donde ellas están (5 años); La casita donde vive el dueño de ese carro (7 años); Va pa donde están los otros (7).
Conjunciones y locuciones conjuntivas. — Muchas veces se ha dicho que el número de conjunciones que cada persona tiene en uso efectivo está en razón directa de su cultura. El enlace de oraciones en la lengua hablada está asegurado por la entonación; y cuando los matices de la relación sintáctica son escasos, no se necesita de ordinario el nexo de partículas que traben las oraciones con más estrecha unidad. La conjunción es un nexo principalmente intelectual, que fortalece la relación sintáctica y especifica sus matices lógicos. Por eso los niños y las personas de escasa instrucción usan un corto número de conjunciones muy sencillas (y, que, pero); la mayor parte de las que aparecen en los diccionarios son propias del habla culta y literaria (antes bien, sin embargo, puesto que, si bien, a fin de que, luego, etc.).
El repertorio que emplearon nuestros 50 niños en la explicación de las láminas es el siguiente: Coordinantes y, ni, pero; Subordinantes que, a que, para que, porque, pues, si, y los adverbios conjuntivos temporales cuando, después que. Nótese además que algunas de ellas se presentaron muy pocas veces.
Como dijimos al hablar de la enumeración, la unión copulativa con y es anterior a los 4 años. En la edad preescolar es frecuente el polisíndeton: Yo tenía un perro y se murió, y tenemos otro en casa y se llama Marino (5 años). Algunos ejemplos de la negativa ni entre niños de 4 años: Papito no lloró ni na [da]; Ese no es el de las rejas ni el que se pone ahí; Yo no sé esto ni esto; Sonia no va a la playa ni en barco.
Como era de esperar, no hay más adversativa que pero, de uso muy frecuente: Leche sí hay, pero agua no (4 años); A poner el radio, pero bajito (4 años). Su abundancia demuestra que está consolidada en firme antes de esa edad.
Es curioso notar la ausencia total de la disyuntiva o en nuestros materiales. Aunque puede haber en ello algo de casualidad, el hecho de que sea también muy poco frecuente en los primeros grados escolares parece indicar que la relación disyuntiva es tardía. Anteriormente hemos dicho que la única forma de coordinación distributiva consiste en la alternativa de los demostrativos: esto... esto; este... y este...
Subordinantes: que, de uso abundante y consolidado antes de los 4 años: Le dice que juegue. A la manera popular, la conjunción que encabeza a menudo las oraciones sin verbo subordinante: Que él quiere coger el avión (4 años); Que esa nena está montada en un columpio; Que se le cayó un zapato.
Al hablar del subjuntivo dimos ejemplos numerosos de las conjunciones finales a que y para que. Esta última aparece con frecuen¬cia superior a porque. Conviene observar que la causa y el fin se confunden a menudo con el pensamiento y en el habla de los niños. No es de extrañar que porque y para que aparezcan usadas promiscua¬mente. Las diferencias entre una y otra van afirmándose a los 6 ó 7 años, con vacilaciones más o menos visibles. Desde antes de loa 4 años los niños preguntan indistintamente ¿por qué...? y ¿para qué...? La preferencia por una de ellas, o su uso exclusivo, depende del medio familiar, pero no indica distinción de significados.
La causal porque, tanto en la enunciación como en la pregunta (¿por qué...?), es de las primeras que aparecen en el habla infantil, antes de los 4 años: Está llorando porque se cayó; ¿Por qué muerde? Sobre los valores de esta conjunción en el diálogo. Hemos recogido también ejemplos de que causal: Van contentos que papi lo dijo (4 años). Tenemos un solo ejemplo de pues con sentido claramente causal: Habían como seis pues ella siempre pare de dos en dos (6 años). Lo corriente es que pues se emplee con significado expletivo o continuativo: Dice la maestra que cuando yo la haga pues lo escribe (4 años); Pues si yo no sé (6 años). La única, oración claramente consecutiva va enlazada por la locución y por eso: Ella tiene un tajo en la cabeza y por eso tiene un paño (7 años).
El si condicional aparece ya a los 4 años: Yo si no fuera de papel yo lo cogía y se lo daba al nene (4 años); Si siguen le doy una piedra (6 años). Es interesante anotar estos dos casos de si expletivo, a manera de réplica... {Si yo no sé!, ¡Si está virado! (ambos de 4 años).
Por último, nuestras transcripciones ofrecen varios casos de subordinadas adverbiales con cuando, y uno con después que: Yo vi un nene cuando fui a la iglesia (4 años); Cuando se acabe ése, cogen más (5); El perrito estaba ahí cuando la nena le tiró la manzana (6); Después que se caiga, ella no vuelve a hacer eso más (7).
Nos hemos detenido en este inventario minucioso de las formas de enlace oracional, a sabiendas de que no agota todo el sistema de nexos que usan los niños hasta los 7 años. Otras observaciones del habla podrían alterarlo en más o en menos. Pero sí estamos seguros de que nuestros datos representan con aproximación suficiente el cuadro de las relaciones sintácticas. En los capítulos siguientes veremos cuan lento es el progreso en esta clase de funciones gramaticales. 


Fuente: Samuel Gili Gaya
Estudios de lenguaje infantil.







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