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miércoles, 26 de enero de 2011

Desarrollo psicomotor, el recién nacido, secuencias de desarrollo.

¿Cómo se dan esos primeros pasos? 

Su ejecución está presidida por una condición sine qua non: el equilibrio general. Naturalmente, se trata de un equilibrio muy precario que necesita la ampliación del polígono de sustentación, la colocación en péndulo de los miembros superiores, cuyo esfuerzo activo se traduce por la frecuente actitud en abanico de los dedos; por último, y para dar más equilibrio, persiste la flexión de las rodillas. Pero se trata de un equilibrio cinético, y no hay más que comparar este andar, en el que cada paso exige una improvisación, con el desplazamiento reflejo, estereotipado, del encefalópata carente de todo equilibrio, para apreciar el enorme abismo que les separa.

El ataque al suelo es variable, sea por la planta, sea por la punta. Estos primeros pasos son aún bastante rígidos, bruscos, todo un lado del cuerpo es proyectado con el miembro inferior y, a menudo, todo termina con una pesada caída, pues el niño todavía no está capacitado para compensar a tiempo las pulsiones laterales o anteroposteriores de que es objeto su tronco. M. B. McGraw (1943) llega a preguntarse si la actitud en péndulo de los miembros superiores no sirve sobre todo para atenuar los efectos de la caída.

Un mes o dos más y el andar se modifica. Mejora el equilibrio, se acercan los pies, y los miembros superiores tienden a tomar su actitud definitiva, pegados contra el cuerpo, semidoblados los codos. Las caídas, si no se tropieza, son menos frecuentes. Por último, el movimiento de los miembros inferiores adquiere mayor flexibilidad, y la progresión se hace con el pie, del talón a la punta, sirviendo el pie, no sólo de apoyo, sino también de resorte.

La fase llamada definitiva se inicia hacia los dieciocho meses, y se caracteriza por la alternancia de los movimientos de péndulo de los miembros superiores y por la posibilidad de correr.

Significado del caminar. — Casi es superfluo subrayar la enorme importancia del caminar que transforma la vida del niño; ya no es un bebé. Se entrega a la marcha como nosotros practicamos un deporte y explora ese mundo de riquezas insospechadas, lo que le sirve para desarrollar considerablemente su inteligencia.

Se trata de una verdadera intrincación psicomotora.

El hipotónico se sitúa a medio camino entre el niño normal y el patológico; es fácil de reconocer. Su inteligencia está en los límites de lo normal, usa normalmente sus miembros superiores, no, se aguanta de pie a la edad en que los demás caminan o sólo si se le sostiene. Dará los pri meros pasos después de los dieciocho meses, será sumamente patoso y se caerá aún, durante mucho tiempo. En la mayoría de los casos un vientre voluminoso, a veces una diastasis de los rectos del abdomen, lordosis lumbar exagerada


NIÑO HIPOTONICO: HIPERLORDOSIS Y VIENTRE VOLUMINOSO


genu valgum, a veces un recurvatum, y pies planos valgus. Su extensibilidad muscular es muy marcada, los ángulos de los miembros inferiores llegan fácilmente a 180".

El encefalópata espástico habitual camina si se le coge de las manos, aunque no puede sostenerse sentado. Se endereza todo de una pieza, se pone de puntillas (o a veces aplasta los pies en valgus) y ayudado, sujeto, se lanza a un andar mecánico como de tijera, pero carece del más mínimo equilibrio, de la menor coordinación. La familia concibe frecuentemente esperanzas totalmente infundadas. Aún está lejos del andar definitivo, en el supuesto de que alguna vez lo alcance:


NIÑO ESPASTICO: CAMINA EN TIJERA SIN EQUILIBRIO PROPIO.




El gran encefalópata rígido extrapiramidal no camina nunca; sucede lo mismo con el síndrome de diplejía atónica de Forster.

Por último, el hemipléjico sólo suele acusar dos o tres meses de retraso en los primeros pasos, y a menudo, en el momento en que empieza a caminar, se pone en evidencia su afección unilateral. Pone los pies planos en el suelo, el conjunto de la extremidad aparece en flexión moderada y en abducción; finalmente, arrastra la pierna, tendiendo a la circunducción.

5) Movimiento a gatas. — Vamos a limitarnos a describirlo sucintamente, pues la variedad definitiva de andar a gatas no es constante. Sin embargo, este andar posee un valor positivo: si existe en un niño que aún no camina, se puede predecir razonablemente que caminará.

Volviendo al recién nacido, vemos que, puesto boca abajo, esboza un rítmico movimiento reflejo de cadera y rodillas, contrastando la actividad al nivel de la cintura pélvica con la casi total inmovilidad de la cintura escapular (M. B. McGraw)

Nos ha parecido que esta reptación refleja desaparece más tarde que la marcha refleja, o sea hacia los tres meses.

Ya hemos indicado que, entre los tres y cuatro meses, el niño tiene tendencia a dilatar la parte torácica de la espalda, pero no hace ningún esfuerzo de propulsión. No obstante, puede suceder que, en ciertos momentos, el mismo niño alce la cabeza y los hombros, teniendo inmóviles los miembros inferiores y luego deje caer la cabeza entregándose nuevamente a una serie de movimientos rítmicos con los miembros inferiores.

A partir de los cuatro a los seis meses, la actividad vuelve, pero esta vez al nivel de los miembros superiores. Es el principio del crawl. El niño estira hacia delante uno de los miembros superiores, teniendo tronco y tórax completamente planos:


CRAWL.



No se obtiene la menor progresión delantera, pero muchas veces el niño rueda de lado, llegando a girar alrededor de un eje vertical; sin embargo, un poco más adelante se observarán movimientos asociados del miembro inferior contralateral.

Durante el período siguiente, que suele situarse, por término medio (McGraw), entre los seis y siete meses, se asiste a un inicio de levantamiento del abdomen, condición indispensable de la propulsión. Un poco más tarde, el niño se incorpora en equilibrio inestable sobre las palmas y las rodillas:


NIÑO DE 7-8 MESES SOBRE LAS PALMAS Y LAS RODILLAS.



Se inicia en este período, en particular entre los niños de guarderías y asilos, un movimiento estereotipado, sumamente tenaz, de balanceo anteroposterior. Ciertos niños, a partir de este momento, se desplazan de forma anárquica: levantándose de rodillas se echan hacia delante para caer de bruces y reanudar el ciclo. El reptar hace finalmente su aparición a partir de los 8 ó 9 meses. 

El niño se arrastra con las manos y las rodillas, cruzándose los movimientos sucesivos de los miembros inferiores y superiores. (Si se da los números 1 y 2 a los miembros superiores y 3 y 4 a los miembros inferiores, indicando las cifras impares el lado izquierdo, el orden será, por ejemplo: 2-3, 1-4)

REPTAR.


En este momento el niño también es capaz (hemos visto más arriba que ya dominaba la posición sentada) de pasar de la posición sentada al gatear y a la inversa.

Por último, a finales del primer año hay niños que caminan como cuadrúpedos, como un oso, por ejemplo; sin embargo, les falta muy poco para andar correctamente.

Hemos terminado con la maduración de la locomoción. Diremos sencillamente que en el niño un poco mayor se podrá analizar su aptitud para subir y bajar escaleras. A partir de los dos años, o dos años y medio, el niño es capaz de alternar los pies al subir; en cambio, al bajar sólo lo hará cuando tenga unos tres años y medio:

EL NIÑO SUBE SUJETO ESCALON POR ESCALON.



EL NIÑO SUBE SOLO, ESCALON POR ESCALON.



EL NIÑO SUBE ALTERNANDO LOS PIES




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